El tiempo pasa demasiado rápido, llevándose de prisa los días fríos de invierno, trayendo consigo el dulce color rosa que pintaba todas las calles de Seúl, anunciando con ello la llegada de la primavera. No hace más de un mes que ambos chicos habían terminado sus vacaciones fuera de la ciudad y habían regresado a sus duros días de trabajo.No había día en el que Yoongi no apartara al menos un poco de su valioso tiempo para salir de su estudio y dirigirse a donde sabría se encontraría el menor. Todos los días, justo después de sus prácticas de canto, el rubio permanecía en el salón de baile y es justo ahí donde el pálido le gusta pasar sus pocos minutos de descanso.
En ocasiones le lleva el almuerzo y en otras solamente se siente en el frío piso y le mira practicar atentamente. Yoongi estaba tan perdidamente enamorado de Jimin. Su corazón incluso latía con mucha más fuerza cada vez que de sus labios salía un te amo en un murmullo. Su cuerpo aún temblaba cuando el rubio le besaba con esa delicadeza y lentitud que tanto les gustaba. Les gustaba besarse con pereza mientras acariciaban sus cuerpos, Yoongi se sentía estremecer cuando Jimin se atrevía a enredar sus dedos en sus oscuras hebras, jalándolas solo un poco para así hacer más y más profundo el ósculo.
Esa tarde no era la excepción, Yoongi rodeaba la cintura de su sudado y cansado chico, mientras con los largos dedos de su mano libre limpiaba lentamente las gotas de sudor que se resbalaban por sus mejillas. No sabia exactamente cuánto tiempo había estado practicando la nueva coreografía, solo sabía que se había detenido al escuchar la puerta abrirse, y dirigiendo con rapidez su vista al reloj de la pared que le mostraba la hora que anhelaba cada día, supo de quien se trataba, dejándose caer al piso casi de inmediato.
Amaba ver a su chico parado frente a él, ofreciéndole su mano para ponerse de pie y así unir sus labios e iniciar aquellos adictivos besos. Se habían besado, uno, dos, tres, realmente no sabe la cantidad, lo único que sabe es que no eran suficientes y que moría por más, muchos más.
— ¿Que tal la práctica hoy?— preguntó el pálido depositando un pequeño beso esquimal sobre la nariz de su pequeño.
— Cansada, estaba deseando que el tiempo avanzara más rápido para poder verte — confesó el menor sintiendo como sus mejillas se calentaban, adornándose de un ligero rubor. A pesar de todo, cada que hablaba de sus sentimientos con su chico, se convertía en la persona más tímida de todas.
Yoongi solo soltó un risita avergonzada mientras sentía su corazón retumbar más y más fuerte sobre su pecho.
— ¿Quieres almorzar algo?— preguntó acariciando ahora la mejilla con su dedo pulgar, recibiendo de inmediato una respuesta negativa.
— Solo bésame, bésame mucho— murmuró el menor y cuando estaban apunto de iniciar un beso, uniendo sus necesitados labios, la puerta del lugar se abrió.
Los ojos de Yoongi se desviaron con dirección a esta y tratando de enfocar a la persona que estaba parada junto a ella, observándolo tan detalladamente, sintió como su cuerpo era empujado de lado con tal vez demasiada fuerza.
Jimin también había dirigido su atención a la persona que se acababa de inmiscuir en su zona especial, pero no tardó ni un segundo en saber exactamente de quién se trataba. Sintiendo de pronto como el toque de su contrario le quemaba, queriendo alejarlo lo antes posible de su persona. Su corazón se aceleró de prisa y su cuerpo comenzó a temblar de inmediato, incluso parpadeó repetidas veces, tratando así de hacer desaparecer aquella ilusión que se presentaba frente a él.
— ¿Jimin?
Y la voz de su amado padre resonó por todo el lugar, provocando un eco interminable que no hacía más que acabar con la poca estabilidad del menor, que luchaba por no caerse al piso ¿Que estaba haciendo su padre aquí? ¿Hace cuánto tiempo había llegado? ¿Les había escuchado? Definitivamente les había visto, había visto a su hijo mayor estar rodeado por el brazo de un hombre, permaneciendo su cuerpo tan pegado al otro. Su respiración comenzaba a entrecortarse mientras permanecía atónito en su lugar, no sabiendo que decir, que hacer, como actuar.
— Padre, padre, ¿que haces aquí?— rompió por fin el intenso silencio que les envolvía. Viendo perfectamente como las cejas de su mayor se fruncían en evidente molestia. Estaba perdido.
— ¿Que es lo que está sucediendo aquí? Jimin, ¡explícate ahora!— su grito molesto no provoco más que sus ojos comenzaran a cristalizarse. No estaba listo, no podía decirlo, no tenía el valor aún para afrontarlo. Estaba tan asustado.
— N-o pasaba nada— su voz tembló con evidente nerviosismo, pero aún así trató de mantenerse firme ante su padre— No es nada, estábamos charlando.
— Estabas pegado a ese, a ese... hombre— su voz titubeó y en ningún solo momento rompió el contacto visual que mantenía con Jimin, ignorando completamente al pálido que permanecía estático en su lugar, tratando de desaparecerlo como si eso arreglara las cosas.
Jimin se mordió la mejilla internamente mostrándose demasiado temeroso, quería decirle, quería admitirle a su padre que aquel hombre junto a ellos no era más que el amor de su vida, su pareja, aquel al que le había amado desde hace demasiado tiempo y que no le importaba que este fuera de su mismo sexo, que incluso, toda su vida, el se había sentido atraído hacia los chicos. Deseaba poder decirlo, pero simplemente no tenía el valor. No era lo suficientemente valiente para admitir lo que sentía, lo que sucedía. Sentía su corazón quebrándose lentamente al saber que se había engañado todo este tiempo, creyendo que el admitirse a sí mismo que amaba a Yoongi sería suficiente para afrontar al mundo. No era así, porque no importaba cuando le amara, le quisiera, ahora mismo se sentía tan pequeño frente a su padre, deseando, buscando su aprobación nuevamente.
— Solo me ayudaba a colocarme de pie, no sucedía nada más, no era nada, Yoongi, díselo, dile que no es nada, que no significa nada— su voz desesperada y su mirada suplicante por fin choco con la de el chico junto a él.
Los ojos pequeños de Jimin estaban apunto de echarse a llorar, podía ver desde su posición como su pecho subía y bajaba con tanta fuerza mientras sus piernas temblaban. Estaba invadido por el miedo, estaba avergonzado de él, de ellos, de si mismo. Yoongi solo pudo cerrar los ojos un pequeño instante, tomando el valor suficiente para las palabras que estaba por decir. Su corazón estaba tan pequeño sobre su pecho, encogiéndose con cada palabra que emitía su... su chico.
— No fue nada, no significa nada— su voz salió casi como un murmullo y después de decir aquello lo único que pudo escuchar de fondo fue la voz molesta pera un poco aliviada del padre de Jimin, aún regañándolo mientras soltaba mierdas homofóbicas sobre cuidar sus comportamientos o alguien podía malinterpretarlo. Jimin solo asentía y afirmaba en cada oración que este soltaba y Yoongi no pudo soportarlo más, excusándose de forma rápida, alejándose a pasos apresurados de aquel lugar, sintiendo como cada metro que recorría sus lágrimas comenzaban a brotar más y mas hasta convertirse en un llanto desconsolado.
Se encerró en su estudio, donde solo se dedicó a llorar sin más. Trataba de comprender la situación de Jimin, sabía que no era fácil, que este mantenía una lucha interna demasiado complicada, la cual solo podía repararse con el tiempo. Pero si seguían así, si continuaban de esa manera, ninguno de los dos podrían sanar, no harían más que destruirse. No importaba cuánto le amara, si Jimin no era capaz de aceptarse, amarse a sí mismo, su relación no iría a ningún lado.
Lloró hasta quedarse dormido sobre el sofá y como era costumbre, Jimin jamás apareció.
¿Es que aquel juego de sube y baja jamás terminaría?
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Oɴᴇ ᴅᴀʏ- 𝚈𝙾𝙾𝙽𝙼𝙸𝙽
FanfictionEl día que el último trainee se unió al grupo fue el primer día que Yoongi sintió su corazón martillar con fuerza sobre su pecho. Su corazón confundido no sabe si arriesgarse a amar a ese pequeño chico o solo reprimir ese sentimiento que le quema p...