Necesitada como estaba le seguí los besos ajena a lo que vendría a continuación.
Álvaro me besaba como si del fin del mundo se tratara, mientras me dejaba pequeños besos en el lóbulo de la oreja me acariciaba los pechos por encima de la ropa.
Mis pezones se pusieron muy duros, no aguantaría mucho así. Me levanté de la cama y rapidamente le puse el pestillo a la puerta.
Álvaro me desnudaba con la mirada mientras regresaba a la cama, se apartó como pudo y me dejó un hueco al borde de la cama.
No lo dudé ni un instante y me lanzé a sus brazos, lo echaba muchísimo de menos, necesitaba sus besos, sus caricias...
El ambiente se fue calentando poco a poco, mientras yo acariciaba su torso tonificado, él se dedicaba a jugar con mis pezones que se volvieron a poner duros. Tomó esto como una señal y se apresuró a sacarme la camiseta y el sujetador, se le veía desesperado por hacerme suya. ¿Enserio iba a hacerlo en un hospital?
Dado que él no podía moverse decidí subirme encima del y mientras es se dedicaba a jugar con mis pechos yo comencé a mover mis caderas rapidamente haciendo que nuestros sexos se rozaran por encima de la ropa. A medida que iba aumentando la velocidad Álvaro aumentaba sus gemidos, estaba disfrutándolo de verdad, cuando vi que era suficiente paré de moverme.
Álvaro estaba totalmente equivocado, su miembro seguía con vida incluso parecía más grande de lo habitual.
Con mi mano derecha comencé a masajearlo por encima de la ropa, mientras mi mano izquierda recorría su pecho con suavidad. La cara de Álvaro era de pura excitación, tenía los ojos cerrados y disfrutaba con cada una de mis caricias, me pedía que aumentara la intensidad y yo obediente como soy le consentía en todo lo que me pedía.
Le terminé de quitar la bata de hospital que tenía puesta y le bajé los boxers dejando libre al gran gango, era tan grande y tan duro que con solo verlo se me hacía la boca agua. Sin embargo aún no había llegado el momento de meterlo en la cueva, no aún.
En la habitación pude localizar una bata de médico por lo que no dudé en darme la vuelta y sacarme lo poco que me quedaba de ropa y ponerme esa bata. Era un poco corta, demasiado diria yo, con suerte no la tendría mucho tiempo puesta, me dí la vuelta y pude ver como Álvaro me comía, me devoraba con solo mirarme. Había conseguido mi objetivo, excitarlo más aún.
Regresé a la cama pero en lugar de sentarme encima de él, me puse de espalda a él y a cuatro patas. De esta forma él tenía una vista panorámica de mi precioso culo y yo tenía al gran gango para mí sola.
En ese momento comenzó una guerra de lengüetazos, mientras Álvaro se dedicaba a pasar su lengua por toda mi anatomía deteniéndose la mayoria del tiempo en mi clítoris, lo que me producía un placer absoluto, yo me dedicaba a devorar su miembro desde la raíz hasta la punta. Nuestros gemidos se debían de escuchar por toda la planta pero no nos importaba, era un momento deseado por los dos y nadie lo iba a interrumpir.
Después de alcanzar dos grandes orgasmos pasamos a la parte final, me senté sobre Álvaro y antes de incrustarlo dentro de mí decidí joderlo un poco. Agarrándome a una de las barras de la camilla comencé a moverme rapidamente encima de él provocando que este no parase de gemir, sus gemidos eran música para mis oídos.
Cuando sentí que le faltaba poco para correrse, cogí su gran miembro y me lo metí de un golpe. El placer que sentí al tenerlo dentro de mí hizo que soltara un gemido que se debió de escuchar en todo el hospital, adoraba tenerlo dentro de mí.
Cómo Álvaro, debido a su situación, no podía mover las piernas, me agarró de la cintura y haciendo una fuerza descomunal me subía y bajaba rapidamente provocando que su miembro entrara y saliera con una fuerza y velocidad increíble.
Para varíar decidí cambiar de posición, no me pregunteis como, pero después de muchos esfuerzos conseguí que Álvaro se sentara en el borde de la cama, me senté encima de él, cara a cara y comenzaron otra vez las embestidas.
Mientras yo me movía con rapidez, álvaro no paraba de chupar cada uno de mis pezones, pezones que estaban duros como piedras. No paraba de gemir, era tanto el placer que estaba sintiendo que no era consciente de lo que pasaba a mi alrededor. Noté que Álvaro estaba a punto de correrse cuando comenzó a pedir que aumentara más y más la rapidez. Después de unos cuantos minutos ambos culminamos con un gran orgasmo.
- Ummm para no poder mover las piernas no has estado mal- dije mordiéndole el lóbulo de su oreja.
- Tu tampoco has estado mal... te veías tan sexy con esa bata...- dijo mientras dejaba pequeños besos en mi cuello consiguiendo que soltara pequeños gemidos.
- Pues tendré que comprar un traje de enfermera y otro de médico para cuando el señorito quiera jugar- dije mientras me levantaba y le guiñaba un ojo.
- Grrrr poco te va a durar puesto- dijo.
- Ah si? Entonces que vas a hacer con él- dije acercándome a él con una mirada pícara.
- Pues....
Se vió interrumpido con los fuertes sonidos de la puerta, alguien intentaba por todos los medios abrir la puerta de la habitación pero al estar cerrada con el pestillo era imposible.
Me vestí lo más rápido que pude, ayudé a álvaro a ponerse la bata y a acostarse otra vez en la cama, allí no había pasado nada. Me arreglé el pelo y caminé hacia la puerta, inspiré, expiré y abrí la puerta.
- ¿Que coño?
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Holiiiiiiiiii he aquí un capitulo más como otro cualquiera, espero que os haya gustado J