Capítulo 54

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-¿Te sientes bien?

Asentí lentamente e intenté regalarle una sonrisa a Sirius, pero fallé. 

Algo no estaba bien, no podía decir qué era porque ni yo misma entendía lo que pasaba, pero lo sentía en mi pecho. Me intentaba convencer a mí misma que era la conversación que iba a tener con Charlie, pero había algo más, que no podía expresar con claridad.

-Bueno, te ves como si...

-¿Cómo si qué? -inquirí con un tono brusco.

-Como si te hiciera falta un trago de whisky para que le bajes a tu irritabilidad.

Rodé los ojos y pasé por al frente de él. No quería beber, incluso, desde que fui a ver si Charlie estaba bien no podía ni siquiera consumir un cigarro para calmar mis nervios. 

Saqué una taza y me serví café, tal vez era la quinta o sexta del día.

-Genial, no quieres beber whisky pero sí café -dijo Sirius con sarcasmo -¿Sabes, Am? Odio meterme en lo que haces y dejas de hacer, pero tal vez es toda la cafeína la que te tiene así tan... 

-No es eso -pasé las manos por mi rostro -Yo... -dejé reposar la taza en mis dedos fríos -Yo iré a descansar un momento.

Sirius asintió, pero me seguía mirando con sus ojos entornados, como si pensara que le estaba ocultando algo. Lo que era estúpido, porque aunque sentía que estaba pasando algo, no sabía nada concreto.

Subí a la habitación que antes utilizaba cuando vivía en la casa Black, ahí tenía todas mis cosas, aunque pasaba mucho más tiempo en la habitación de Sirius.

Me senté en el escritorio y saqué papel y pluma, le iba a escribir una carta a Chris. Cuando la pluma tocó el papel lo dejé de inmediato. No sabía qué más decirle, ya le había enviado unas cuantas cartas y si no quería contestar era porque tal vez estaba disfrutando de unas buenas vacaciones, o tal vez ni siquiera le llegan mis cartas.

Era inútil, y una pequeña voz rondaba por mi cabeza diciéndome que debí, tal vez, irme con él. 

Descansé un par de horas hasta que el reloj dio las cinco de la tarde. Me juntaría con Charlie en media hora, sería en casa Bill, lo que no me parecía la mejor idea del mundo, después de haberme culpado por la desaparición de su hermano ni siquiera me apetecía verlo. 

Me cambié de ropa y me arreglé, intentando ocultar el nerviosismo, pero mis expresiones no se podían ocultar con maquillaje. Tenía rota la parte interior de mi mejilla de tanto morderme y mis uñas habían pellizcado un par de veces el dorso de mi mano.

A veces tenía la sensación de que estaba retrocediendo. Que todo mi esfuerzo ya había llegado a su límite, había llegado a la cima de la colina y en vez de quedarme en ella, observando al mundo, estaba volviendo a bajar y no me podía detener. 

Salí de la casa Black sin despedirme de Sirius, pensaba que iba a volver antes de que él se diera cuenta que había salido. Cuando llegué a la casa de Bill y Fleur, toqué la puerta, apenas mi mano tocó la madera, Charlie abrió. 

Tragué saliva, no debía por qué estar nerviosa. ¿Qué me tenía qué decir? ¿Cuáles eran sus dudas? Para mí estaba más que claro, muchos sentimientos pero pocas acciones que avalen tanto sentir. 

Su rostro hermético no me dejaba descifrar si estaba feliz o enojado de verme.

-Prefiero hablar afuera -le comenté, al ver que él no decía nada.

-Me parece perfecto.

Me giré y me alejé de la casa hasta llegar a la orilla del mar, no lo suficiente para que las olas llegaran a mis botas, pero sí para estar pisando la arena mojada. Quedé observando el mar unos segundos, y por alguna razón me imaginé a mí en medio de el, se me congeló cada hueso con tan solo pensarlo. 

Dragones en las estrellas [Charlie Weasley] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora