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Los pedidos que tengo que enviar ya están listos, afortunadamente no tengo tareas de la escuela para mañana, ya tomé una ducha larga y relajante y estoy en el taller adelantando algunas blusas y vestidos que me encargaron antes de irme a dormir. Estoy muy agotada, sobre todo mentalmente. Hoy fue un día muy pesado cargado de estrés y recuerdos dolorosos.

Cuando estoy en el taller, estoy tranquila y en paz, cundo estoy cociendo o dibujando, mi mente se aleja de todo; por unos minutos me olvido de todos los problemas y soy feliz en mi mundo.

Alguien golpea la puerta haciéndome volver a la realidad.

- Adelante- grito. Es mamá, trate una bandeja con un sándwich de jamón y queso, un vaso con jugo de naranja y plato con fresas. Por algo es mi mamá, me conoce muy bien y sabe que esa merienda es mi debilidad más grande,

- Hola hija... ¿Cómo estás? - dice mi mamá mientras se queda parada en la puerta del taller mirándome. Está esperando mi reacción. Por mi parte, estoy sorprendida. Mi mama no es de las que da el brazo a torcer fácilmente. Por lo general soy yo la que siempre intenta arreglar las cosas.

- mmm bien... ¿Quieres entrar o quieres que te reciba en la puerta o...?, respondo algo dudosa. Desde que tengo el taller, solo ha entrado una vez y fue cuando las remodelaciones estuvieran listas. Entro, miro, se quejó porque el cuarto de Lucas desapareció y jamás volvió.

- Si no te incomoda, me gustaría entrar- dice animada.

- Ok... entonces entra- vuelvo a responder con duda. Cuando entra observa toda la habitación, de arriba abajo.

- No comiste nada... te traje esto, debes tener hambre, ¿Dónde lo puedo dejar? - me dice acercándose primero hasta el área de costura que es donde estoy.

- Gracias mamá, se ve rico. Si quieres, puedes dejarlo en la mesa. En unos minutos acabo y al rato voy y me lo como- le digo mientras le señalo una pequeña zona con una mesa de madera blanca envejecida adornada con un florero con peonias blancas y rosadas (amo esas flores) rodeada de unos sofás en terciopelo gris claro con un marco cromado- plata vintage.

Deja la bandeja encima de la mesa y se devuelve hasta donde estoy trabajando. – De hecho, si no estas muy ocupada, me gustaría hablar contigo- me dice.

- Claro... Si, si, no ay problema. Si ¿me podrías esperar unos minutos?... - le respondo.

- Si, no ay problema. Acaba con tus cosas y yo te espero. - me responde mientras vuelve al sofá y se sienta. La mesa tiene un pequeño compartimento debajo donde ay unas revistas de moda. Son nuevas. Cada vez que sale una nueva, mi tia me las regala ya que no son nacionales y cuesta mucho traerlas, así que ella me las regala a escondidas de mi mamá. Son muy útiles, me mantienen informada de las nuevas tendencias y las nuevas colecciones de las temporadas.

- ¿Qué es esto? – pregunta mi mamá mientras señala unas dos canastas que ay a lado de la puerta de entrada al taller.

- Son paquetes que debo enviar a algunas clientes. Las de la canasta blanca son clientes nacionales y las de la canasta gris, son clientes internacionales. - Le respondo.

- ¿Haces envíos internacionales? – Pregunta sorprendida.

- Sip. De hecho, son los que más tienen salida. Como él envió es más costoso y va por cuenta del cliente, la compra suele ser grande y numerosa.

-No lo sabía... y ¿Cuándo los envías?

- Mañana en la mañana

- ¿Esa es la razón por la que sales tan temprano de casa?

- Si señora... antes lo hacía después de llegar del colegio, pero... - me detengo a pensar muy bien, lo quiero decir. No quiero seguir peleando con ella -...como llego tarde a casa, a esa hora, las empresas de mensajería ya han cerrado.

De Noruega, con amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora