Capitulo 3

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Mirarlo practicar siempre era un deleite. La forma en la que movía su cuerpo como si fuera nada más que aire, conectándose con la melodía de una forma en la que Yoongi, por más que se esforzara, jamás podría. Lo que Jimin tenía no era algo que se podía aprender con el tiempo, no, eso era parte de él, era su esencia, su forma de sentir las notas, como su cuerpo podía transmitir sentimientos con tanta facilidad, con tanta destreza. Sus ojos cerrados, mostrando una completa concentración mientras se movía con agilidad de un lado a otro.

Yoongi estaba tan concentrado en el baile de Jimin que sus teclas no habían sido tocadas durante horas, tal vez, durante días. No había podido componer absolutamente nada porque sus ojos no lograban apartarse de aquel joven. Lo había observado durante tanto tiempo que comenzaba a entender el patrón a seguir de la coreografía.

Pasaron horas en las que su mirada siguió de un lugar a otro al menor hasta que llegó el momento en el que Jimin se dejó caer al piso por el cansancio, respirando con dificultad, tratando de recuperar fuerzas, su pecho subiendo y bajando, su camisa levemente levantada dejando ver parte de abdomen bien marcado con pequeñas gotas recorriéndolo, deslizándose lentamente, dejando un rastro mojado tras de ellas. Haciendo que su húmedo pecho brille al reflejarse la luz sobre el.

Yoongi tragó grueso y aunque realmente intento desviar la mirada de aquel lugar, no lo consiguió y recorrió lentamente su abdomen.
Jimin acababa de cumplir 20 años, había dejado su apariencia infantil atrás, su rostro volviéndose mucho más marcado, mucho más maduro. Con ello había venido muchísimas más cosas, por ejemplo, la cantidad de chicas que morían por salir con Park Jimin. Aunque Jimin siempre se mostraba confiado y seguro en el escenario, una vez que bajaba se cohibía, siempre detrás de su Yoongi hyung quien estaba ahí para decirles que su pequeño no estaba interesado.

A pesar de que habían transcurrido dos años, ninguno de los dos le había puesto un nombre a aquellos sentimientos que florecían en su interior cada vez más cuando estaban juntos.
Ninguno comprendía que sucedía, no habían sentido nada igual, pero Yoongi lo justificaba con amor fraternal, el mismo que siente cuando va por Jungkook a la escuela o carga su mochila. Aunque ahora mismo, sabe más que nadie que lo que siente por su pequeño no es del todo fraternal.

No es la primera vez que observa con tanto detalle al más joven. Se había descubierto a sí mismo mirando los labios del menor con algo más que solo admiración, se descubrió a si mismo llevando sus caricias más allá de su hombro, acariciando su cuello y deleitándose con sus marcadas clavículas. Y se descubrió a sí mismo deseando reemplazar las yemas de sus dedos por sus cálidos labios.

Y ahora mismo, bueno, ahora mismo quería recorrer con sus dedos el camino que iba dejando al deslizarse aquella gota de sudor.

En cuanto comprendió los pensamientos que invadían su mente desvió la mirada y sacudió su cabeza tratando de sacar esas ideas de su mente. No era correcto, Jimin era su amigo, más que eso, era su hermano menor, su pequeño.

Tomó sus auriculares y se los colocó forzándose a trabajar en la melodía, la misma que no podía terminar desde hace semanas. No sabia que estaba mal, cuando antes por su mente transcurrían notas musicales, ahora solo podía imaginarse al pequeño bailar, sonreír, reír, cantar.

De nuevo su mente estaba divagando.

— ¿Qué haces? — La voz de Jimin lo hizo dar un pequeño salto sobre su silla debido a la sorpresa.

El chico estaba sentado sobre su escritorio mirándolo atentamente. El pálido se quitó sus auriculares y los dejó sobre el teclado.
Jimin soltó una suave risa al ver la reacción de su hyung.

— Perdona, no era mi intención asustarse, bueno en realidad si lo era— se burló mientas colocaba sus brazos tras de él, dejando caer su peso sobre ellos, abriendo ligeramente sus piernas.

Yoongi trago seco. Las piernas de Jimin era gruesas y perfectamente torneadas.

El más pequeño no pudo evitar notar la mirada del pálido en sus piernas descubiertas. Y aunque aquello tal vez debía hacerlo sentir incómodo, la satisfacción invadió su cuerpo ante sus ojos sobre él.

— Hyung— le llamó Jimin tratando de recuperar su atención.

Yoongi, que se encontraba perdido entre aquella piel caramelo, levantó la vista tras unos segundos de cordura.

— Lo siento, estoy distraído, sólo, sólo no he dormido muy bien— se excusó mientras se rascaba la nuca, gesto que a Jimin le pareció adorable.

El castaño le sonrió.

— ¿Se puede saber que te tiene tan distraído?— pregunta con curiosidad.

El joven pálido se encogió de hombros siendo esa su única respuesta.

— ¿No lo sabes?— insiste.

Eres tú, eres tú quien me mantiene tan distraído.

Pensó el pálido, pero aún no estaba listo para ser del todo sincero con el pequeño chico frente a él. No se supone que los amigos se piensen de esa forma. Ese tipo de pensamientos no eran normales.

— Creo que solo he perdido la inspiración, ya volverá— contestó tratando de sonar desinteresado en el tema.

Jimin pareció creerle pues no volvió a insistir en el tema. Sólo se quedó ahí, en la misma posición de antes cerrando sus ojos mientras disfrutaba de la música de la sala de práctica que entraba por la puerta abierta del pequeño estudio.

Yoongi miró su rostro, si, en definitiva ese chico era en verdad hermoso. No podía encontrar algo que no le gustara, le gustaba desde sus pequeños ojos, hasta sus regordetas mejillas. Su corazón se aceleró, sintiendo su corazón martillar sobre su pecho. Una pequeña sonrisa formándose lentamente sobre su cara.

Tal vez, solo tal vez, lo que sentía por su pequeño era algo más que amor fraternal.

Oɴᴇ ᴅᴀʏ- 𝚈𝙾𝙾𝙽𝙼𝙸𝙽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora