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El día fue increíble. Después de haber llegado a Kvaloysletta (isla de las ballenas), Ari me llevo a un paseo por el fiordo en trineo de perros huskies. Finalizada la aventura, sentí como mi corazón se derretía mientras jugaba con los huskies y sus cachorros. De ahí fuimos a comer algo en uno de los restaurantes de la zona.

Ari no me dice a donde nos dirigimos, lo único que dijo es que era una sorpresa. Después de un par de horas estaciona el auto en Tjeldsundbrua Hotel. Lo miro confundida y el responde. – No nos quedaremos, solo estamos de paso – Dice mientras me ayuda a bajar del auto y se dirige al baúl del auto. De allí saca un par de mantas y un morral de viaje que luce pesado, así que le ayudo a

llevar las mantas, sin saber aún a donde vamos y que vamos a hacer.

Toma mi mano y nos adentramos en él bosque helado. Tiene total seguridad del camino, nunca duda de su orientación y eso me hace sentir tranquila.

- Hemos llegado – dice mientras baja él morral. Desata el pequeño camping que venía amarrado al morral y lo comienza a armar.

Sin entender cual es el plan decido preguntar – ¿Ari que hacemos aquí?

- Si tenemos suerte, podremos ver las auroras boreales – dice mientras arma habilidosamente el camping. Levanto mi mirada al cielo y esta despejado. He leído que el mejor tiempo para ver las auroras es a partir de septiembre, así que dudo de nuestra suerte en junio. Me giro y me apresuro a ayudarlo a armar el camping.

- Según el pronóstico del clima, hoy hará mucho frio así que no podremos acampar, pero el camping nos ayudara a refugiarnos un poco del frio.

-Ari Christensen ¡¿Miras el pronostico del clima?! – Respondo con sorpresa fingida, molestándolo por su metódica planeación.

- Te dije que tenia planes... - dice satisfactoriamente -... adelante... búrlate de mi metódica preparación. Cuando comience a helar

en un par de horas me agradecerás que haya armado el camping - me amenaza con sarcasmo y yo solo puedo reír.

***

Por más que me duela aceptarlo, Ari tenía razón. Cuando llega el invierno a Colombia, suele llover todos los días, casi todo el día. Los días se vuelven fríos y muy húmedos. Pero el frío que siento ahora no se compara en nada con los que hacen en Colombia.

Estamos sentados en el camping. Ari me abraza por la espalda mientras nos cubrimos con las mantas. Esta claro que el ya esta acostumbrado a estas temperaturas, ya que no se inmuta en lo absoluto por el frio. En un principio cuando me empecé a quejar del frio, se burlo de mi por que eso significaba que le estaba dando la razón, pero cuando me vio temblar por el frío en un rincón del camping, se preocupó mucho por mí. Así que me acerco dos lámparas térmicas y me tomo en sus brazos para calentarme.

- Así que en Colombia no tiene estas bajas temperaturas...- responde.

- Gracias a dios no...- digo y el se ríe-... en invierno suele llover y hacer frio. Pero el frio de allá no es nada en comparación con este – respondo y el acomoda las mantas, cerciorándose que este bien cubierta con ellas, para después abrazarme más fuerte.

- Lo lamento... no tuve en cuenta la "diferencia climática" de nuestros países. Te prometo que para la próxima vez no volverá a ocurrir. – Responde y yo analizo lo último que dijo... "Próxima vez". En dos semanas vuelvo a casa ¿Cómo esta tan seguro que va a haber una próxima vez? Cuando pienso en que pronto nos separaremos, siento como un nudo en mi garganta se empieza a formar, así que antes de dejarme consumir más por la nostalgia pregunto:

- Parece que conoces este lugar como la palma de tu mano ¿Como supiste de él?

Guarda silencio y siento como se tensiona todo su cuerpo. Finalmente se aclara la garganta y contesta:

De Noruega, con amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora