Gemas baratas

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Se miró al espejo una última vez antes de salir a trabajar. Después de comprobar que todo estaba arreglado se iba a ir, en cambio, antes de eso se fijó en los pequeños y delicados pendientes de la mesita que estaba al lado, los miró unos segundos, y sin saber mucho la razón, cogió una pieza de la pareja de pendientes y se la puso en su oído izquierdo.
Se miró un poco en el espejo, le quedaba bien, muy bien, así que se lo dejó puesto y se marchó a atrapar maleantes como la mayoría de sus mañanas.

***

Ese día andaba más perdido de lo usual, su mente apenas funcionaba, su cuerpo sufría espasmos por el dolor cada tres minutos, y por si fuera poco, su cabeza volvía con dolores crónicos de nuevo, odiaba cuando eso pasaba.

De vez en cuando, debido a su habilidad, su cabeza sufría dolores crónicos, por dos razones, una de ellas, porque él tenía que cambiar su carne a gemas por voluntad propia, lo que desgastaba mucho su mente y como consecuencia le dolía la cabeza, y la otra era porque, todas las gemas que él hizo, como ya esta explicado, son hechas de su sangre, es decir, incluso hechas gemas, sigue siendo su propio cuerpo, así que puede sentirlas. Cada vez que su sangre y tejidos los transforma en minerales y gemas, él los siente. Cuando sacan las bolsas de gemas él puede sentir lo que sucede con ellas a distancia; si las usan para hacer collares, o las guardan en cajas de coleccionistas... Él lo siente, cada gema tiene un rango en el que puede saber dónde está, no es muy lejos, pero recientemente una joyería, o eso suponía que era, empezó a vender sus gemas por ahí cerca y sentir lo que sucede con ellas todo el día jode su cabeza, da vueltas y se marea.

Por eso sus dolores crónicos son peores de cada vez, es como si un montón de sentimientos que no son suyos, pero si, se apoderasen de él cada segundo, y eso lo mata por dentro.

Así que hoy era uno de esos días, uno de los días en los que no paraba de recibir información continua a su cabecita que no aguantaba tanta presión.
Esto normalmente era difícil, pues debía concentrarse para saber dónde estaban sus gemas, si él no se concentraba, rara vez las sentía involuntariamente, solo unas pocas veces esto ocurría sin su permiso, y hoy era una de esas veces, por lo cual estaba más débil y de peor humor que de costumbre.

En el suelo de rodillas tratando de agarrar su cabeza y detener de alguna forma su dolor, alzó la vista, y cansado de todo se tiró de espalda al suelo, alejando sus manos de su cabeza, pues ni siquiera era capaz de ejercer fuerza con ellas.

Miró el techo y pequeñas lágrimas amenazaron con salir de sus ojos, pero no cayeron, ya no le quedaba casi agua en su cuerpo.
Tenía hambre, frío, dolor, no podía pensar bien.

Una profunda tristeza lo invadió. En esa situación normalmente trataría de pensar en positivo, creyendo que algún héroe estaría a punto de cruzar esa puerta de metal ya que sus últimos momentos se acercaban. Pero ahora nada, ya no tenía ni eso, y sin esa emoción, soportar su miseria y dolor era más difícil.

Esta vez, ningún héroe vendría en su mente ni abriría la puerta. Y él sin estar contento por su posible imaginaria salvación alzaría la cabeza esperando ver a ese héroe que resultaría ser el guardia de nuevo. Esta vez no cayó en esa sucia trampa mental que tantas veces repitió en su cabeza.

—Mocoso, el jefe te llama. Levántate y ven.

—Ni que fueras un dios que hace milagros... —musitó apenas inaudible por sus bajas fuerzas.

—¿De qué mierda hablas? He dicho que vengas.  —le ordenó de vuelta el guardia.

—No puedo. —enfadado, el guardia dobló su entrecejo y se acercó para gritarle, pero el del suelo habló primero. —¿Acaso ves que me pueda mover?

Al entenderlo, chasqueó la lengua y agarró al niño de manera brusca para levantarlo y, literalmente, arrastrar sus pies por el suelo mientras le estiraba del brazo.

—Así no mejoraré... —se quejó con voz ronca.

—Te aguantas.

***

Llegaron a una sala donde había un escritorio en el centro donde el malnacido del jefe trabajaba y una silla delante donde el chico se sentó.

Su cuerpo se relajó un poco al poder sentarse, no aguantaba de pie. Su dolor de cabeza también se hizo menor, cosa que agradecía bastante, (no al guardia ni al jefe por supuesto).

—¿Y bien? —preguntó el jefe juntando sus manos en el escritorio.

—¿Y bien qué? —preguntó el niño de vuelta.

—Esta mañana no me han querido pagar mucho dinero, —comenzó a explicar apuntando su fría mirada al chico. —dicen que la calidad de las gemas ha empeorado... ¿Se puede saber qué has hecho?

—...

—¡Contesta!

Le dio un golpe a la mesa enfadado.
Es decir, él era su dueño, y el niño su presa, ni en sus más grandes pesadillas ese niño le desobedecería pues era de su posesión, y si lo llegaba a hacer, tendría que educarle, porque comportamientos así en su joyero favorito, eran completamente inadecuados. 

Pero el pobre chico tampoco lo sabía. Él hizo lo mismo de siempre, así que no sabía porqué la calidad de sus gemas disminuyó.
Siempre le hacía caso, pues podía ser castigado y torturado si le llevaba la contraria a ese energúmeno.
Si, su vida era una mierda, aún así, él cada día luchó contra su destino, de una manera indirecta pero lo hizo y eso bastaba. Claro que ahora eso ya no era así.

Y su mente hizo click.

Cierto, ahora ya le daba igual. Decidió dejar de soñar, y eso comenzó a quitarle los pocos rastros de una mente cuerda que le quedaban, eso no quiere decir que se estaba volviendo loco, no, eso quiere decir que se estaba rompiendo.

—Es por mi salud mental. —contestó, clavando su mirada con la de su jefe.

—¿Tu qué? —preguntó de mala manera.

—Mi salud mental. —repitió. —Cuando mi sangre se transforma en gemas, las gemas son de la calidad de mi salud.

—A ti te curamos cada día, no me sirve. —reclamó.

"Sin embargo me tratáis peor que a un perro abandonado" pensó el chico.

—Por eso digo que es salud mental. —el jefe le incriminó con la mirada. —Estoy cansado. De todo. Y eso afecta a mis gemas. —cuando dijo esas palabras "estoy cansado" sus ojos se vaciaron por un momento, como si su alma hubiese abandonado su cuerpo durante dos segundos.

—Joder. —suspiró el loco. —¿Y? ¿Qué debo hacer para que dejes de actuar como un inútil?

"Hipócrita" pensó. Su jefe le solía tratar con falso cariño siempre, y le sonreía falsamente siempre. Pero a la mínima en la que sus gemas bajaron de precio, no le sonrió ni una sola vez, se podría decir que mostró sus verdaderos sentimientos. Que falso.

Pero cuando el jefe dijo esas palabras, su mente se abrió, dejando ver una posibilidad iluminada, una oportunidad única. Algo que definitivamente aprovecharía.

—Entonces... —comenzó. —Hazme un favor.

Tal vez cuando abrazó el día anterior sus piernas era de noche y una estrella se posó en el cielo. ¿Acaso habían sido escuchados sus ruegos en la más profunda oscuridad? No lo sabía, no lo sabía pero pretendía usar esa pequeña oportunidad para ser libre.

Unos momentos estaba bien, tan solo unos minutos le servían. Él solo... Él solo quería sentirse libre una vez, aún si moría después, aún si desquebrajaban su cuerpo miles de veces más.
Si ese era el día en el que la inalcanzable cuerda de libertad que tenía delante, podía ser alcanzada por sus pequeñas y débiles manos, entonces iría hasta el infierno para agarrar esa cuerda y estirar de ella.

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Gemas [Hawks x Male reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora