61. Él no sabrá de mí ni de las gemelas

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Después de algunas semanas, ya todo estaba más tranquilo, yo cada vez estaba más adaptada a la vida de madre soltera, mi mamá me ayudaba pero prefería que no lo hiciera ya que quería aprender a hacer todo yo misma, arreglármelas con las gemelas, a veces las cosas se me salían de control y era cuando acudía a mi mamá.

Trabajaba unas horas durante el día, de vez en cuando llevaba a las gemelas a la tienda, sinceramente no son muy demandantes, solo despiertan para comer o cuando tienen el pañal sucio, el resto del tiempo se la pasan dormidas.

Hace dos días recibí una carta de Eri diciendo que vendría a casa a visitar a las bebés y conocerlas, dijo que hablaría con las chicas para que también vinieran este fin de semana.

Hoy era sábado, los fines de semana descansaba del trabajo para poder pasar más tiempo con mis niñas, eso me agradaba mucho.

Estaba en mi cuarto leyendo mientras que Zara y Lilit dormían, comencé a sentir hambre, quise bajar a buscar algo de comer pero no quería dejar a las gemelas solas, recordé que hace poco había comprado una especie de cunas para la sala, me acerque a Lilit para cargarla, me la acomode de un lado y después hice lo mismo con Zara.

Baje con mucho cuidado, al llegar a la sala acosté a cada una en su respectiva cuna, las acomodé y las tapé.

Fui a la cocina sintiéndome más segura y busqué algo que comer, mientras buscaba en el refrigerador escuché el timbre de la puerta, cerré la puerta del refri y me dirigí a la puerta de la entrada

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Fui a la cocina sintiéndome más segura y busqué algo que comer, mientras buscaba en el refrigerador escuché el timbre de la puerta, cerré la puerta del refri y me dirigí a la puerta de la entrada.

– SORPRESA – gritaron todas cuando abrí la puerta, justo en ese momento escuche a las bebés llorar, mire a las chicas con enojo

– Ya las despertaron, cierren la puerta cuando entren – me aleje de ellas para ir a donde estaban Zara y Lilit.

– Lo sentimos – dijo Nora en un susurro 

– Trajimos regalos, pero son para las gemelas, no para ti – hablo Viv entrando con bolsas.

Cargué a ambas niñas y las comencé a mover en mis brazos.

Ahora que veía bien a las chicas todas traían por lo menos cuatro bolsas de regalo.

– No se preocupen y gracias, no se hubieran molestado, a la próxima no lleguen gritando como locas – advertí mientras seguía moviendo a las bebés que comenzaban a calmarse.

– Caya, Vamos a consentirlas tanto como queramos – dijo Viv acercándose a mí para ver a las bebés – Mira, que bonitaaaas – habló la rubia jugando con las manitas de las gemelas.

– Les presento a... – mire el lazo que tenían en el cabello, Zara tenía uno lila y Lilit uno rosa – Lilit – moví el brazo donde tenía a la gemela menor – y ella es Zara – moviendo ahora el otro brazo.

Las otras dos se acercaron a nosotras – ¿Puedo cargar a una? – preguntó Eri

– Claro – ella tomó a Zara en brazos

Miro a la bebé entre sus brazos – Hola, pequeña – me miró – es preciosa Ji

– Claro, se parecen a mí – exclamé con gran egocentrismo

– Yo también quiero cargarla – Viv se acercó extendiendo los brazos para que le pasara a Lilit

Le pase a la bebé – Ji, ¿como sabes quien es cada una? – preguntó viendo la carita de Lilit y luego de Zara

– Ah, pues les pongo una cosa de color diferente a cada una, a Zara siempre le pongo algo lila y Lilit algo rosado – explique

– Tiene sentido – dijo Nora

– Si, ¿cuánto tienen? – preguntó Eri

– Nacieron hace dos semanas, el 5 de septiembre – sonreí al recordarlo – en fin, ¿ya comieron? – pregunté

– No – dijeron las tres al unísono

– Bien, voy a hacer algo, vengan – dije caminando a la cocina

Entramos a la cocina, ellas se sentaron en la mesa desayunador con las bebés y yo comencé a buscar que hacer para comer las cuatro.

– ¿Y cómo estás llevando esto de ser mamá de gemelas? – preguntó Nora

Suspire – Pues hago lo mejor que puedo, es difícil porque obviamente son dos y yo soy una, a veces mamá me ayuda pero prefiero que no lo haga ya que busco adaptarme mejor a ellas y hacer todo por mi misma – explique moviéndome por la cocina

– Ji, no has pensado en que todo esto seria mas fácil si... – mire a Eri atentamente – bueno, tu sabes, si le hubieras dicho a....

– De ninguna manera Eri, no me importa que tan difícil sea esto, él no sabrá de mí ni de las gemelas, ya guarde el secreto mucho tiempo y decírselo ahora haría que me odie más – interrumpí

– Pero Ji, él...

– Basta Erika, no quiero saber nada de él, ya es demasiado difícil para mi superarlo como para que vengas a contarme cosas de él que solo harán mas complicado olvidarlo – suspire

– Esta bien, pero yo sigo pensando en él merece saber sobre estos angelitos – dijo jugando la manita de Zara

Me quedé pensando en eso un buen rato, quizás tenga razón... ya veré que hacer con ese tema después.

Cuando la comida estuvo lista, las cuatro comenzamos a comer y a conversar de todo, las chicas ya se habían graduado y estaban buscando empleo, Eri seguía en una relación con George y lo ayudaba con una tienda, sinceramente a esa parte no le puse mucha atención ya que Lilit comenzó a llorar.

Cargue a la pelirroja menor y después vi la hora, era su hora de comida.

– Chicas vamos a mi cuarto, les tengo que dar de comer a las niñas – subí aun con Lilit en brazos, los demás me siguieron, Nora ahora cargaba a Zara.

Cuando llegamos a mi cuarto agarre la almohada en forma de dona y la acomode para también acomodar a Lilit – Pasame a Zara – Nora se acercó con la nena en brazos y me la entregó, la acomode – volteense – ordené, las chicas se dieron la vuelta, levanté mi blusa y de inmediato comenzaron a comer, pase una manta por mis hombres haciendo que cayera al frente cubriendo a las gemelas comiendo de mi. – Listo

Voltearon y se sentaron en la cama, mientras seguíamos conversando de todo y de nada, me sentía relajada.

Me hacía falta un rato con mis amigas para platicar de estupideces y cosas serias.

Cuando dieron las 7:00 pm todas se despidieron para irse.

¿Por qué? (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora