Capítulo 38

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-          Princesa – exclamó Álvaro comiéndole la cara a besos - ¿te has portado bien con la abuela?-

-          Bien- respondió Laura alargando la e – yo soy una chica grande y buena-

-          Buena pieza – intervino mi suegra con una sonrisa.

Miraba la escena enternecida, se le daba tan bien los niños que no me importaría formar un equipo de fútbol.

Como era tarde y apenas teníamos tiempo para comer, decidí encargar unas pizzas, no me convencían mucho pero para salir del paso servían.

-          Álvaro, ¿de qué quieres las pizzas?- pregunté marcando el número de teléfono - ¿cómo siempre?-

-          Amor, las que tu cojas están bien – contestó él aún con la niña en brazos - ¿y tú peque de que la quieres?- le preguntó a la enana.

-          Pues – se quedó pensativa durante unos minutos – Chocolate!- exclamó moviendo mucho los brazos – la quiero de chocolate.- dijo muy convencida.

Álvaro se echó a reír y Mercedes y yo no íbamos a ser menos, creo que la influencia de Carlos se estaba haciendo notar en los gustos culinarios de la pequeña.

-          Laura, la pizza de chocolate no existe – dije entre risas – asique no vale decir de chocolate-

-          Sí que existe mami, el tito Carlos me dio un cacho cuando dormí en su casa – explicó ella tan tranquila – asique sí que existe-

Al final terminé encargando las pizzas de siempre aunque cuando llegaron Laura se cogió una pataleta porque no había ninguna de chocolate.

-          Laura – exclamó Álvaro mientras yo me encargaba de abrir la puerta – deja de llorar y cómete tu trozo –

-          No quiero – refunfuñó ella apartando el plato – yo quiero mi pizza de chocolate –

Cuando llegué a la cocina acompañada de mis guapos vecinos de enfrente, Álvaro se encontraba en plena guerra con Laura, esta última se negaba a comer la porción de pizza que le correspondía y el padre no paraba de regañarla, y en cuanto a mi suegra, la pobre no sabía de qué bando posicionarse.

-          Que aproveche – comentó Blas acercando una silla a Vero.

-          Gracias tito – contestó la niña mientras miraba con asco el trozo de pizza que su padre le acababa de servir – toma , te regalo mi cacho de pizza-

-          Laura ni se te ocurra- le amenazó su padre – eso te lo tienes que comer tú-

-          No quiero – se negó.

Madre mía con lo caprichosa que nos había salido la niña, al final le iba a terminar dando chocolate con tal de que se callara.

-          Laura o te comes la pizza o te quedas sin piscina – le dijo la madre de Álvaro muy seria-

Ahí mi suegra había sido rápida y se lo agradecí con la mirada, personalmente no se me ocurría ninguna otra estrategia que no fuera gritarle o darle lo que quería.

Lo que nos deparará el destino (Álvaro Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora