Capítulo 39

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Una expresión de odio, pero también de miedo. La recordaba claramente. Vi como su lado oscuro luchaba contra su lado racional. La pequeña parte de él que luchaba contra su mente enferma, pero la última siempre terminaba ganando, porque aunque por unos segundos vi miedo en esos ojos verdes, al final del camino siempre terminaba sin un poco de remordimiento. 

El olor de San Mungo es muy particular, ya había estado algunas veces ahí y podía reconocerlo sin ni siquiera abrir los ojos. No entendía cómo era posible que estuviera en ese lugar. ¿Matthew me trajo? ¿Después de empujarme por la escalera me trajo a que me recuperara? ¿Qué clase de juego enfermo está jugando?

Puedo sentir una mano acariciando mi cabello, hace bastante rato. No se escucha nada, solo su respiración pausada y pequeños suspiros que botaba de vez en cuando. Sabía que no era Charlie, podía reconocer su tacto en cualquier circunstancia.

La conciencia la había recuperado ya hace un buen rato, tal vez una hora o un poco menos. Todos mis sentidos estaban funcionando, incluso mi vista, pero no quería abrir los ojos.

Abrir los ojos significaba ver la realidad, tener que enfrentar la realidad. Y yo, no quería hacer eso. No me sentía con la suficiente fuerza para hacerlo. Ya era suficiente con sentir cada parte de mi cuerpo.

Me dolía la cabeza, había un lugar donde se acentuaba el dolor, era cerca de la frente. Me dolía el brazo derecho, el dolor era punzante y casi insoportable. Y de la cintura para abajo me dolía todo, pero era soportable, como si hubiera hecho un gran esfuerzo físico, me hacía recordar los entrenamientos intensos que teníamos en la Academia de Aurores.

Era tan consiente de mi cuerpo que podía notar que faltaba algo. No sentía nada en mi vientre, ni esas pataditas sutiles que recién estaba empezando a dar, ni esa sensación de que algo dentro de mí estaba dando vueltas sin parar, como un pequeño torbellino. 

Dragoncito no estaba.

Mi hijo murió en mi vientre y no quería aceptar eso.

Se escuchó el sonido de una puerta al abrirse de golpe. La mano que estaba acariciando mi cabello dejó de hacerlo.

-¿Me vienes a decir después de dos horas? -era Charlie -¡Estaba en la Madriguera recuperándome del maldito hechizo que recibí! ¡Pensando que Am estaba bien en el departamento! ¡Que era mejor quedarme en casa de mis padres hasta sentirme bien para no preocuparla! 

El sonido de un empujón. Por el jadeo que soltó Charlie, se notó que era por parte de él a la otra persona.

-Lo lamento -era Chris, se escuchaba el sarcasmo en su voz -¡Se me olvidó que debía avisarle a todo mundo mientras mi hermana se estaba muriendo!  

-¿Ahora te preocupas de ella? Después de que la tratas...

-¡Ya! -Bill, era su voz -¿Qué mierda les pasa a ustedes dos? ¿Pueden controlarse? 

No escuché nada más que respiraciones pesadas, y los pasos de alguno de ellos acercándose a la camilla.

Charlie.

Su mano tocó mi mejilla y lo reconocí de inmediato. La piel tiene memoria, era imposible no reconocerlo. Escuché un jadeo lento y doloroso escapar de su boca, el aire caliente chocó con mi rostro. 

-¿Qué pasó...?

-No lo sé... -murmuró Chris.

-¿No lo sabes? -lo increpó Charlie.

-No. Ella estaba acostada en el sillón, inconsciente y sangrando. 

¿Sillón? Matthew creó un muy buen teatro.

Dragones en las estrellas [Charlie Weasley] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora