Familia Hanaki, Haru 3

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Parpadeó mirando al cielo. Comenzaba a entrarle el sueño. Aún era temprano así que decidió ir a tomar algún café en su cafetería favorita.

Caminó por las calles tranquilo hasta llegar a su destino. Entró, se sentó donde siempre, en una silla sin respaldo delante de la barra, y pidió lo de siempre. El camarero, que ya lo conocía, comenzó a hacer su labor y cuando terminó le llevó su café macchiato con un poquito más de leche de lo usual y dos terrones de azúcar.

Comenzó a beber tranquilamente.

—Ayer unos jóvenes comenzaron a hablar sobre el bufón de su escuela. —comenzó a decir el camarero —Me recordó a ti cuando eras feliz.

Ese camarero era un antiguo amigo que una vez compartió clase con él, así que lo conocía de mucho tiempo.

—No empieces...

—En serio, no había día en el que no hiciéramos locuras y tú no parabas de reír.

—¿Me vas a intentar dar otra lección?

—Sí, porque eres imbécil.

Le insultó, siempre lo hacía, como amigo, claro. A lo que Haru suspiró.

—Siempre hacías el lelo. —tomó una pausa mientras se dirigía a por unos utensilios de limpieza para lavar un par de materiales —Todos los chicos nos lo pasábamos en bomba contigo.

Lo sabía, Haru siempre reía y vivía al máximo porque le gustaba ver a los demás felices y eso le hacía feliz a él.

—Pero hubo un tiempo en el que dejaste de sonreír estúpidamente para sonreír embobadamente mirando a una chica.

—¿Alguna vez te has enamorado?

—No, ni te hecho la culpa, solo digo que... Mira, se que quieres hacer feliz a tu familia, pero también sé que eres estúpido.

—Gracias por el cumplido. —dijo tomando un sorbo de su café.

—se río —Y se que es por eso que no sabes qué hacer y solo das vueltas en bucle como un perro persiguiendo su propia cola.

—Me ha gustado esa metáfora, no le podrías haber atinado mejor.

Dijo, y es que él lo sabía perfectamente, que en realidad sólo perdía el tiempo buscando una solución para mejorar la situación de su familia.

—En el pasado, cuando algo se torcía, tú siempre acudias con tu estúpida sonrisa, hacías cualquier chiste malo y, como por arte de magia, todo el mundo mejoraba su estado de ánimo y te seguía las espaldas, todos juntos arreglaban los problemas de esa manera, gracias a ti.

—Pero ya no puedo hacer eso, no me sale. Ya no puedo bromear, no es lo mismo.

Esta vez era distinto, él no podía sonreír para hacerles felices, no podía sonreír ante esa situación, su hijo murió, y daba igual lo que bromeara, no podía arreglar eso, no podía hacer que Hana recuperara a su hijo ni que Yuki recuperara a su hermano. Sonreír como tonto no le ayudaría esta vez.

—Escucha... —suspiró suavemente terminando de limpiar una taza y comenzó a preparar un café para un cliente que acababa de llegar, uno habitual que siempre pedía lo mismo. —La razón por la que todos te seguíamos cuando las cosas iban mal no era por tus tontas bromas.

—¿Entonces?

—Era porque siempre te esforzabas por nosotros.

—¿Qué?

—Cuando se rompió la ventana del director tú te disculpaste personalmente con él, cuando nos cargamos la pancarta del festival cultural tú hiciste una nueva, cuando el hermano de un compañero se puso malo tú hiciste una recaudación... —comenzó a explicar mientras recordaba —Todas estas cosas que hacías a escondidas, todos las sabíamos.

Haru se sorprendió. Es cierto que siempre hacia esas cosas, pero era normal, ¿no? Él solo arreglaba sus propias trastadas. Sí rompía algo, tenía que reconstruirlo. Se hacía responsable.

—Es por eso por lo que todos te seguian. Por tu honestidad y esfuerzo, aunque eras estúpido y tus chistes siempre fueron una mierda.

—¡Oye! Mis chistes son maravillosos.

Sí, eso es lo que le ofendió.

Le entregó el cafe al cliente y volvió para continuar con su explicación.

—Mira, se que no quieres hacerte el fuerte cuando no lo eres, también sé que no quieres mostrarte como un infeliz, así que no sabes qué deberías hacer e intentas arreglar todo haciendo una tontería como emborracharte cuando odias el alcohol.

—Ya lo se, pero... ¿Qué debería hacer?

—Nada.

—¿Qué?

—Cuando sin querer perdimos el colgante del marido que murió de una profesora, tú te pusiste a buscar como loco día y noche y nunca lo encontraste.

—No me lo recuerdes, todavía me arrepiento. 

—¿Sabes por qué a los cuatro dias ella dejó de poner mala cara? —Haru negó, mirándole —Porque ella vio tus heridas en las manos tras tanto buscar y todo el esfuerzo que le ponías, además de escuchar tus disculpas constantes.

—¿Y eso qué tiene que ver?

—En esa temporada tú no sonreíste para nada, todos estábamos preocupados, tampoco es que hubieras hecho mucho, ni si quiera encontraste el collar. Pero ella volvió a sonreír poco después solo por verte intentando.

—Eso...

—Estoy diciendo que solo debes ser tonto y honesto como siempre. Eso es suficiente para ti.

—...

Ser un tonto como siempre... Eso no era difícil pero...

Dio un gran suspiro y se levantó.

—Llevo siendo tonto desde que nací.

Pagó y se marchó, teniendo mucho que pensar para ese día.

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Gemas [Hawks x Male reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora