31. Hora de ir a casa

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Fred y Jill despertaron, cada uno en su habitación, se quedaron unos segundos mirando el techo para después levantarse y meterse a la ducha.

Jill salió del baño ya vestida, miró todo el dormitorio con nostalgia pues no sabía si regresaría. Se sentía mal por haberle dado esperanzas a Fred pero es que ni siquiera ella sabía si volver o no.

Salió del cuarto y caminó hacia la salida donde estaban todos los alumnos esperando a partir a la estación de Hogsmeade.

Encontró a sus amigos y se acercó a ellos.

- ¿Lista para el verano? - preguntó Brant a Jill

La chica se encogió de hombros - creo - dijo con indiferencia

- Vamos Ji, un poco más de emoción - exclamó Finn

- Wuuu - Jill levantó los brazos y festejo sarcásticamente

El resto del grupo río y siguieron conversando de banalidades, hasta que Hagrid llegó por ellos y se los llevó en dirección al tren.

Una vez en la estación los alumnos empezaron a subir a los vagones del expreso de Hogwarts.

- Aca hay uno vacío - anuncio Ernie

El grupo de amigos entraron y se sentaron

- Y bien, ¿qué harán durante las vacaciones? - pregunto Viv

- Pastelería - respondió Eri

- No lo se - dijo Brant

- Viajar - exclamó Jill

- X2 - dijeron Nora, Ernie y Finn

- Al menos ustedes salen de aquí, yo me tengo que quedar en una odiosa pastelería a ser amable con gente que es un grano en el culo - exclamó con fastidio

Lo que pasa es que Erika odiaba todo lo que tenía que ver con la cocina, sus aspiraciones eran más que ser una buena esposa como le decía su madre.

Ella aspiraba a trabajar en el ministerio, esforzarse, crecer y obtener un alto mando importante, tener una librería para alimentar todas las mentes jóvenes del mundo mágico y dejar de lado todas esas cosas que la sociedad decía que estaban bien y que no.

El tren dio marcha, todo el viaje transcurrió con normalidad, pláticas, risas, planes, etc.

Pero Jill, a pesar de estar presente en la conversación, su mente estaba con el pelirrojo que la ayudó.

Jill se había dormido en las piernas de Nora.

- Ji, despierta, ya llegamos - la rubia la movió

Jill se sobresaltó y se incorporó en el asiento.

- ¿Te encuentras bien? - preguntó Nora

- Si, me asustaste, es todo - dijo en casi un susurro

- Bien, vamos, ya somos las últimas - explicó la amiga

Nora y Jill bajaron del tren, en cuanto Jill vio a sus papás corrió hacia ellos

- Ovejita, ¿cómo estás? - preguntó su papá abrazándola con todo el amor que sentía

- Bien, ¿cómo han estado ustedes? - exclamó la menor separándose del abrazo

- Excelente, extrañandote mocosa - dijo su mamá

- Yo tambien los extrañe - Jill los volvió a abrazar

- Bueno, hora de ir a casa - anunció el padre de Jill

- Vamos - dijeron madre e hija al unísono

La familia camino hasta el auto y comenzaron su viaje a casa.

- Estás más delgada, ¿Has comido bien? - preguntó su madre

Jill pareció pensarlo - Si - contesto con simpleza

Los padres de la chica se miraron mutuamente, ellos sabían todo lo que había pasado, pues ellos la ayudaron con la denuncia y todo el proceso.

Sentían un gran dolor al saber que su hija paso por eso, les dolían pensar en que ese infeliz le robo el brillo a si hija, la veían más apagada qué nunca y estaban más que dispuesto a ayudarla.

¿Por qué? (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora