Pastelito

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Pasaron muchos minutos antes de que una mujer viniera por Sana y cuando el momento de despedirse llegó, Jimin tuvo un enorme agujero en el pecho.

-Vas a tener que ir con la señora ¿de acuerdo?-dijo Jimin cuando Sana estuvo despierta observando con duda a la mujer que estaba de pie a un lado.

-¿Va a llevarme con mi mamá?

-Va a intentar buscar a tu mamá, cuando te haga preguntas responde lo más que puedas.

-¿Puedes ir conmigo?

-No puedo ir, lo siento mucho-respondió Jimin alejando su mano de la de la pequeña Sana observando a un costado, ocultando su rostro lleno de preocupación.

-Ok-escuchó la pequeña voz de Sana ahogada y luego de eso un pequeño sollozo casi inaudible.

Usualmente Jimin lloraba y pataleaba cuando quería algo, no le importaba en absoluto derramar lágrimas para lo que sea, sin embargo cuando su corazón estaba herido de verdad odiaba que lo vean y ahora sin importar qué, tuvo que controlar su tristeza, preocupación y miedo para voltear y alcanzar a Sana que ya se estaba alejando con la encargada de servicios sociales, quien no se miraba que fuera alguien cálido.

-Espera-dijo Jimin cuando llegó con Sana fuera de la estación de policía-voy a visitarte a donde te lleven, no tengas miedo, mañana-prometió abrazando a la pequeña-mañana voy a ir a verte.

Sana no respondió más que con un abrazo fuerte proveniente de sus delgados y pequeños brazos sonriendo y quitando un poco de su rostro entristecido.

-Nos vemos mañana Sana-agito Jimin sus brazos despidiéndose de la pequeña hasta que el auto en el que subió dejó de ser visible.

Por un largo momento Jimin se mantuvo fuera de la estación de policía observando la calle y los autos pasando uno a uno, en tanto el frío heló su piel hasta hacer que tiemble, no obstante sus pies se negaron a dejar su posición sin entender por qué no dejaba de pensar en la pequeña Sana. Teniendo una imaginación tan enredada y absurda que casi lo hace carcajear.

Si tan sólo pudiera hallar la forma de hacer que Sana se quede, si tan solo su matrimonio no fuera una farsa. Si se hubiera casado con un hombre que lo ame hasta los huesos, pediría adoptar a Sana y quedarse con ella, sin embargo ese no era el caso y sabiendo lo que su esposo respondería bajó la cabeza pensando en que su idea era absurda. Seguramente Jung diría que es solo un capricho, que la niña no es un juguete nuevo con el que jugar y que no dijera tonterías.

Jimin metió sus manos en sus bolsillos pensando en muchas cosas, ¿por qué estaba sintiendo ese apego tan fuerte con una niña que apenas conoció ese día? Era extraño y ese pensamiento duró todo el camino hasta llegar a la calle principal donde Jung Hoseok, su esposo lo estaba esperando fuera de su auto con un rostro indescifrable.

-¿Qué haces aquí?-preguntó Jimin.

-Te estaba buscando, tu amiga me llamó diciendo que irías caminando a casa y estaba preocupada, pasaba cuando te vi-contestó Hoseok con calma, al mismo tiempo que entraba a su auto-sube, vamos a casa, es tarde.

Jimin asintió subiendo al auto tan sorprendido que no dejó de ver a Hoseok en todo el camino. ¿Por qué no estaba enojado? ¿Por qué no le gritaba como lo hacía todo el tiempo? Eran las once de la noche y él estaba vagando por las calles, sin suéter, congelándose y sin dinero en el bolsillo.

Aún estaba con mucho frío por lo que se abrazó a él mismo, disimulando un poco para que su esposo no se diera cuenta. En el momento en el que llegaron a una luz roja, sorprendentemente Hoseok encendió el aire acondicionado a una temperatura tan alta que el auto entró en calor rápido y aunque Hoseok tenía un abrigo puesto y estaba sudando, dejó el aire acondicionado hasta que llegaron al diminuto departamento.

-¿Comiste algo?-preguntó Hoseok quitándose el abrigo en la entrada del departamento.

-No-susurró Jimin corriendo a un anaquel en donde habían mantas, tomó una y tomó asiento en el sofá de la sala, simulando encender la televisión, buscando algún canal cualquiera, envuelto al igual que un bollo con la manta blanca.

-¿Qué quieres comer?-preguntó su esposo desde la cocina, sorprendiendo aún más a Jimin.

Pensó que le gritaría un sin fin de reclamos, lo que no esperó fue que le pregunte que quiere comer, luego de estar fuera hasta tan tarde en la noche e incluso él mismo tuvo que ir a buscarlo. ¿Por qué no estaba enojado tirando fuego por la boca?

-¿Por qué eres tan amable conmigo?

En el instante en el que Jimin hizo la pregunta, Hoseok dejó caer el sarten que estaba sosteniendo al suelo. No era de extrañar que Jimin le preguntara eso, hasta el momento se estaban llevando como perros y gatos. Evidentemente Jimin iba a estar extrañado de que no le grite luego de que lo encontró vagando por las calles a esa hora si un abrigo. Hoseok no le podía decir que lo encontró y lo estuvo siguiendo y espiando todo ese tiempo.

-Quiero ser amable desde ahora-respondió sin dar explicaciones-tú también sé amable desde ahora-luego de decir aquello se dispuso a cocinar lo mejor que pudo y también hizo un pequeño postre.

Al finalizar la comida, una silenciosa y algo incómoda, Jimin regresó al sofá, envolvió nuevamente la manta en su cuerpo y observó la televisión cuando de pronto su esposo vino con un pequeño pastel de fresa y se lo dejó en la mesita de centro, luego caminó a la habitación y antes de cerrar la puerta dijo-mañana te llevaré a la universidad, despierta temprano.

-¿Pero qué le pasa?-preguntó Jimin observando el postre en la mesita de centro como si fuera algo que le iba a saltar encima en cualquier momento-¿le habrá puesto algo?-preguntó para sí mismo en voz baja al mismo tiempo que bajaba del sofá hasta colocar su rostro al mismo nivel que el pequeño pastelito.

Jimin lo observó por mucho tiempo hasta que sus papilas gustativas le ordenaron comerse el pastelito, no obstante aún sin estar listo para morir, tomó una pequeña porción de crema con dedo índice, lo probó con duda, luego de esa probadita, tomó más y más hasta que solo quedaron migas en el pequeño plato. 

Mi Compañero de Matrimonio (HopeMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora