Familia Hanaki, Hana 3

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Se despertó sin casi haber dormido esa noche, había soñado con sus dos hijos jugando hasta tarde y ella regañándolos mientras su esposo sonreía ampliamente. Otra vez ese sueño tortuoso de días de antaño. Ese sueño que le demostraba volviendo a la realidad que esos días habían pasado y el sueño era solo eso; un sueño.

Se sentó en la camilla y fue hasta el baño para limpiarse la cara y quitar el sudor de su frente.

Abrió la puerta del baño y lo volvió a ver, estaba delante del espejo, limpiándose los dientes, él la miró y le sonrió con toda la espuma de la pasta esparcida por la cara.

Ella lo ignoró y se lavó la cara como si nada, ya estaba acostumbrada a esas cosas, ya se había acostumbrado a lo tortuoso que era tener la alucinación constante de un hijo que estaba desaparecido desde hacía años. Comenzaba a no afectarle tanto.
No, comenzaba a quedarse sin lágrimas, simplemente no salían por mucho que lo intentara o quisiese llorar, ya no podía más. Seguía doliendo como el infierno pero lo ocultaba, estaba harta de que le ofrecieran las dichosas pastillas antidepresivas. Eso solo era para hacerla falsamente feliz durante unas horas para luego dormirse y despertarse peor junto con el balde de agua fría llamado 'realidad' golpeándola. No tomaría más de esa droga, estaba cansada.

Prefería fingir que estaba mejorando cuando en realidad no lo hacía, todo era mucho mejor.

Después de limpiarse la cara se volvió a dirigir a su cama. Escuchaba de nuevo esos malditos susurros, sería probablemente la tele, no sabía ni porqué se la seguían poniendo, de todas formas, ella no era capaz de prestarle atención, ni si quiera podía escuchar lo que decían, su oído estaba bien, pero eso no quitaba que su mente lo estuviera, no escuchaba y no quería hacerlo.

Cogió el cable con sus dos manos y lo desconectó de un tirón, no podía romperlo con nada puntiagudo ya que alejaron todos esos objetos peligrosos de su lado.

La tele se apagó al instante y Hana volvió al silencio, el silencio le gustaba más, se sentía más tranquila, ¿por qué no eran capaces de entender algo tan simple como eso? El ruido solo traía recuerdos, eso lo empeoraba todo.

Al cabo de unos minutos en los que se quedó quieta, mirando la ventana del hospital, entró alguien. Ella se giró, pensando que sería alguno de los doctores para quejarse de lo que acababa de hacer, por el contrario, para su sorpresa no fue así.

Era Yuki.

Él entró con la cabeza gacha y al ver a su madre se acercó preocupado.

—Mama, es muy tarde, ¿qué haces despierta?

—...

Estaba mal, su hijo estaba mal, actuaba como siempre pero ella lo sabía. Podía ser una mala madre pero seguía siendo su madre.

—Tuve un sueño dulcemente cruel.

—¿Otra vez? No te preocupes, yo también los tengo.

—Lo se.

—¿Quieres que te ayude a dormir de nuevo?

—... ¿Qué te ocurre?

—suspiró —Siempre me pillas, no puedo actuar contigo.

Ella lo siguió mirando fijamente.

—¿Tiene que ver con tu investigación en solitario?

—Mama, eso...

—Te dije que te detuvieras.

—Pero tú misma lo dijiste, él está vivo, puede que no te acuerdes pe-

—Lo se. Pero eso no significa que tú debas involucrarte y ponerte en peligro.

Sí. Ella lo sabía. Lo podía sentir. El latido de su hijo, el débil latido de su querido hijo, siempre lo escuchaba, sonaba en su cabeza más que cualquier serie o palabra. Bueno, era una mala madre sí, lo repetiría siempre, pero seguía siendo una madre, tenía ese instinto que no se iba. Su hijo seguía vivo. Pero habían pasado demasiados años y ella había visto demasiadas alucinaciones, ya no sabía... Qué era la realidad para ella.

—Bueno, por suerte para ti, ya lo dejaré. —comenzó a decirle —¿Sabes? Me he dado cuenta de que todos tienen razón, solo estoy luchando por una ilusión. No hay nada que se pueda hacer. ______ está muerto. Prefiero estar contigo a buscar un cadáver. —sonrió con cariño hacia su madre.

—... ¿Por qué quisieras estar... Con una madre como yo? —dijo seria.

—Mama no empieces...

—No. No intentes animarme. Si yo fuera... Si yo de verdad fuera...

Le costaba continuar y es que Hana era una mujer bastante terca y cabezota, todo lo contrario a su esposo, a ella le costaba decir qué cosas según qué maneras y esta era una de ellas.

Pero qué cojones, llevaba aguantando esa actitud durante años, no iba a tolerarla mucho más tiempo.

—Si de verdad fuera una buena madre... No te forzarias a sonreír como lo haces ahora.

—¿Mama?

—Quiero que llores.

—¿Qué?

—Dime cómo te sientes de verdad, no finjas.

—Mama yo-

—¿No lo entiendes? ¡¡Yo no quiero que seas fuerte, quiero que seas honesto!!

Sí, así era, Hana lo sabía muy bien, desde el principio, tanto su esposo como su hijo estuvieron todos estos años conteniendo su dolor para no mostrárselo a ella. Lo sabía, era para no hacerla daño pero aún así, no era fuerte pero tampoco era débil. No quería esas mentiras de la gente ajena a su familia, mucho menos las quería de su propia familia.

"Estamos bien, cariño, estaremos bien."

No es verdad, no lo piensas realmente, entonces, ¿por qué lo dices?.

"Tranquila mamá, yo estoy aquí a tú lado, vamos a superar esto juntos."

No, no me sonrías así, si quieres llorar, llora, sé honesto conmigo.

Las cosas eran así y habían sido así durante todos los años. Ella no quería a un hijo fuerte, ella quería a su hijo.

Ella quería a su hijo sincero, directo y rudo de siempre. Yuki siempre había sido demasiado honesto, incluso llegando a herir los sentimientos de los demás sin darse cuenta, y sin embargo él estaba fingiendo una sonrisa hipócrita que ni él se aguantaba.

No necesitaba eso, no necesitaba nada de eso, no quería falsas palabras de ánimo que nadie se creía. Ella solo quería a sus dos niños de vuelta.

Y con esas palabras Yuki lo entendió, Yuki entendió todo, el comportamiento tan extrañamente rudo y solitario. Ella no se estaba alejando, les estaba dando tiempo a ellos. Lo hacía en su terca y bruta manera, después de todo ella era así, Hanaki Hana era terca. Mientras ella sufría solitariamente intentaba que su familia dejase de fingir una felicidad que no tenían, era una tonta, pero así era ella.

Y entonces Yuki se derrumbó.

—Mama, lo hecho de menos.

Dijo con un mar de lágrimas cayendo sin parar de sus pupilas, para continuamente sentir un fuerte abrazo.

Un abrazo que ambos necesitaron por más de nueve años.

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Gemas [Hawks x Male reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora