Capítulo 38

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La oscuridad de la noche envolvía el cuerpo solitario en aquella terraza desolada. El frío no era muy intenso pero aún así su cuerpo temblaba y su boca tiritaba. Los temblores eran cada vez más fuertes acompañando su llanto silencioso, derramando lágrimas que se perdían en el intenso lóbrego de la noche.

Sentado mientras abrazaba sus piernas admiraba las escasas estrellas que adornaban el cielo. Pensaba en lo afortunadas que eran, tan lejanas, tan libres. Si él también era una estrella, ¿por qué se sentía tan sofocado?

Hacia tanto que no tenía un ataque como este y en cuanto sintió que ya no podría contenerse más, había escapado a la terraza de la empresa en busca de un poco de aire que aliviara su corazón afligido, pero no fue así. La ansiedad le invadía y le provocaba miles de pensamientos negativos e inestabilidad en su ser.

Ya lo tenía todo, había conseguido todo lo que se había propuesto alguna vez. Tenía una casa bonita, un carro grande, incontables joyas y aún así, aún así se sentía que faltaba algo, algo más en su patética vida. Había creído que el dinero lo sería todo, que le daría la felicidad que tanto anhelaba y ahora que lo tenía a montones no parecía servir de mucho. Si, ya no tenía que limitarse más, pero de que servía si su estabilidad era ahora la que escaseaba.

La fama estaba presente, eran el grupo más popular de su país. El pequeño grupo del que nadie esperaba nada, estaba ahora en la cima. Debería sentirse realizado, feliz. Pero ahora, esa misma fama le había provocado romperse en llanto. Por más que lo intentaba, por más que quería lidiar de la forma correcta con esto no podía. Las notas no salían, las melodías no nacían en su ser, las letras se enredaban en su mente. Sentía que todo aquello que amaba de la música estaba desvaneciéndose poco a poco. Quería componer, quería crear la canción perfecta que superará cada una de las anteriores, complacer a todo aquel que esperaba grandes cosas de ellos, llenar de orgullo a su país, a sus seguidores.

Pero se sentía tan insuficiente. El no merecía el éxito, la fama, ¿que tenía de especial? Solo era un chico más, un chico de la nada.

En medio de su llanto sintió como unos brazos le rodeaban por la espalda y un cálido cuerpo se pegaba al suyo. Percibió un roce de labios débil sobre su nuca y ese pequeño acto, tan simple y tan corto fue suficiente para hacerle soltar todo el aire que sin saber estaba sosteniendo en su pecho.

Amor mío— susurró su pequeño chico sin separarse un solo centímetro de su cuerpo.

Yoongi no sabía cómo Jimin le había encontrado, solo sabía que a pesar de haber deseado estar solo, había añorado la calidez de su amor.

No era una situación que deseara que Jimin viera más. Se encontraba débil y vulnerable, tan frágil como una hoja en el otoño. Jimin no tenía que verlo así, no cuando el también pasaba por malos momentos, no cuando todos en el grupo se sentían agobiados y cansados. Solo necesitaba huir y soltar todo el llanto que estuvo reprimiendo para después volver a afrontar la realidad.

Amaba demasiado a Jimin, se atrevía a decir que en estos momentos era lo único que le hacía no tirarse por la borda, no cometer una locura. Su pequeño le acariciaba el pecho y con eso esos suaves toques le encendía su frío corazón, le traía un poco de paz a su cansado cuerpo. No se encontraba bien, no estaba bien, y ahora mismo que había dejado de asistir a terapia gracias a su apretada agenda, la necesitaba más que nunca.

Yoongi colocó sus manos sobre las contrarias y tomando una de estas la dirigió hacia sus labios para así depositar un dulce beso.

— Perdóname, no te preocupes más, estoy bien— soltó Yoongi sin dejar de depositar pequeños besos en su piel dorada.

— No, no, mi amor, no hagas eso, no conmigo. No te reprimas...

— Está bien, no quiero agobiarte más— le interrumpió rápidamente.

Oɴᴇ ᴅᴀʏ- 𝚈𝙾𝙾𝙽𝙼𝙸𝙽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora