Habitación solitaria

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Una habitación sin sentido propio para llamarse así es donde vivía. Sin una cama para dormir, reposa su cabeza en una única almohada perfecta para un cachorro pequeño y horrible para un humano, el suelo frío definitivamente no es lo mejor para la salud, mucho menos en invierno, la incomodidad de dormir congelado y con dolor de espalda ya era algo que acostumbraba, tanto que no podría afectarle casi nada. No había decoración ni muebles, hacía que el cuarto pareciese soso, abandonado y sobretodo frío y solitario, aparte de la dichosa humedad que se impregnaba en las paredes del lugar, ensuciándolas con varias manchas del tiempo transcurrido, y dejando un olor no muy agradable con el que vivir, lo único que había en ese cuarto era la almohada ya dicha, unos libros, unas cuerdas de muñeca y un par de velas que apenas iluminaban algo. Una habitación sin las condiciones adecuadas de una, ahí es donde él vivía.

Podía parecer un completo asco, (y ciertamente así lo era), pero mucho peor era el salir de esa habitación, lo que le esperaba afuera no era ni mucho menos merecedor de alguien, por eso, por muy desolador que ese lugar sonase, era mejor que otra cosa.

El chico de dentro de la habitación dormía apoyado en el pequeño cojín, era lo único que tenía, sin embargo, no dormía muy bien, como era de esperarse, cosa que causaba ligeras ojeras debajo de sus ojos, se despertaba con facilidad, y en ese sitio siempre había ruido, por una o por otra razón cada cierto tiempo ocurría algo que lo hacía despertar. Aunque todo esto se lo llevaba por encima la costumbre, al chico no le afectaba, ese era su día a día, y como un día normal que era ese, se despertó lentamente por otro sonido, esta vez el de una tubería que parecía haber colapsado por alguna razón, no era importante, ya lo arreglarían después, ese lugar estaba en tan deplorables condiciones que siempre se arruinaba algo y siempre lo arreglaban, también era algo normal.

No le tomó demasiado tiempo en despertar del todo, se colocó echando su espalda a la pared y por costumbre observó la puerta.

Era una puerta hecha de metal perfecta para las películas de guerra. Tenía una rueda en el medio y un que otro mecanismo para que esta no se abriese con facilidad, aún si lo intentaba, abrir esa puerta era muy complicado.

Miró la puerta sin pensar en nada y cuando se dio cuenta, apartó la vista, como si no quisiera seguir mirando en esa dirección.

Cada día desde que lo encerraron allí hacía lo mismo, miraba la puerta esperando el momento en el que esta cayera, dejando mostrar a un héroe que viniese a rescatarlo. Pero claro, después de tantos años esperando esa situación, sus ganas de seguir mirando la puerta que lo retenía se terminaron hace poco. Exactamente habían pasado dos días desde que decidió dejar de soñar en eso, ya no iba a esperar más tiempo.

Se quedó en esa posición un rato, no sabía que hora era, no podía saberlo, no había nada allí dentro para que lo supiese. Supuso que era temprano y esperó a que alguien entrase en la habitación como cada mañana. Lo descuidaban mucho, pero al menos solían entrar a traerle alguna que otra cosa para que se entretenga o coma. No era suficiente, pero sí mejor que nada.

Su vida transcurría de esa manera, encerrado en una habitación esperando a que alguien entre, antes esperaba a los héroes, ahora simplemente quería que le trajesen algo para acabar con su aburrimiento.

Al cabo de un rato esperando sin hacer nada, la puerta de metal produjo sonidos de engranajes abriéndose así. De la puerta se divisó una silueta grande y fuerte, era uno de los guardias. El guardia entró con una bandeja en la mano, la bandeja sostenía un baso de agua y un croissant, nada más para el resto del día. Tal vez por la noche le llevarían un trocito de pan o agua, o solo agua, realmente no les importaba, como si fuera una rata, una rata sucia que solo era usada y ya. El hombre colocó la bandeja en el suelo, no demasiado cerca de la puerta y se acercó a esta preparado para irse de nuevo.

—Mañana te toca trabajar.

Soltó esas palabras de manera fría, y se fue cerrando la puerta.

Era irónico, siempre lo llamaban 'trabajo' pero a esas condiciones era esclavitud, o incluso peor, para empezar con, ni siquiera le pagaban un céntimo de lo que él sacaba, a pesar de literalmente ser de su pertenencia. Aparte de darles a ellos dinero, ni siquiera recibía una buena habitación o una nutrición estable. No obstante, no se podía esperar más para alguien siendo una persona secuestrada, ¿Verdad?

Así era el mundo. Si los héroes no aparecían no había salvación. Si ellos no podían hacer nada para adentrarse en las sombras de un caso que nunca se pudo resolver, así se quedaba. Y el alma triste y solitaria de aquellos que no pueden ser salvados se quedaría así para siempre, hasta el día de su muerte, siendo atadas por cadenas, visibles o invisibles.

¿Que más se podía esperar?

Después de todo, en ese mundo, si no eres un héroe no puedes salvar. Y si el héroe no salva, no serás salvado.

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Gemas [Hawks x Male reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora