Capítulo 49

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—   Álvaro-llamé— ¿porque te has quedado ahí  parado?—

Subió  las escaleras que faltaban para estar a mi altura pero en lugar de detenerse siguió subiendo.

—   Por tu bien que no sea otra niña — decía entre risas — No fui entrenado para asustar a los moscardones que vayan detrás de nuestras hijas — dijo ya en la habitación.

Meneé la cabeza y me senté en cama.

—   No creo que tengas problemas — dije mientras me sacaba los zapatos — Con Laura por lo menos no tendrás  problema —

Álvaro miró confuso,  lo que me provocó un ataque de risa.

—   No te entiendo—

—    A ver cariño, Laura tiene un carácter fuerte, pondrá a los chicos firmes eso seguro. —

—   Ojalá  tengas razón, aun así creo que será  niño—dijo echándome la lengua.

—   Eres peor que tu hija —me metí en cama—

—   Mmmm pero aun así me sigues queriendo— susurró  mordiéndome una oreja.

—   Álvaro a dormir—

—   Es que el gran gango quiere jugar—dijo pegándose a mí.

Estaba en lo cierto su erección se clavaba en mi espalda buscando el orificio de entrada.

—   Álvaro.... —comencé  a decir mientras notaba con sus manos se colara por dentro de mi camiseta y desarrollaban el sujetador. —Como sigas así no me voy a resistir—añadí mientras pasaba la lengua por mi cuello.

—   Es lo que pretendo nena — sus manos dejaron mis pecho y descendieron poco a poco a mi señora que en aquellos momentos estaba a punto de caramelo —Tenemos que acabar lo que empezamos en el coche — susurró en mi oído mientras me acariciaba por encima de mi ropa interior.

Gemí—Álvaro —dije entrecortadamente— no sé como pero siempre lo consigues —susurré contra sus labios —siempre   tengo ganas e ti,  pero ahora más que nunca —

Álvaro me está matando de placer,  no era el Álvaro dulce que había conocido,  era u  Álvaro  salvaje que con sólo besarme provocaba que todo el cuerpo me temblaba.

Arqueé la espalda,  Alv había descendido hasta mi sexo y pasaba salvajemente su lengua de arriba a abajo arrancando me verdaderos gritos de placer.

—   Nena  como sigas gritando te escucharán  todos — dijo Álvaro mientras continuaba entre mis piernas.

—   No pares — exigí mientras le agarraba del pelo y lo encajaba entre mis piernas.

De repente y con Álvaro entre las piernas la puerta de la habitación se abrió  de golpe, por instinto cerré las piernas fuertemente.

—   Vero—grité

—   Ups perdón,  no sabía que estabais dale que te pego —dijo cerrando la puerta.

En cuanto se fue respiré frustrada,  en esa casa no se podía hacer nada tranquilamente.

—   Álvaro sal anda,  que se me fueron las ganas —

Lo que nos deparará el destino (Álvaro Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora