Capítulo 32.
”Una canción, un sentimiento” Hoy quiero dedicar este capítulo a Mara. No le podré agradecer lo suficiente por apoyarme con esta historia desde el principio y por ser una fantástica co-escritora. Por eso y un millón de cosas más, mil gracias amor.
Cristina POV.
Aquella mañana nos habíamos levantado más pronto de lo habitual. Y no era por ir a la radio, ya que teníamos que estar allí a eso de las ocho y eran las seis, más bien fue por el tremendo estruendo que causé. Fue eso de estar durmiendo tan ricamente y de repente hacer algo raro con la pierna y que la estantería que hay encima de la cama supletoria caiga sobre mí, así haciendo que la cama se desmonte conmigo en ella.
Nos habíamos llevado un gran susto, sobretodo yo, y una gran impresión al ver todo aquel desastre. Me levanté apartando cargadores de móviles, libros, que no sabía porque estaban ahí, y objetos varios de mi cuerpo. Una vez de pie me froté la espalda… me habría ganado unos buenos moratones en ella. Puede también que en los brazos y piernas, seguro.
Mis amigas vinieron a socorrerme, un poco tarde sea dicho, y Esther me acompañó a poner frío en las parte doloridas. Cogió una de esas cervezas que los chicos dejaron en nuestra nevera y me la puso en mi espalda. Grité al contacto con aquella lata. Estaba helada, pero poco a poco fue calmando el dolor. Empar mientras tanto se había quedado arreglando la cama. A la media hora se había rendido. “Ya llamaremos para que lo arreglen” dijo con tono cansado.
Nos habíamos arreglado. Era nuestro primer día allí, y aunque sean prácticas, es como un trabajo con una jornada muy reducida… y sin cobrar… vale. Era yo la que me lo tomo como tal.
Bajamos al restaurante. Estaba completamente vacío y lleno de comida por todas partes. Empar y Esther corrieron a servirse una buena bandeja rellena de… todo lo que les pudiera caber en ella. Yo sin embargo no tenía nada de hambre. Tomé un café y porque me obligaron. Con los años que nos conocemos y todavía no comprenden que en mis días del mes no deben hacerlo…
Nos encontramos con Mara y Zaira un rato después. ¿Que cómo iba mi relación con ella? No lo sé. Por lo menos ahora no me evita y ni me mira con asco. Es un logro. Y es que sé que es muy cabezota, pero se pasó conmigo. Las razones por las que hice lo qué hice son desconocidas. Aún sigo arrepintiéndome de aquel beso. Es más, lo repugno. Pero claro, todo eso ella no lo ve… así que nada.
Conduje hasta aquel edificio tan retro y modernista a la vez. Estaba en pleno centro de parís, así que aparcar no fue fácil. Al contrario, casi mato a alguien por un puñetero hueco. Entramos, y nada más dar unos pasos, una sonriente y bastante despierta Mercedes empezó a hablarnos a una velocidad que costaba entenderla. Bueno, no… no la entendí ni papa.
- Mer cariño… no son ni las ocho… ten compasión de nosotras y habla más despacio - le supliqué con voz de niña pequeña. Ella se puso a reír y siguió hablando a la misma velocidad mientras nos conducía hacia una sala.
- Bueno, como os iba diciendo… Vuestros súper amiguitos The Wanted llegarán a las doce y…
- ¿Y por qué nos haces venir tan pronto? - renegó Esther restregándose los ojos.
- Porque vuestras prácticas empiezan dentro de media hora, amor… - A cada una nos asignó una persona. Un escritor francés, otro americano, un pintor francés… un rapero… un cantante italiano…Ese me tocó a mí. Era la única que sabía aquel idioma y bueno, se aprovecharon de ello.
Cada una nos metimos en una cabina. Al principio se me dio bastante mal. Estar dormida y dolorida por todas partes no era una buena combinación. Menos mal que un poco después traducí bien todo lo que aquel tipo, de pintas estrafalarias, decía.
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Gold Forever L5F. [Editando]
FanfictionCristina, Empar, Zaira, Esther y Mara. Amigas desde siempre y con vidas absolutamente normales. Nunca soñaron con algo más que cumplir unas expectativas comunes. Nunca pensaron que sus vidas pudiesen cambiar de tal forma. Nunca vieron que ellos eran...