Gold Forever L5F. [Editando]

65. ~Going backwards.~

Capítulo 65. 

Cristina POV.

¿Cómo es posible que estén aquí? En Montpellier. En el bar dónde trabajo. Aquí. Riéndose de la cara de estúpida que se me ha quedado al verlos. Al menos eso hacían cuatro de ellos. La voz del que faltaba estaba dejándome atontada. ¿Por qué me resulta tan molesta y violenta esta situación? Ah, sí. Porque está montando una escena impresionante mientras canta Just The Way You Are de Bruno Mars…una de mis canciones favoritas. Una de las canciones con las que me enseñó, al menos un poco, a tocar el piano. Una corriente eléctrica me atravesó entera al recordar aquello.

- Her lips, her lips… - Mis ojos se centraron en el pequeño escenario. Estaba vacío. Era realmente estúpido todo esto. Miré al grupo de chicos que estaban mirándome expectantes. Dirigí mi mirada al de rizos en busca de alguna respuesta pero Jay había decidido beberse todas las cervezas de la mesa y pasar de mí. Entonces Siva me miró fijamente, mostrándome esa sonrisa suya de modelo de pasarela, y me indicó un punto con la cabeza. El cobertizo. Me está diciendo que la voz proviene de ese lugar mugriento… ahora sí que se les ha ido la olla. Oí la escandalosa risa de Thomas a lo lejos porque, sí, me estaba dirigiendo a aquel sitio. Abrí la puerta metálica de golpe y… - ‘Cuz you’re amazing… - No está dentro. ¿A qué coño juegan? Solo quiero que esto pare…por favor. - And when I see your face… - Me paré en seco. Su voz no estaba cerca, no. Se encontraba encima de mí. No quise girarme porque sabía que esperaba esa reacción. Más me quedé totalmente quieta, incluso aguantando la respiración, casi temblando. Él acabó la canción, el local se llenó de aplausos y silbidos, y luego…todo se quedó en silencio. _No te gires, Cristina. No lo hagas_. - Hola.

- Hola. - _Te giraste. Muy lista no eres_. Mi voz había salido rasgada y ronca. Lo típico de quedarse sin habla. Entonces fijé mi mirada en el suelo. _Si le miras a los ojos estás totalmente perdida_. Sentí sus dedos bajo mi barbilla. No…No lo hagas, le rogué intentando resistirme a su leve empuje. Pero el insistió tanto que finalmente cedí y me perdí en sus dos esmeraldas, que ahora parecían más relucientes que nunca. _Nunca me haces caso…ale, ya estás abducida. Hola E.T_. Tenía muchas cosas que decirle y muy poco aire en mis pulmones. _Respira, hija mía, ¿Hay que enseñarte de nuevo o qué?_ Pues tal vez. Cogí un gran trago de aire y su risa inundó mis oídos, aturdiendo el resto de mis sentidos. _¿Quieres parar ya?_ Que pare él. Entonces recuperé el sentido. Escuché como todos nos vitoreaban, pidiendo beso. ¿Beso de qué? Ah, no…Eso no va a pasar. Poco a poco recuperé todo lo que se había llevado con esa intensa mirada y sus dedos acariciando mi cara. Lo aparté de mí y su semblante mostró confusión por todas partes. Entre todo el jaleo que se estaba armando, decidí llevarlo a un lugar donde poder hablar con tranquilidad. Me urgía gritarle. Quería explicarle unas cuantas cosas… y fue entonces cuando la ira me cegó. Cogí su mano, produciéndome una inexplicable sensación, y nos conduje a los vestuarios. Cerré la puerta con un gran golpe y me crucé de brazos. - ¿Qué diantres haces aquí?

- ¿No es obvio? - Levantó una de sus cejas. Puse los ojos en blanco y él comenzó a reír.

- No estoy para bromas, Nathan. - _Ahí estamos, chica dura_.

- ¿No te ha gustado todo lo que he hecho?

- ¿No es obvio? - Pregunté seria. Sonrió como un niño pequeño pero al ver mi cara…se le borró.

- Vaya… - Vaciló un instante y se frotó la barbilla, pensativo. - Yo creía…

- Sé muy bien lo que creías. Pensabas que viniendo hasta aquí, cantando esa canción delante de todos, conseguirías algo… y digo algo porque no logro saber el qué.