Primer epílogo

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Charlie Weasley

-Su piel es más gruesa que cualquiera de los dragones que están aquí, no tengas miedo a lastimarlo -la incentivé -Sólo sé muy cuidadosa con la herida.

Maddie miró con desagrado la herida, poniendo una mueca de asco que me hizo reír.

-Es difícil enseñarte cuando no quieres aprender, ¿sabes?

-Ya me conoces, Charlie. Curar a los dragones no es lo mío.

La quedé mirando y negué con la cabeza, soltando un largo suspiro. 

-De todas maneras, observa por si algún día te toca curar a un dragón y no hay nadie para salvarte. 

Maddie rodó los ojos, pero de todas maneras observó como curaba al dragón. Ella era buena en todo, pero a la hora de ver sangre de dragón o cualquier fluido que saliera de estos, se asqueaba. 

-Debes asegurarte que esté bien aturdido -le recordé -porque si se llega a despertar nos mandaría al demonio con un solo movimiento.

Ella dio un paso hacia atrás y verificó que el dragón tuviera los ojos totalmente cerrados.

-Se ve dormido.

Yo asentí y proseguí. Ya había curado a un dragón cientos de veces, pero esta vez lo estaba haciendo de manera lenta, para que ella pudiera verlo mejor. Aunque resultaba inútil, porque no dejaba de reírse de cada palabra que decía, y yo también. Maddie era divertida.

-Oye... -murmuró.

-¿Sí?

-Hay alguien observándonos.

Fruncí el ceño con extrañeza y me giré, para ver de quién se trataba. Se me revolvieron hasta los huesos cuando la vi.

-¿La conoces? -preguntó Maddie -se ve... se ve que no es de por acá -dijo dándole un vistazo de arriba a abajo.

-Sí la conozco -le respondí.

Mi corazón estaba dando brincos de una manera sorprendente. No esperaba verla, es que ella en ninguna de sus cartas me dijo que iba a venir a visitarme, ni dio ningún indicio. Estaba quieta, aferrada a la cadena de su pequeño bolso que llevaba cruzado, observándome con un claro rostro nervioso.

No había cambiado mucho, tenía el cabello más largo y se veía un poco más viva... bueno, eso suena raro, pero me refería a que se veía con mucho más color, mucho más iluminada, mucho más feliz. O así lo sentía yo. Llevaba unas botas color negro que combinaban con su chaqueta, y un vestido azul simple. Me gustaba como le quedaba el azul.

Saliendo de mi estado atónito, dejé las cosas con las que estaba sanando al dragón en el suelo, y caminé hacia ella. Sabía que no iba a avanzar hacia mí, era su nerviosismo y el hecho de que tuviera a un dragón gigante a mi lado. Maddie se apresuró a acompañarme, no se iba a quedar sola con un dragón herido.

Cuando llegué al frente, no pude evitar sonreír, ella igual lo hizo. Creo que ambos estábamos nerviosos.

-Am...

-¿Cómo estás, Charlie? -preguntó.

-Yo... sorprendido -dije con torpeza -no esperaba verte aquí.

-Ni yo esperaba estar aquí.

Nos quedamos en silencio, mirándonos, aún sonriendo sin saber qué hacer. Hasta que Maddie se hizo resaltar con una tos falsa. Am la miró de inmediato.

-Yo soy Maddie -se presentó, con una sonrisa.

Am no alcanzó a responderle, porque Maddie caminó hacia ella y la abrazó. Am apenas se movió, no se esperaba ese abrazo de una extraña, en cambio, yo sí esperaba esa reacción de Maddie, era muy efusiva con cualquiera que pasara por delante.

Dragones en las estrellas [Charlie Weasley] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora