Subí por las escaleras y una vez en el segundo piso me apoyé en la puerta de nuestra habitación, sí, estaba molesta por lo que habían dicho las chicas, el tener a Laura me impedía estar con Álvaro a solas, pero eso era un asunto menor.
Lo que si no podía solucionar era el nudo en el estómago que se me formaba cuando hablaba de embarazos y bebés con las chicas, al principio pensé que la pérdida del niño no me iba a afectar tanto ¡pero que equivocada estaba! Cada vez que hablábamos sobre el tema se me venían a la cabeza los planes que teníamos para el nuevo miembro de la familia, hasta teníamos lo nombres decididos, por no hablar de Laura quien estaba muy ilusionada con la idea de tener un hermanito o hermanita. Sin embargo el destino se interpuso otra vez en nuestro camino.
Me sequé las lágrimas. Suspire. Abrí la puerta y entré la habitación donde me encontré con Álvaro y Laura durmiendo abrazados y ocupando toda la cama.
Esa noche me tocaría dormir en el sofá o en la cama de la pequeña, resignada deposité un beso en la frente de la niña y me dispuse a salir de la habitación cuando una mano tiró de mí. Me giré y me encontré con los ojos de un dormido Álvaro quien me miraba con esa sonrisa que me volvía loca, a mí y a cualquiera. Le hice un gesto para que no hablara, lo único que faltaba era que la enana se despertase y revolucionase la casa, aún era muy temprano para eso.
- Me voy a dormir a la cama de Laura – susurré – Aquí vamos a estar muy apretados.-
Álvaro se deshizo como pudo de la niña sin despertarla, se desperezó y me cogió por la cintura.
- Voy contigo – dijo contra mis labios –
Puse los ojos en blanco y salí de la habitación con cuidado y con Álvaro siguiendo mis pasos.
Al llegar a la habitación de Laura me quedé embobada viendo lo grande y bonita que era, a pesar de que horas antes ya la viera, ahora pude apreciar mejor todos los destalles ¡tenía baño en la habitación! Mientras recorría con la mirada el nuevo cuarto de mi niña Alv se dedicó a darme mordisquitos en el cuello y a recorrer mi cuerpo con sus manos.
Me estaba sacando de quicio, no por lo que estaba haciendo sino por como lo hacía.
- Álvaro – murmuré poniendo mis manos sobre su pecho – Son las tres y pico de la mañana, vamos a dormir, anda - .
- Quiero jugar – murmuró contra mis labios mientras jugaba con un mechón de mi pelo – Aprovechemos que la enana revoltosa está dormidita, anda – puso cara de cachorrito – Todos inauguraron la casa por todo lo alto, bueno, todos menos nosotros-
- ¿También los has escuchado?- pregunté entre risas mientras recorría su pecho con mis dedos haciendo círculos en su abdomen.
- Cómo para no escucharlos – bufó mientras se revolvía el pelo. – Con Laura nuestra vida sexual se va a ir al garete –
Arqueé las cejas y me eché a reír lo que hizo que Álvaro me mirara de forma curiosa.
- Mira que eres tonto – dije dándole un intenso beso. – Nuestra vida sexual será tan activa como siempre – susurré en su oreja.
- Ah, ¿no? –
Álvaro comenzó a bajar sus manos hasta mi trasero el cual agarro salvajemente y me alzó para más tarde estamparme contra la pared donde comenzó a recorrer mi cuerpo con deseo, necesitado de sexo y de amor a partes iguales.
En el momento en el que nuestras lenguas comenzaron su propia batalla ambos dejamos de ser conscientes de la realidad, nos necesitábamos el uno al otro y nadie nos iba a interrumpir ese momento tan íntimo. Cabe decir que nada más entrar en la habitación cerramos la puerta con llave para evitar interrupciones incómodas.