Gemas

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Un goteo provocado por la humedad bajaba incesante de la pared, haciendo que el repetitivo y cansado sonido despertara, otra vez ese día, al chico encerrado en lo que era llamado su habitación. Abrió los ojos cansado. Tal vez sea por la constante rutina interminablemente inhumana de su vida, o tal vez porque se estaba dejando llevar por los pensamientos negativos que comenzaban a sucumbirle, pero últimamente su cansancio le hacía jugar muy malas pasadas, estos dos últimos días, donde dejó de soñar con su héroe, se hicieron horripilantes.

Comenzaba a sentirse vacío.

La verdad era dolorosa, después de perder lo poco de inocencia y fe que le quedaban sintió su pequeño mundo romperse. Poco a poco iba perdiendo la razón y él lo sentía. Siempre trató de luchar para no rendirse a pesar de todo, siempre intentó mantenerse firme, esperando y esperando. Pero eso se acabó. Era humano también, (aunque no lo tratasen como tal), y su paciencia se terminaba. Pues la suya había alcanzado el límite. Dejó de soñar, y con eso su espíritu comenzó a romperse lentamente, su mirada curiosa que dejaba ver sus pensamientos y su esperanza se opacó recientemente, y parecía que su brillo no volvería, pero claro, ¿Era eso importante? ¿Acaso él necesitaba ese brillo en su alma estando en ese lugar?

Era lo que cruzaba su mente y, ciertamente, no se necesitaban sentimientos bonitos de autocompasión en ese sitio. Era horrible, y así seguiría siendo siempre, pero con una diferencia: simplemente él ya no sentiría nada, ya que poco a poco notaba como todo rastro de fuerza interior se desplazaba de su mente. Pero aún permanecía su instinto, ese instinto de luchar, de no dejarse caer, el instinto de mantenerse como 'persona' y no convertirse en un recipiente vacío, mas en su situación, eso era difícil.

Por supuesto, aún no había abandonado lo que era, seguía en pie, aún después de haber perdido su sueño y esperanza, seguía de frente, intentando mantenerse ante la marea, después de todo no quería convertirse en una marioneta sumisa con todo el honor de su significado.

'Marioneta sumisa' ciertamente se dejaba hacer, pero eso era porque no tenía otra opción. Se negaba cuando su cuerpo no podía más, y lo hacía con carácter, no obstante, si seguía con esos pensamientos que se iban perdiendo en lo más profundo de su ser y de su mente, ya no pediría detención, ya no diría nada, ya no sentiría dolor, porque ya no le quedaría nada que perder.

Tras despertarse del todo trató de hacer algo de ejercicio, lo solía hacer para que su cuerpo no se pudriera al estar todo el día en la esquina de una sala llena de humedad sin mover un músculo mientras el aburrimiento y el dolor lo carcomían por dentro y fuera, también lo hacía como una manera de despejar su mente de sus pensamientos. Al cabo de un rato, sus débiles músculos por la inactividad que tenían, se cansaron y el joven decidió pasearse por la habitación. No pasó mucho tiempo cuando abrieron la puerta, con el mismo sonido de engranajes haciendo su proceso de rotación.

—Ya es la hora.

Informó indiferente el guardia, quién después de decir esas solas palabras se puso al lado de la puerta esperando la salida del secuestrado.
Este, como siempre debía hacer, salió de su habitación para dirigirse por su cuenta a su "querida" sala de tortura. El guardia chasqueó por su delantera. Y se quejó.

—No te des aires, niñato. —musitó con rabia, a lo que él solo contestó cansado mentalmente.

—Al menos permíteme caminar a mi antojo, el recorrido ya me lo se, y si intento algo, —le invitó con un poco de ironía en su voz, casi sin poderse notar. —puedes detenerme con tu quirk.

—Tsk.

El guardia se adelantó para ponerse al lado del crío que le enfadó, pero no negó sus palabras.
Y es que el chico, ya había tratado de salir por su cuenta, pensó:

"Si los héroes no me alcanzan, entonces iré a un lugar donde puedan alcanzarme."

Pero eso es otra historia para otro momento.

Llegaron a una puerta grande y alta, también de metal, la abrieron, y ambos entraron, dejando ver una especie de laboratorio con varios instrumentos, y en el centro de todo, una silla grande de aspecto caro, era esta clase de sillas que se echaban para atrás, formando una especie de camilla improvisada.
Sin decir nada, el chico se dirigió a la silla y se sentó. Al minuto apareció una persona alta. Era un hombre, de cabello corto y negro como la noche, sus ojos rojos color sangre se posaron sobre su presa y se acercó con unas tijeras a él, como cada vez, (aunque las tijeras solían cambiar por otros instrumentos).

—Hola mocoso, ¿Preparado para hoy?

—¿Acaso te importa que lo esté? —dijo con un ligero tono de rabia, manteniendo el alma y su casi nula dignidad que aún le quedaban y amenazaban con irse de su cuerpo y abandonarlo para siempre.

—Pero por supuesto~ —echó una risa falsa de sus labios. —eres mi querido joyero, no podría tratarte sin prepararte antes.

Falso. Todo es sus palabras era falso y cínico, así era ese señor. Solo hacía falta ver el trato y las condiciones de vida que le otorgaba al chico para saber que nunca tendría en cuenta esa mierda de 'estar preparado', nunca tuvo en cuenta nada que tuviese que ver con su salud para empezar.

Pero, ¿que más podía pedir el crío? Así era su vida, y aunque era una completa basura, se había acostumbrado a esa inmundicia.

El chico solo apartó la mirada, y le dijo con demanda que comenzara de una vez, solo quería terminar. Sin esperar demasiado, el hombre alto al que el chico llamaba 'jefe', (solo porque no tenía otra forma de dirigirse a él para no resultar más herido de lo usual), se acercó a él y empezó a cortarle la piel. Obviamente no le inyectaba tranquilizantes ni nada que tranquilizase o impidiera su dolor, porque 'cosatban dinero' y aunque el hombre era asquerosamente rico, no gastaría casi ni un centavo por su caja monetaria, osea, el chico, después de todo, era él quien le hizo rico.

Si, exacto.

De la sangre que brotó del cuerpo al ser su piel cortada, se comenzaron a formar minerales y gemas preciosas. Los ayudantes que entraron al laboratorio aparecieron para cuidadosamente separar las gemas de su sangre y llevarlas a limpiar y pulir.
Eran gemas caras y de calidad que costaban mucho dinero.

Ese era su quirk, y la razón de su miseria.

Cuando era pequeño se hizo una herida jugando con su hermano mayor, y la sangre de su herida se transformó en un rubí pequeño, pues la herida no fue muy profunda, y delicado.

Al descubrir su quirk todo fue en depresión.

El hombre que ahora le cortaba sin vacilación la carne, descubrió su habilidad, y le secuestró para obtenerla y aprovecharla. Y es que esas gemas, piedras y minerales que salían de su cuerpo eran maravillosos y caros.

"Gemas" ese era su quirk. Un quirk que transformaba las células y los tejidos del cuerpo del chico en preciosas piedras escasas y únicas o de gran valor, (aunque también podía crear cualquier piedra normal cómo las del suelo mismo).

En otra vida y en otras condiciones, ese hubiera sido un quirk precioso y perfecto. Pero para el chico, solo era la causa de su desgracia.

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Gemas [Hawks x Male reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora