El sonido del timbre me despertó al día siguiente, la noche había sido larga, no solo para nosotros, por los gritos que retumbaban por las paredes del piso de arriba, los demás también tuvieron su noche.
Volvieron a timbrar, fuese quien fuese debía de tener prisa, remoloneé en cama y me topé con que Álvaro ya se había levantado y bastante temprano, su lado de la cama estaba frío. Fruncí el ceño, él nunca se levantaba antes de las diez y cuando lo hacía era porque yo lo obligaba. Con insistencia volvieron a llamar, refunfuñando, me levanté de la cama y con toda la calma del mundo salí de la habitación. Llegué al pasillo y la casa estaba en absoluto silencio, algo extraño ya que a esas horas siempre solía haber follón en la cocina con el tema de los desayunos. Bajé al primer piso y me encontré la misma situación que en el piso superior, absoluto silencio, al llegar a la entrada me recorrió un escalofrío, nunca me gustó estar sola y menos en una casa tan grande, si aquello era una broma, no me hacía gracia.
Me acerqué a la puerta y justo cuando tenía la mano en el pomo, volvieron a timbrar ¿quién coño tenía tanta prisa a las nueve de la mañana? abrí la puerta enfadada pero la cerré rápidamente después de ver quienes se encontraban detrás de ella. ¿Qué hacían ellos aquí? Me empecé a poner nerviosa, Álvaro no estaba en casa y yo no me veía con fuerzas de enfrentarme a ellos ¿porque todo lo malo me pasa a mí?- me pregunté mientras me encogía sobre mi misma al lado de la puerta, volvieron a timbrar pero no me molesté en abrir la puerta sabía que eran ellos, y lo último que quería era verlos, y más teniendo en cuenta lo que me hicieron la última vez.
Pegué la oreja a la puerta esperando escuchar lo que decían, pero nada, silencio absoluto, lo único que se escuchaba eran sus respiraciones agitadas.
- Será mejor que nos marchemos – dijo la voz de una mujer. – Hemos venido para nada –
- Tenemos que hablar con el chico, él es la clave – esta vez era un hombre quien hablaba.
Segundos más tarde escuché la puerta de la verja abrirse y más tarde cerrarse, suspiré aliviada pero también asustada ¿por qué narices querían ver a Álvaro?
Un ruido proveniente de la habitación me hizo subir hasta allí, el móvil vibraba en la mesilla, me acerqué para cogerlo y al ver la pantalla y quien llamaba me quedé sorprendida, hacía años que no hablaba con esa persona, concretamente, hacia cinco años que no hablaba con ella. Con decisión, acepté la llamada, al fin y al cabo tenía ganas de hablar con ella.
- ¿Sí? – pregunté titubeante mientras me acercaba a la ventana y apartaba las cortinas - ¿Amanda?-
- ¿Anny?- preguntó aquella voz que tenía olvidada – ¿Los has visto? – su voz parecía alterada – Te juro que quería avisarte pero tuve una serie de problemas y...-
- Tranquila – le corté – Sí, se han ido hace un rato, así como les abrí la puerta se la cerré, no quiero tener nada que ver con ellos -
- Tranquila, si pasa algo o quieres algo ya sabes dónde me tienes –
Suspiré, Amanda era una de mis mejores amigas, pero desde que pasó aquello hace unos cinco años, nada volvió a ser como antes, yo me tuve que ir lejos y empezar de cero.
- Lo peor viene ahora – comencé diciendo – quieren hablar con Álvaro, no me preguntes para qué porque no lo sé, pero él no sabe lo que me hicieron asique se lo voy a tener que contar antes de que sea tarde –
- Tía, son unos gilipollas ¿porque aparecen ahora cinco años después? , ándate con ojo, aunque la enana ya es mayorcita no? – preguntó mi amiga, el recuerdo de Laura me sacó una sonrisa – Tengo ganas de conocerla, cuando te fuiste , apenas era un garbancito en tu barriga, ahora seguro que es una revoltosa –