109. Las tres escobas

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Jill revisó su reloj de muñeca y vio que ya eran las cuatro de la tarde. Era hora de que las gemelas regresaran al castillo.

– Niñas, hay que volver a Hogwarts – habló la madre de las pelirrojas

Las niñas desanimadamente asintieron con la cabeza. La pequeña familia comenzó a caminar hacia el colegio.

– En esta semana vendremos por ustedes para ir al ministerio de magia y arreglar lo de sus apellidos – anuncio Fred

Zara y Lilit volvieron a mover su cabeza en sentido de afirmación.

Las pequeñas pelirrojas se despidieron de sus padres y entraron al castillo en busca de sus amigos para pasar un rato en compañía de ellos.

Mientras tanto Jill y Fred que estaban afuera del colegio se dieron la vuelta, se tomaron de las manos y comenzaron a caminar; nuevamente en hacia el pueblo.

– Vamos a las tres escobas nena – dijo el pelirrojo guiando a la castaña hasta el pub

Caminaron durante unos minutos hasta que llegaron al local. La pareja entró y buscaron una mesa.

– Muchacho – se escuchó una voz que a los dos se les hizo familiar

Voltearon en dirección de donde venía la voz y vieron a Hagrid sentado en una mesa e invitándolos a acercarse con la mano.

Fred y Jill con una sonrisa se acercaron. La castaña estaba feliz de volver a ver al semigigante ya que ellos se habían vuelto cercanos durante la estadía de la chica Winston en Hogwarts.

– Hola Hagrid – saludo el pelirrojo

Jill no aguantó la emoción de volver a ver a su gigante amigo y se le tiró a los brazos para darle un gran abrazo.

– Hola pequeña – saludo el gran hombre devolviéndole el abrazo a la chica – ¿Cómo has estado? – pregunto cuando Jill se separó de él

– Muy bien Grid y tú – respondió la castaña

– Bien, no me quejo – dijo dando un sorbo a su cerveza de mantequilla – ¿Que los trae por acá? – preguntó esta vez mirando a Fred

– Ah, pues vinimos a ver a nuestras hijas – respondo el Weasley

Hagrid se atragantó con su propia saliva – ¿Hijas?, ¿No me digan que ese par de pelirrojas son suyas? – cuestiono recordando a la adorable Lilit y a la desastrosa Zara

– Pues si, son nuestras niñas – respondió Ji

– Caray – se rasco la nuca – sabía que ese par eran unas Weasley pero no me imagine que fueran hijas de uno de los gemelos – dijo con media sonrisa – en fin, felicidades muchachos – levanto si tarro de cerveza y dio un trago

– Gracias Hagrid – respondió la pareja.

– Pero tomen asiento, no me los voy a comer – invitó y bromeó el semigigante

– Yo voy por las bebidas, ¿que se te antoja, bonita? – preguntó el pelirrojo a su novia

– Una cerveza de mantequilla está bien – respondió la única mujer en la mesa

Fred asintió y se dirigió a la barra para pedir sus bebidas.

– ¿Cómo te ha ido Grid? – preguntó Ji

– Bien, ya sabes, clases, clases y más clases – dijo con una sonrisa

– ¿Las gemelas no te han dado problemas? – volvió a cuestionar la Winston

– Pues no, Lilit es una de mis mejores alumnas, es muy apasionada, en cuanto a Zara bueno, ella es diferente – dijo esbozando una sonrisa

– Si te dan problemas no dudes en escribirme – dijo Jill

Justo en ese momento llegó Fred con las cervezas y se sentó.

Los tres adultos comenzaron a platicar y recordar, eso hasta que Jill recordó al pequeño Teddy.

– Freddie, ¿quiénes son los padres de Teddy? – preguntó la castaña

– Bueno, él es hijo de Remus Lupin y Nymphadora Tonks – explico – pero ellos murieron de una manera muy misteriosa y repentina, nadie sabe cómo – dijo con pesar – dejaron al pequeño Teddy a cargo de Harry quien es su padrino pero últimamente pasa mucho tiempo en casa de su abuelo Ted Tonks – dijo el pelirrojo

– Ya veo, que triste que el profesor Lupin y su esposa hayan muerto – se lamentó la castaña

¿Por qué? (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora