68. Son lo único que tengo del hombre que amo

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– Les dije que no se mojaran porque hace frío – dije mientras tomaba la temperatura de las clones

– Mami... – fue interrumpida por un estornudo

– ¿Es que como se les ocurrió? – estaba enojada pero mi preocupación era más

Un día antes Zara y Lilit estaban muy tercas con que querían jugar en el patio con la manguera a lo que yo les dije que no porque el clima estaba fresco y se podrían enfermar. Claro que como se parecen más a su papá que a mi pues me desobedecieron y mientras yo me bañaba, ellas estaban felices de la vida mojándose en el patio.

Miré el termómetro que marcaba 40° y 39°, eso era mucho para unas niñas de cuatro años, me levanté – Vengan – no se movieron, mis niñas se veían muy débiles.

Baje a la sala donde estaban mis papás – Pa, me puedes ayudar a bajar a Zara, las voy a llevar al doctor.

– Si – se levantó y subimos al cuarto de las gemelas.

Cargó a Zara y yo a Lilit para bajar de nuevo, salimos y subimos a las clones en la parte trasera del coche. Subí y manejé hasta el consultorio de Carl el cual también resultó ser pediatra y él atendía a las minis Weasley cuando se llegaban a enfermar.

Él y yo formamos una agradable amistad, de vez en cuando iba a la casa a ver a las clones o yo las traía a su consultorio para que las viera. Las niñas lo querían mucho y Carl a ellas, eso me agradaba.

Baje y a como pude cargue a las dos niñas, entré a la pequeña clínica.

– Hola, ¿Está el doctor Manning? – pregunté a la recepcionista

– Un momento, por favor – se levantó y caminó a donde estaban los consultorios, después de unos segundos volvió seguida por Carl.

– Hola – lo salude

Se acercó y me ayudó cargando a Lilit – Tiene fiebre – le expliqué

– Ven – caminó hacia su consultorio – ¿Desde cuando están así? – me pregunto mientras examinaba a Lilit

– Amanecieron así – expliqué todo lo que pasó ayer 

– ¿Le diste alguna medicina? – ahora estaba revisando a Zara

– No, solo les di un baño tibio ayer, justo para evitar esto y pero ya ves – estaba que me comía las uñas de la preocupación

– Tranquila Jill, no es grave, solo dales estos antibióticos cada 6 horas durante 5 días y se pondrán bien – escribió en la receta y luego me la entregó – Y ustedes dos, obedezcan a su madre – les dijo a las gemelas

– Sii – contestaron con un hilo de voz al mismo tiempo

– Bueno – me miro – Más tarde voy a tu casa para ver como siguen las copias – se refería a las gemelas

– Si, esta bien, muchas gracias Carl – suspire aliviada – nos vemos mas tarde – le di una sonrisa

Me acerque a la camilla y cargue a Lilit, apenas iba a cargar a Zara cuando Carl me detuvo – Yo la llevo – la cargó y caminamos hasta el coche.

Acomodé a Lilit en su asiento y luego recibí a Zara en brazos para hacer lo mismo – Gracias, nos vemos – subí al auto y regresé a casa

Mi madre me ayudó a bajar a las gemelas del auto y las llevamos a su cuarto para que durmieran.

– Voy a ir a comprar las medicinas, ¿las podrías cuidar un rato? – hablé en un susurro mientras las acomodaba en sus camas.

– Si, no te apures, ve – dijo mi mamá susurrando

Deje un beso en la cabeza de mis hijas y baje para volver a salir de la casa e ir a la farmacia, compre las medicinas y regrese a casa.

Entre la casa y subí al cuarto de las gemelas – Nenas, hora de tomar sus medicamentos – vi como se removieron más no despertaron.

No se como explicar el sentimiento que sentí en ese momento al ver a mis pequeñas pelirrojas tan apagadas por estar enfermas.

Obvio ya se habían enfermado antes pero nunca de esta manera, ella aunque se enfermen siempre andan de arriba a abajo jugando y cuanta cosa más y ahora están en cama dormidas sin querer despertar.

Me senté a la orilla de la cama de Lilit – Princesa, vamos, despierta, solo toma tu medicina, por favor – hablé quitando el cabello que tenía en la carita.

La ayudé a sentarse y me preparé para darle el medicamento, mi bebé nunca abrió sus ojitos, solo consumió la medicina y se volvió a dejar caer en su cama.

Repetí la acción con Zara, ella si abrió sus ojos pero se veían apagados, tomó el antibiótico y se tiró a la cama.

Las tapé con una ligera sábana y salí de la habitación para ir a la cocina a prepararles algo de comer.

Minutos más tarde escuche el timbre de la puerta, deje de hacer lo que estaba haciendo y fui a abrir.

– Hola – saludo Carl

– Hola, pasa – me hice a un lado para que entrara

– ¿Cómo siguen? – pregunto mientras me seguía a la cocina

– Pues desde que llegamos están dormidas, no querían comer – explique mientras lavaba los platos

– Es normal, nunca se habían enfermado de esa manera, lo se yo que soy su doctor – dejó ir una ligera risa

– Lo sé, es que... – sentí un nudo en mi garganta – se ven tan débiles y no lo soporto – lágrimas involuntarias salieron de mis ojos

– Hey, hey, hey, tranquila, van a estar bien – escuche como caminaba hasta mi, me dio la vuelta y me abrazo – te lo prometo – acaricio mi cabello

– Lo siento – dije limpiando mis lágrimas – es solo que son lo mejor que tengo y me duelen – solté en un hilo de voz.

Y también son lo único que tengo del hombre que amo

Así pasaron los días, Carl venía de vez en cuando a casa a ver a las clones, comíamos juntos, las niñas cada vez estaban mejor y regresaban a su habitual energía.

Por fin me sentía más tranquila.

¿Por qué? (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora