La decisión estaba más que tomada, nos mudariamos pero no nos rendiriamos.
Desde que tengo uso de razón mi familia me enseñó a luchar y a defender lo que amo con uñas y dientes, durante todo mi vida lo he echo y ahora no iba a ser menos.
Tardé años en perdonar y en recuperar al que fue el hombre de mi vida y padre de mis hijos, que no me venga ahora una pelirroja a tocar las narices, si quiere guerra habrá guerra pero no seré yo la perjudicada.
Llegamos a casa de madrugada, la visita al hospital nos llevó bastante tiempo, por lo que decidimos dejar a la niña con Vero y así Mercedes dormirá en su cama. Total mañana tendríamos que hablar con ellos para avisarles del peligro que nos acecha.
A pesar de ser las tantas de la madrugada, tenía hambre, no había cenado y las tripas me rugían más de lo normal.
- Voy a preparar algo de cenar - avisé.
- Yo ya he tomado algo en el hospital, así que me voy descansar , ha sido un día lleno de emociones - dijo Mercedes mientras se iba a la habitación acompañada de Álvaro que quería comentarle unas cosas.
Como nadie más quería comer me preparé una ensalada rápida. Mientras cortaba los tomates me puse a pensar en todo lo que había vivido en aquel casa. Eran tantas las cosas vividas, desde el reencuentro con Álvaro el primer día hasta las noches locas de pasión vividas por toda la casa... Noté como unas manos rodeaban mi cintura, conocía esas manos, esas mismas me dieron placer muchas noches. Me giré y me encontré con esos labios que tanto anhelaba.
Solté el cuchillo y decidí dejarme llevar, atrás quedaron las horas en el hospital y las preocupaciones, sólo existíamos nosotros dos.
- Te quiero - dije alejandolo de la cocina - no se que haría sin ti.
- Yo te amo, te adoro, te necesito como el aire que respiro - respondió él mientras dejaba pequeños besos por mi cuello - hoy... pensé que os perdía - dijo mientras colocaba una de sus manos en mi vientre - si os llega a pasar algo yo... yo me muero.
- Ey - dije mirándolo a la cara - no ha sido culpa tuya, olvídalo, comencemos de cero -
Mis palabras tranquilizaron a Álvaro pero no lo suficiente. Él era muy cabezotas como algo se le metiera entre ceja y ceja no iba a parar hasta que le dieran la razón.
Suspire , no tenía remedio.
Volví a la carga con mis besos pero él al ver que poco a poco iban a más decidió tomar cartas en el asunto.
- Anny - comenzó a decirme mientras yo me dedicaba a jugar con su oreja, aquella noche tenía ganas de jugar - para, si continuas así después vendrán las consecuencias -
- Joder - me quejé - ¿ me vas a tener a pan y agua ocho meses? - resoplé - si no fueras provocando no me tendrías caliente como una mona -
- Calma nena - me tranquilizó Álvaro- lo último que quiero es dejar de fallar te - esto último lo susurró en mi oído haciéndome estremecer - pero debemos de seguir las indicaciones de la ginecóloga - añadió separándose de mi encaminandose hacia la habitación - venga a dormir! -
La médica y yo no nos íbamos a llevar bien ¿ de verdad me iba a dejar con el calentón? Claro como el se podía aliviar el solito y si causar daños...
Refunfuñando me fui a la habitación donde me esperaba un Álvaro sin camiseta tendido en la cama - si es que va provocando - pensé para mis adentros.