Petición

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Dichas esas palabras, el jefe le miró con resentimiento, él solo era un niño que usaba y desechaba para volverlo a usar de nuevo, como una muñeca, una marioneta, ese crío no tenía derecho a decirle nada, ni mucho menos pedirle algo. Era inaudito, escuchar lo que alguien tan patético como esa criatura débil y pequeña tenía que decir, poniendo pegas sobre su habilidad para no fabricarle buenos materiales, eso no se lo permitía, no podía permitir que ese niño se tomara libertades, no era libre, era suyo. Solo un muñeco en su posesión que le daba dinero a más no poder haciéndolo asquerosamente rico.

Una cosa era pagarle cualquier libro de segunda mano que costase menos que una comida precocinada, y otra, era permitir que su joyero pidiera un 'favor'. Con cualquier estupidez barata serviría para quitarle la tontería, el chico no necesitaba una petición como lo sonaba ese supuesto favor.

Sólo era un niño secuestrado, ¿Qué podía pedir?

Exacto, nada, para empezar, él no le dejaría y ese niño cobarde no tenía la valentía de exigirle nada.

Pero estaba tan equivocado ese demente.

Con tal de salir de su situación o sentir algo diferente a lo de siempre, ese 'crío cobarde' ofrecería su vida si era necesario. Y ese viejo secuestrador asqueroso en su situación rogaría por algo así, no diría nada y se suicidaría de toda la mierda que el niño debía soportar.

Porque el niño era fuerte.

Al contrario que los que le conocían pensaban, ese niño era fuerte.

¿Quién más soportaría tanto tiempo toda esa tortura? ¿Quién más seguiría luchando contra su destino dentro de su mente? ¿Quién? ¿Quién hubiera aguantado?

Ese psicópata desde luego que no, no aguantaría ni un mes lo que nuestro protagonista tenía que aguantar mas cómo era un idiota, prejuicioso y loco de mierda no era capaz de entender eso. Todo lo que había en su pequeña y egoísta cabeza era lo supuestamente inútil y débil que era su presa.

—No. —sentenció sin más.

—No he dicho nada aún... —le observó el chico.

—Tampoco necesito escucharlo. —separó sus manos que estaban juntas y las apoyó con un golpe autoritario es la mesa. —No.

El chico bajó la mirada, ¿Qué le hacía pensar que ese demente aceptaría algo? Seguramente se esperaba de él una cama o algo para mejorar su vida de mierda, pero se dio cuenta un segundo después de hablar que había cometido un error. Él pidió por un 'favor', algo que definitivamente no se podía pedir a ese sin corazón, no, corazón tenía, pero estaba podrido, congelado, y parecía ser que una oscura red de todas las pasiones banales y enfermedades mentales se habían colado a convivir en ese corazón, tan destrozado que daba pena y asco saber que algo así existía dentro de alguien.

Aún así, aún así, quiso intentarlo de nuevo.

De todas formas ya se había rendido, ya no esperaría más, ya no soñaría ni crearía fantasías en su cabeza. Todo lo que le quedaba era un horrible y espeluznante vacío que parecía comerle lentamente, aunque todavía era pequeño.

Si podía apaciguar de alguna manera la realidad y la descontrolable desolación que se apoderaba de él y de su poco espíritu, lo haría.

Su vida era peor que un desastre, muchas veces se planteó la muerte, pero no, oh, no, él no se dejaría pisotear tan fácilmente, (aunque dadas esas condiciones la palabra 'fácil' sería completamente errónea), si, su vida había sido una desgracia desde hacía unos años, (no lo sabía exactamente pero la última vez que preguntó por la fecha ya habían pasado 6, y eso fue hace mucho), pero a pesar de ser tan horrenda, era su vida, y no quería malgastarla, no quiso perder el sueño de volver a esos días, no quiso rendirse. Y si, ya lo había hecho, pero no era tonto, sabía que si seguía así su corazón se marchitaría y su alma también, no tendría fuerzas para vivir, pero tampoco para morir. Él quería conservar su humanidad, la misma que le habían despojado nada más secuestrarlo, pero al menos la tenia en su cabeza, y eso ya era algo, no quería morir como una basura de recipiente que habría perdido todo sentido, razón, voluntad y pensamiento alguno, si ya había llegado tan lejos como para estar a poco tiempo de volverse en el muñeco por el que le trataban, pero esta vez en toda regla, sin reacciones, sin emociones, sin quejas ni opinión, como solía hacer, al menos utilizaría esa oportunidad milagrosa para ser libre al menos aunque fuera el último día de su vida, es más, le haría feliz.

Así que con esto en mente habló:

—Vale, no me escuches —miró hacia la mesa y cerró los ojos —, pero seguirás obteniendo gemas baratas hasta que decidas hacerlo.

—Siempre has sido un tanto descarado, pero hoy te estás pasando, crío. Puedo hacer que me des lo que quiero, así que largo.

—No, no puedes. —le volvió a mirar a la cara. —No mientras sea algo que yo no puedo controlar de mi quirk.

El hombre que estaba pirado de la cabeza lo miró con ojos agudos, solía vivir las demandas y palabras con fuerza del niño, ya que él, a pesar de su situación y posición, siempre contestaba con valor, (aunque el loco lo llamaba descaro), a todo lo que le molestaba, no fue hasta hace unos días que se comenzó a cansar de contestar y tratar de tener fuerza delante de sus agresores. Pues esta vez era un poco diferente, su joyero, como a él más le gustaba llamarle, solía encararle siempre, pero si él decía que no, el joven paraba, pues sabia que después lo pagaría. Y tras pensar durante unos segundos dedujo que algo de cierto estaba diciendo. Él no iba a permitir que sus abundantes ganancias comenzaran a disminuir por lo que sería un tonto capricho de quien era su marioneta.

—Solo voy a escuchar, no aceptaré nada si no me convence.

Le miró directamente, una mirada que decía que no se tomara muchas libertades delante suyo, que no le ofrecería absolutamente nada y que conociera su lugar.

—Quiero salir fuera.

El hombre sonrió sombríamente.

—¿Fuera de tú habitación para dar un paseo por el almacén?

—Fuera, para dar un paseo por la cuidad.

Ya lo sabia, ya sabía la sandez a la que se refería el niño antes de preguntar con esa sonrisa oscurecida, pero no lo aceptaría, ¿su joyero paseando por la cuidad? No, era demasiado peligroso para su adorado y rico negocio. Y ese inútil no podía atreverse a pedirle tal tontería sabiendo su respuesta.

Así que el hombre llamó al guardia de seguridad y ordenó que se llevase al niño.

—¡Espera! Aceptaré cualquier condición. —dijo firme, se había decidido a vivir lo que sería su ultimo día como un ser humano y no un cuerpo andante sin alma estando fuera, viendo el sol. —Yo ya se que no puedo huir, lo se mejor que nada, no buscaré irme, puedo ir con guardias si quieres, no tengo ni la fuerza, ni la salud, ni la habilidad necesarias para si quiera correr tres metros antes de ser embestido por ellos, lo sabes. Y esto es para tus gemas, te prometo que si me dejas salir, las haré incluso mejor que antes.

El joven le miró con una mirada feroz y desesperada, no se sentía tan determinado desde su último intento de escapar, y eso fue hace unos años. Ganaría esto, ganaría su último día como persona, y lo haría en la ciudad, debajo del sol.

Siempre tuvo una fina cuerda de libertad delante de sus ojos, una que nunca pudo alcanzar salvo ese día y si alcanzarla significaba tocar el mismo infierno, entonces se lanzaría de cabeza.
E incluso ir hasta el infierno y tirar de esa cuerda que otorgaría su más grande deseo sonaba más bonito. Al fin y al cabo, él ya vivía en una pesadilla infernal.

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Gemas [Hawks x Male reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora