LXXII- Konoha

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-Umi, ya es tarde- dijo Daikuro al ingresar a su habitación acompañado de Kaedi y Kumo.

-Daikuro... qué, cómo... ¿qué pasa?- respondió sorprendida al ver el reloj y descubrir que no se quedó dormida, es la hora de siempre.

-La boda, tenemos tantas cosas que ver y vamos a comenzar hoy-

-Si... no... eso. No Daikuro- dice mientras le hace señas a Kumo para que vaya con ella.

-No es necesario, es que... no haremos... solo buscaremos un monje para que

-¡No!, te lo prohíbo terminantemente Umi!-

-¡Daikuro!- reclamó mientras Daikuro se sentaba a su lado y Kaedi se lanzaba a sus brazos para abrazarla y darle besos.

-Tu mereces una boda, que todos te vean y den buenos deseos. Que las chicas mueran de envidia y los chicos se lamenten por no ser ellos-

-No Daikuro, no quiero poner en ridículo a Omu, ni siquiera tengo apellido, menos dote... bueno, tengo dos niños, ¿eso puede contar como dote no crees?- al decir eso le da un gran beso a su hijo en la mejilla.

-Sí, y tú misma ya eres un tesoro. Pero eso no importa, ya me encargaré de todo. Vamos- Daikuro la llevó cargando a la planta baja de su casa que se ha convertido en una tienda de novias.

La chica por donde sea que vea encuentra los modernos vestidos blancos y los tradicionales kimonos, además de muestrarios de las más hermosas telas hermosas y las sedas más finas, junto con un grupo de mujeres que están listas para probarle todo.

Daikuro le presenta a la dueña, ella la toma de la mano y comienzan a prepararla, una hora después ella está peinada, tiene el kimono nupcial que eligió Daikuro, incluso la han maquillado y lleva el wataboshi.

Al terminar entraron Daikuro, Kumo y Kaedi, mientras el Limón se veía en el espejo y trataba de no llorar.

-Entonces, ¿este es el elegido?- dijo Daikuro al notar que unas lagrimas comenzaban a brotar de sus ojos sin decir nada.

-¿Todo bien Umi?, creí que... niños porque no van por Yuki... sí, díganle que venga con todo su malgusto a ayudarnos- dijo Daikuro y se apresuró a ir junto con el Limón.

-Umi, qué te pasa. Dímelo -

-No puedo usarlo, no puedo... siempre quise usar uno y lo usé cuando me casaron con Doto... y... y mis recuerdos de ese día no son muy buenos- dijo llorando.

-Vaya, sí tienes razón, quítatelo. Vamos, no necesitas eso. Busquemos algo más, algo mejor... de todas formas un kimono es demasiado simple para ti- Daikuro no deja de abrazarla, mientras el Limón no dejaba de llorar al recordar ese día.

Cuando se tranquilizó, ya había llegado Yuki, pero no va sola, la acompaña Enoki y Atlas que deciden ayudarla a escoger su ajuar, sin embargo ellos le ponen a todas las opciones, en especial Enoki.

Las horas pasan, el Limón ya está cansada de tanto probarse vestidos tras descartar todos los kimonos, así que aprovecha la insistencia de su inquieta hija para que vea unas mariposas y se escabulle hasta la cocina donde arrinconaron todos los kimonos y ahí lo ve.

-Mira mamá, mariplosas ¿verdad que son mariplosas?- dijo Kumo emocionada mientras le mostraba un velo.

-¿Un velo?- ella lo observó detenidamente, las mariposas son color rosa pálido, el resto es blanco, bordado, lindo, semitransparente, entonces se puso a pensar en Omu. ¿Está bien que anteponga sus necesidades a las de él?, comenzó a tomar varias piezas ante la mirada de Kumo, los más simples y por fin tuvo lo más parecido a un kimono nupcial.

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