Miré a Álvaro, no sabía que contestar, la pregunta me había pillado por sorpresa.
- Pues... - comencé decir – mejor que te lo explique papá que es más listo – contesté pasándole el marrón a Álvaro, quien me miró con odio.
Esperaba ansiosa su explicación, el pobre se puso todo rojo, normal si es que Laura hacía cada preguntita...
- Papi ¿me lo vas a explicar o no? – preguntó cruzándose de brazos.
Cada día que pasaba la niña me sorprendía más pero supongo que tarde o temprano haría esa pregunta.
Álvaro iba a contestar pero el timbre le libró de ese mal trago por lo que soltando un largo suspiro de alivio fue a abrir la puerta.
Mientras él estaba hablando con alguien, por la voz supuse que sería Carlos, Mercedes se fue a preparar unas cosas y yo me quedé jugando con la niña en el salón.
- Mami ¿cuándo va a nacer?- me preguntó con su carita de niña buena - ¿falta mucho?
- Un poquito – contesté acariciándole la cabeza.
- ¿Y cuánto es un poquito?- volvió a preguntarme.
- Pues ocho meses –
- Pero mami eso es mucho!! – exclamó abriendo mucho los ojos - yo lo quiero ahora –
En ese momento apareció Álvaro acompañado del rubio chocolatero.
- ¿Qué quiere la niña más guapa de esta casa ? – preguntó Carlos mientras la niña se lanzaba a sus brazos.
- Un hermanito – respondió con una sonrisa – Tito Carlos ¿ cómo se hacen los niños?- volvió a preguntar esta vez al rubio.
Carlos nos lanzó una mirada interrogante, antes de que se fuera le tendríamos que explicar a que se debía tanta pregunta.
- Laura ! – exclamé – deja de preguntar esas cosas.
- Jo, pero es que papi no me lo explicó – dijo ella poniendo morritos.- Pero el tito me lo va a explicar ¿ a que sí ? – le preguntó a Carlos toda contenta.
- A ver peque, los niños vienen de Paris y los trae una cigüeña- le explicó Carlos –
- ¿ Pero cómo se hacen ?- volvió a preguntar Laura.
Tanto Álvaro como yo pusimos atención a lo que dijo a continuación.
- Pues verás, cuando el gusano de papá, que es un gusano muy pequeñito ( en cuanto dijo esto Álvaro le lanzó una mirada cargada de odio ) entra en la manzana de mamá, que está muy rica ( le pegué una buena colleja en cuanto lo dijo ) deja unos huevitos muy pero que muy pequeñitos. Esos huevitos crecen y crecen hasta que se convierten en un bebé- explicó Carlos.
La niña había prestado atención a todo lo que iba diciendo aunque de vez en cuando ponía alguna cara rara .
- Y tito Carlos – empezó a hablar Laura - ¿ tú también tienes un gusano ?-
Miré a Carlos esperando a que este no respondiera lo que se me estaba pasando por la cabeza.
- Sí, pero es más grande que el de tu papá – genial lo había dicho.
- ¡ Carlos ! – le reprendí – no digas nada más – .
El rubio se calló, sabía que había metido un poco la pata, pero no le culpo, él era así.