LXXV- Papá

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-¿Todo bien Kumo?- preguntó el Limón al notar que su hija sigilosamente da vueltas en la entrada de su habitación sin entrar.

-Sí... digo no, bueno... no es nada- y corrió a su lado al ver que se iba a levantar mientras amamantaba a Omumaru.

-Vaya, cada día se pone más cachetón- dijo al ver a su hermano quien pareció reconocerla para soltó el pecho de su madre para sonreírle.

-¿Vas a decirme que te pasa o usaré mis poderes de madre para saberlo?- dijo el Limón mientras Kumo suspiraba y se sentaba a su lado.

-Mamá...- la niña la mira a los ojos y aunque el Limón no quería leyó su mente, hasta se le borró la sonrisa.

-¿Quieres saber la verdad?- la niña abre lo más que puede sus ojos y abraza a su madre sin decir nada más esperando una respuesta. El Limón respira profundamente, sabía que ese día llegaría pero no esperaba que fuera tan pronto.

-Bueno, hablar de eso es un fastidio- dijo sonriendo al decir la palabra favorita de sus hijos.

-Su papá, es... alguien muy inteligente y flojo como ustedes pero... él y yo nos apresuramos, sí nos queríamos pero... no es el tipo de amor que nos tenemos Omu y yo- dice mientras acomoda los mechones de pelo que le resbalan a Kumo por su frente.

-Y luego naciste tú y tus abuelos me ayudaron a cuidarte, después nació Kaedi y después... después su papá encontró a alguien que lo hacía muy feliz y se casó, y yo también-

-¿Y cómo se llama?, ¿cómo es?, ¿crees que podremos conocerlo?-

-Si... eso... lo siento, pero poner distancia entre ambos fue lo mejor para... todos-

-¿Tienes una foto de él?-

-No Kumo, la única foto que tenía accidentalmente se quemó- dice el Limón omitiendo que ella la quemó

-¿Fueron mucho tiempo novios?, ¿cómo se conocieron?- pregunta Kumo, así que una vez más el Limón tiene que adornar la verdad

-Sí eso... bueno, no es tan fácil, cuando vives en un campamento no ven muy bien que tú salgas con alguien de la aldea... así que

-¡Entonces es un ninja de la Hoja!- dijo Kumo tras hacer una deducción rápida.

-Eh... bueno... ten en cuenta que- pero Kaedi llegó corriendo por su hermana para que vayan a la casa hogar, la niña no tiene de otra más que ir con él.

El Limón en silencio agradece la intervención de Kaedi y termina de alimentar a Omumaru y se olvidó de eso, Kumo tampoco preguntó más, así que dio por concluido el tema.

Sin embargo meses después Omumaru,  un hermoso bebé de seis meses, estaba haciendo una rabieta y nada de lo que  hace lo tranquiliza.

Cuando todo ha fallado, decide salir al jardín y arrullar al niño, ella también quiere despejarse un rato, hasta le cuenta una divertida historia al bebé.

-Omumaru, eres un consentido... estás excesivamente consentido- dice mientras lo pasea y muestra los árboles, el niño comienza a calmarse viendo las flores de los árboles y escuchando el trino de los pájaros, ella también disfruta tanto ese momento que ignora el ruido que está haciendo alguien deslizando la puerta que da jardín.

-Umi, tú eres Umi ¿verdad?- al no reconocer la voz se giró para verlo.

El Limón se quedó en blanco, no puede responder, sólo abraza más a su hijo.

-Perdón, no me he presentado. Soy Shikamaru Nara, soy consejero del nanadaime... y... bueno, vengo con el rokudaime pero... bueno... te sonará extraño pero creo que ya nos conocemos-

RefugiadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora