3. Miradas.

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Capítulo 3.

- Hola chicas – dijo Empar entre risas.

- ¿hola? llevamos casi una hora esperando – se quejó Zaira.

- Lo sentimos, es que al principio nos decían que nos apañásemos con este coche, pero luego, después de mucho insistir apareció Kev. – nos explicó Esther.

- ¿Kev? – dijo Mara intentando seguir el hilo a la conversación.

- Sí, él nos ha conseguido un nuevo coche – dijo Empar con una sonrisa.

- Ah, genial… ¿pero quiénes son? – dije sin fijarme demasiado en ellos.

- Mira, este es Max – nos presentó a un chico con la cabeza rapada, unos ojos grises que destacaban a lo lejos, camiseta blanca de tirantes, pantalones vaqueros oscuros… interrumpieron mis pensamientos al decir el otro nombre- y este es Siva. – ¿eran los chicos del avión? No… no podían ser.

- Son los chicos del avión – aclaró Esther. Vale, genial… pues sí que podían ser.

- Un placer – dijeron con un marcadísimo acento inglés, los dos al unísono, mirándonos a todas con una sonrisa deslumbrante.

- Big Kev nos ha dicho que podéis venir con nosotros en la furgoneta, hay bastante sitio. – explicó Max mientras observaba nuestras caras de asombro.

- Os llevaremos donde queráis, y no os preocupéis por el coche… mañana tendréis uno en la puerta de vuestro hotel – nos dijo el chico que se llamaba Siva con una amplia sonrisa. Que por cierto, tenía los dientes más perfectos y blancos que he visto nunca.

- Vale… - dije con cara de sorprendida. Todos se rieron ante mi inconvincente respuesta.- Por cierto, ¿quién es Kev? – le pregunté a Siva, que estaba a mi lado, mientras atravesábamos una marea de coches aparcados.

- Es nuestro… - se intercambió una merada de complicidad con su amigo – guardia de seguridad, guarda espaldas profesional – a este último comentario le acompañaron unas risas de ambos. Ninguna de nosotras comprendió nada.

Cruzamos medio parking con las maletas a rastras, hasta que vimos una furgoneta enorme, negra con cristales tintados y con las puertas abiertas de par en par. Fuera estaban la mujer de pelo rizado y aquel hombre, Kev. Hice un esfuerzo, pero no logré ver donde estaban los otros tres chicos restantes.

- Aquí las tienes Jayne – dijo Max señalándonos.

- Bien, a ver… ¡Tom, Siva y Jay! – chilló a grito pelado esos nombres y de repente aparecieron dos por detrás de la furgoneta y se acercaron. El alto con los ojos azules y pelo rizado y el de la sudadera con detalles rosa eléctrico, que ahora que estaba en frente de mí pude ver que tenía unos ojos pardos increíbles. Y Siva salió detrás de mí, interrumpiendo mis pensamientos. Otra vez.

- ¿qué pasa jefa? – dijo Tom con un marcadísimo acento británico.

- Subid las maletas a la furgoneta, por favor – dijo indicando el maletero y los tres se apresuraron a coger mi maleta, la de Zaira y la de Esther… que aún seguía pesando bastante. Pero Siva la cogió como si nada. – ah, Max… busca a Nathan, hace un cuarto de hora que ha desaparecido. Temo que esté ligando o vete tú a saber el qué…

- ¡Eso está hecho! – pasó por al lado de Empar tambaleándola un poco – perdón – se disculpó con una sonrisa fugaz y luego despareció entre los coches.

- No pasa… nada… - dijo Empar por lo bajini y con una cara muy rara, todas lo habíamos oído y visto, así que nos empezamos a reír. – hey, menos risas – se quejó ella, pero rápidamente se unió a nosotras.

- ¿qué es tan divertido? – nos preguntó Tom cuando vino a llevarse la maleta de Mara.

- No, nada en absoluto – dijo Zaira poniendo los ojos en blanco.

- Sí claro… - cogió la maleta con una facilidad increíble – ¡hey Jay intenta averiguar porque se ríen tanto, creo que se están burlando de tu pelo!

- ¿qué? No, nosotras… - dije casi tartamudeando. Las demás se quedaron con caras de asustadas.

- ¡Tranquilas chicas! – dijo Jay, el de rizos, entre risas – era una broma – al decir eso todas nos sentimos mucho más aliviadas – no me importa que critiquéis mi pelo… - se lo alborotó haciendo una cara muy extraña .De repente todos estallamos en una gran carcajada a la que sin darnos cuenta Max y el otro chico de morado, el único que faltaba, se nos unieron.

- Tienes una risa muy contagiosa – le dijo Jay a Mara entre risas.

- Ya lo sé, siempre me lo recuerdan – le contestó sin dejar de reírse.

Después de tanta risa, empezamos a subir al auto. Primero pasaron Max, Mara, Jay, Empar y Zaira a los asientos posteriores. Y delante pasamos Esther, Siva, Tom, el chico de la gorra y finalmente yo. Nos apretujamos como pudimos. Incluso vi como Esther ponía sus largas piernas sobre Siva con tal de hacer espacio, cosa que luego me tocó hacer a mí pero con el chico que tenía al lado. Qué vergüenza. Si hay algo que me caracteriza es mi timidez y esta situación me ponía muy nerviosa, es que no los conozco y ya me tomo estas confianzas… Así que el chico, que al parecer se llamaba Nathan, me hizo una señal para que hiciera lo mismo que Esther. Con cuidado coloqué mis piernas encima de las suyas, él ni se percató de que lo hacía, ni siquiera me miró. Pero mi nerviosismo aumentaba y se notó por la forma en que mis piernas empezaron a temblar y mi cara cogía un tono rojo chillón.

- No pasa nada, no le molesta que una chica tenga sus piernas sobre él ¿verdad Nath? – dijo Tom adivinando de donde venia mi rubor instantáneo.

- Tom… no le hagas eso al bebé, que se enfadará – advirtió Siva propinándole un codazo a Tom.

De repente Nathan se quitó los cascos color blanco y plateado que llevaba, me miró preocupado y luego se dirigió a los demás.

- Parece una olla a presión… - dijo Nathan mirándome a los ojos otra vez. Mi reacción fue esconderme como pude o mejor dicho, donde pude…

- ¡parad ya!, es que hace mucha calor ¿vale? – dije tapándome la cara con las manos. Y sin pensármelo una vez, me puse mi chaqueta por encima. Mi último comentario, junto con la acción estúpida que acababa de hacer, hizo que toda la furgoneta estallara en una carcajada monumental. Me puse más roja, si eso era posible y Nathan se precipitó a quitarme la chaqueta de encima, así despeinándome. Se quedó mirándome, sin reírse. Hubo un momento entre las risas de los demás, en que nuestros ojos se encontraron. Menudos ojos tenía… verdes, intensos, me perdí en ellos literalmente. Pero él me miraba confuso, una mezcla entre preocupación y asco.

- Va, pobrecita, dejarla en paz – dijo Tom haciéndome despertar de mi burbuja.

- ¡Pero si tú has sido quien ha comenzado esto! – le replicó Mara desde atrás.

- Ya, cierto, pero la pobre no puede con su alma… - en ese momento me decidí a ponerme recta, con las piernas bien puestas, pero unas manos las detuvieron. Espera, ¿eran cuatro manos?

Gold Forever L5F. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora