Tortura

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La sangre salía de su cuerpo incesantemente mientras un inaguantable dolor se apoderaba de sus sentidos.
No dijo nada hasta que su 'jefe' le abrió la carne hasta divisar el hueso de su brazo y cogiendo una herramienta más adecuada, se lo partió, sacando un trozo pequeño de hueso. Ahí es cuando gritó, normalmente ahogaba sus gritos, pues el hombre que lo tenía secuestrado disfrutaba de ellos, pero había veces en las que no podía simplemente contenerlos, como ahora.

El trozo de hueso se transformó en un cuarzo blanco.

El secuestrador rió mirando a su presa y le dio el cuarzo con cuidado a un ayudante para que lo guardara. Para conseguir varios trozos sacó más partes de hueso, causando más augurio y sufrimiento en el niño. No sacaba demasiado cuarzo para no levantar muchas sospechas. Si, tenía una perfecta coartada para que la gente no sospeche, pero tampoco era cuestión de pasarse.

Hace tiempo compró una pequeña mina en las afueras de la ciudad para disimular, fingiendo que la compró para probar algo y que se encontró con una gran fuente de minerales naturales, cosa que todos creyeron.

"Todavía sigo sin creerme la suerte que tuve al encontrar tal mina, llena de recursos valiosos." Fueron esas sus palabras en una entrevista por su creciente popularidad.

Ja, casi me hace reír.

Su supuesta suerte se trataba de haber obtenido la información de un pobre niño indefenso con un quirk maravilloso y perfecto para ser usado. Eso era todo. Bueno, es que ese hombre estaba lleno de falsedad, el único problema es que nadie lo notaba, exceptuando a su víctima, quién tuvo que sufrir en primera fila su hipocresía, sadismo y maltrato.

Cuando terminó con el cuarzo que quería, siguió rompiéndole los huesos y la carne durante un rato, ya no por el material, sino por el repugnante placer que le otorgaba escuchar y ver los gritos y dolor del chico. Estaba enfermo, de eso no había duda.

La mañana continuó igual, el secuestrador hería de gravedad y sin preocupación al chico que sacaba gemas de su cuerpo. No sacaron muchas, por las sospechas, claro, pero se hacía cada cierto tiempo. Y el chico siempre terminaba exhausto, agotado, adolorido... A pesar de que era curado, el dolor no se iba es más, aumentaba. Ahí dentro, en los cochombrosos pasillos de suciedad del sótano donde el chico estaba aislado, había un guardia con un quirk que le permitía regenerar las células humanas. Este quirk tenía tres inconvenientes: no podía usarlo en si mismo, solo podía activarlo en heridas, no esfermedades y por último, el daño de la herida permanecía y se multiplicaba a pesar de haber sido curada.

Con lo cual, el joven no tenía ni un momento de descanso aún después de la tortura, no moría porque era curado, pero el dolor seguía, y seguía... Para ser más específicos, casi no había días en los que su cuerpo no estuviese adolorido, ya sea por el incómodo suelo, por los momentos de tortura en los que el dolor permanecía semanas después o por sus músculos atrofiados por la inactividad, pero siempre le dolía, siempre era insoportable, tanto que quería arrancarse la piel, pero eso solo le causaría aún más dolor.

—Ya... No puedo más... —respingó de dolor y cansancio después de horas de tortura.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas secas, ya que su cuerpo no podía sacar más agua, estaba pálido, y cubierto de sangre y residuos arrancados de su propio cuerpo.

Daba vomitera verle. ¿Quién soportaría la imagen de un niño en esas condiciones?
Ah, si, el loco que lo tenía encerrado.

—¿Ya te has cansado? Ha sido más rápido de lo usual, ¿Seguro que estás bien? —preguntaba con un intento de preocupación en su voz, cosa que su sonrisa sádica delataba.

—Solo sácame... —dijo cansado y de mal humor.

—Vale, vale, ahora llamo a tu médico. —se fue riendo como siempre.

Apareció al poco rato el médico, hizo su cometido y se marchó. Tan rápido como el médico se fue, el guardia que le trajo llegó para llevárselo de nuevo. En su habitación le tiró un libro al suelo y se marchó otra vez.

A veces le daban cosas para entretenerse, como libros o materiales para hacer pulseras o collares, (solo las cuerdas, no serían tan amables como para comprar decoraciones para pulseritas teniendo el chico una habilidad perfecta para eso), a veces un balón desinflado de tanto usarse, y pocas cosas más, no eran muchas y todas de mala calidad o demasiado viejas. Pues esta vez le trajeron un libro, uno que ya se había leído 200 veces al menos, qué sorpresa...

De todas formas no le servía, su cansancio y dolor era demasiado como para ponerse a leer o hacer algo. Así que se sentó en su cojín apoyado en la pared y trató dormir.

***

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero se despertó por quinta vez después de sus otros intentos, sintiendo la tensión de su cuerpo dedujo que al menos había descansado una hora más para volver a despertar de nuevo, juntando sus otros intentos llevaría durmiendo solo 1 hora y algo, no mucho, igual seguía sin ser nada para él, pues eso siempre pasaba, y sus grandes ojeras lo decían a gritos.

Se cansó de intentar dormir y agarró el libro de nuevo. Quiso concentrarse en la lectura, mas le era imposible teniendo en cuenta que cada frase que comenzaba a leer su cabeza la terminaba por si sola ya que se sabía el libro de memoria. En realidad se lo aprendió la 4 vez que lo leyó sin embargo tras tantos años el efecto es aún mayor y su mente le dice constantemente lo que pone en la página siguiente antes de comenzarla. Así que se aburrió rápido y se levantó como pudo.

Un intenso dolor se apoderó de su cuerpo al hacerlo, y cayó al suelo, cosa que le hizo más daño aunque vista su condición tampoco le dio mucha atención. Ya que no podía levantarse puesto que se caería otra vez, se arrastró por el suelo hasta llegar a la puerta de metal, y apoyarse en la pared de al lado, levantándose con su reposo. Golpeó la puerta varias veces y esta se abrió, entrando el guardia después.

—¿Qué quieres? —espetó borde.

—Una ducha. —pidió adolorido.

—No te toca. —su intención fue largarse, pero al chico no lo permitió.

—Hace más de un mes ya, (creo), seguro que te ahogas con mi asqueroso olor ahora mismo. —le informó. Si, también le descuidaban en la higiene, apenas le dejaban asearse. —Y no me encuentro bien, si quieres dinero, cuida el cuerpo que te lo da.

—Tsk. Iré a preguntarle al jefe. —y se largó de ahí.

El chico esperó aún apoyado a que volviera y le permitiese bañarse, es lo que más necesitaba ahora mismo. Pasaron varios minutos y el guardia entró de nuevo.

—No puedes. —ni si quiera le miró.

—........ —él no dijo nada, en realidad se lo esperaba.

Y así se volvió a ir. Nada más irse, el pobre niño se arrodilló y abrazó sus piernas, no muy fuerte, no tenía fuerzas.

Solo quería un baño. Siendo él una persona muy limpia, una de sus grandes torturas era estar días sin lavarse las manos siquiera.
Lo odiaba.
Bueno, odiaba muchas cosas.
Odiaba su vida.
Odiaba su quirk.
Odiaba ser débil.
Odiaba a su jefe.
Odiaba su dolor.
Odiaba estar sucio.
Odiaba llorar.
Odiaba no poder hacer nada para cambiar su situación, si tan solo, si tan solo tuviese una oportunidad... Oh, definitivamente la aprovecharía como si esa fuera su razón de vivir, porque la suya ya la había perdido.

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Gemas [Hawks x Male reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora