Capitulo 54

7.9K 631 140
                                    


2019

No sabía con exactitud cuantas hojas se encontraban ahora esparcidas en el frio piso de su estudio, lo único que sabia con claridad era que por mas que intentaba e intentaba escribir alguna rima nueva, simplemente no podía. El reloj sobre su pared solo avanzaba emitiendo ese característico sonido del tictac que no hacía más que irritarle hasta comenzar un inestable tic en su ojo derecho. No era la primera vez que perdía la total inspiración, aun así, el estrés no tardaba en apoderarse de su cuerpo sin más.

Soltando su lápiz y empujando su libreta sobre algún lugar de su escritorio, simplemente se levantó de su sitio para así salir de aquella habitación que le asfixiaba. Sabía exactamente a qué lugar dirigirse para poder relajarse al menos una parte de su agitado día.

Caminando por los pasillos desolados del edificio, siguió ese camino que ya tanto conocía hasta por fin topar con esa puerta metálica gris. La música podía escucharse aun si esta se encontraba totalmente cerrada, indicándole que su adorado novio aún se encontraba dentro. Tomando la perilla, jalo de esta con cuidado de no producir algún ruido estrepitoso que interrumpirá la practica del menor; sin embargo, la música sonaba con tanta fuerza que el rubio ni siquiera se inmuto, encontrándose completamente concentrado en sus movimientos, siendo ignorante del pálido que acababa de adentrarse en la habitación y le observaba desde el marco de la puerta.

Jimin era único. La forma en la que movía su cuerpo era algo que simplemente hipnotizaba al mayor. Practicaba lo que podía reconocer como su solo en Black Swan. Era mágico, sus piernas se elevaban, su cuerpo giraba, sus ojos apenas abiertos ignorando los espejos frente a él y simplemente dejándose llevar por la música. Era arte, la forma en la que bailaba no podía llamarse de otra forma, Jimin mismo era arte puro. Su camisa holgada se deslizaba sobre su hombro izquierdo, dejándole descubierto, mostrando su dorada tez que brillaba ante las luces blancas que se reflejaban sobre esta. Su cabello húmedo cubriendo su frente, pegándose.

En el rostro de Yoongi se dibujó una pequeña sonrisa. Simplemente no podía creer como aquel perfecto chico podía ser su pareja, su novio. Estaba enamorado, tan enamorado que el solo verle aceleraba su inestable corazón, su estómago revoloteaba y todo aquello que le agobiaba se disipaba. Jimin era su cura, su penicilina, era lo que lo mantenía con cordura en esos días donde ni siquiera podía consigo mismo. Solo necesitaba de una de sus hermosas sonrisas para cambiar su ánimo.

Y ahora, el verle así, mientras se entregaba con tanta pasión a la música, le hacía pensar en la noche anterior, en como su cabello igualmente había cubierto su frente, como su cuerpo sudaba y temblaba, su respiración encontrándose agitada y sus movimientos siendo tan agiles como los de ahora. Jimin era apasionado en todo lo que realizaba, pero, en el sexo era tan diestro como lo era en el baile, moviendo sus caderas con esa destreza que tanto le caracterizaba, sus ojos entrecerrados y su boca, con esos labios gruesos e hinchados, entreabierta, brindándole la imagen mas erótica de su vida, mostrándole cuanto disfrutaba de sus toques, de sus besos, de tenerle dentro. 

La música se detuvo y con ella Jimin solo se quedó estático con sus ojos cerrados frente a los espejos en medio del salón, su pecho subía y bajaba. El sonido de su respiración era ahora lo único que podía escucharse en toda la habitación. Yoongi no supo exactamente en qué momento había abandonado el marco de la puerta y había caminado hasta su chico, colocándose por detrás, tomando su pequeña cintura con sus largos y fríos dedos mientras pegaba su pecho a su espalda. Jimin ni siquiera se inmuto, siendo perfectamente consiente de quien se encontraba tras de él, su aroma a cítricos invadiendo sus fosas nasales, deleitándose con el.

Las manos en su cintura no tardaron en comenzar a acariciarle lentamente, las yemas de sus dedos invadiéndose de la textura suave de la tela que le cubría. Sus labios cepillando la piel húmeda de su cuello, solo sintiendo como esta mojaba sus secos y delgados labios. El menor inclino su rostro para darle un mejor acceso, permitiéndole invadirle de esos toques que tanto amaba. Pronto los roces de sus labios sobre su piel se convirtieron en pequeños besos húmedos, su lengua recogiendo las gotas de sudor que emanaban de su cuerpo, degustando el sabor salado de estas. Su boca comenzó a ascender por su cuerpo, depositando besos creando un corto camino hasta tras de su oreja, sus manos abandonando su cintura para encontrar el borde de su holgada camisa y así adentrarse en esta, acariciando su piel directamente con sus dedos, su cálida y suave tez provocando en él que solo quiera tocar más y más. Y cuando su boca tomo el lóbulo de su oreja, comenzando a chuparle, el menor soltó un profundo jadeo.

Oɴᴇ ᴅᴀʏ- 𝚈𝙾𝙾𝙽𝙼𝙸𝙽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora