Prólogo.

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Una estrellada noche se posaba sobre el pequeño pueblo ubicado en la mitad de la montaña más fría de la región, donde en invierno apenas tenían tres horas de luz al día. Sin embargo, los pocos pueblerinos estaban acostumbrados a aquel clima y a la nevada constante.

Esa noche una mujer estaba dando a luz a una pequeña niña. Sostenía la mano de su pareja y jadeaba y se quejaba fuertemente mientras un doctor le decía que pujara. Seguramente debería mantener reposo luego del parto, mas ella se recuperaría muy rápido. Ella no era una mujer normal y su pareja lo sabía, pero aun así la amaba más que a nada en el mundo.

Él, un excazador de demonios de ojos azules y cabello negro con leves tonos rojizos, usuario del aliento solar. Ella, un demonio que escapó del control de Muzan Kibutsuji.

Su historia era digna de ser recordada, mas era un secreto que sólo ellos conocían. La gente del pueblo los conocía por ser una pareja agradable y porque la mujer siempre llevaba una bufanda que le cubriera la boca, pero Tamayo era tan amable que los del lugar se olvidaban de ello, y más cuando los ayudaba con sus enfermedades.

Pasaron dos años y la pequeña Hoshi estaba intentando decir sus primeras palabras. Ya caminaba relativamente bien, aunque sí se cayó mucho mientras aprendía, pero sus heridas sanaron muy rápido.

Su cabello era negro y algo ondulado, su piel era muy clara y sus ojos eran como los de su padre, pero más claros en el borde inferior del iris. Tenía una marca de nacimiento de color borgoña y con una forma muy extraña en el lado derecho de su frente y podía estar bajo el sol sin peligro alguno.

Durante una noche de luna llena en verano, mientras la feliz familia disfrutaba de una pequeña cena en la que Hoshi se dedicaba a jugar con la comida, los gritos inundaron las calles del pueblo. Hiro Kinomoto, el padre de la familia, tomó su espada que no había sido tocada en casi cuatro años y salió a la calle, no sin antes advertirle a su pareja que no salieran de casa, pues él estaba al tanto del pasado de su amada.

***

El caos reinaba en el exterior. Casas destruidas, todos los pueblerinos fallecidos, sangre por doquier y Muzan Kibutsuji enojado a más no poder. Buscaba a Tamayo, pero no lograba dar con su paradero hasta que ella misma se mostró frente a él.

-Has caído bajo -habló con voz ronca el demonio-. ¿Un humano?, ¿en serio? Además era un cazador de demonios, ¿podrías explicarme?

-No tengo nada que decirte -dijo Tamayo con los puños apretados y los ojos vidriosos pero sin derramar ninguna lágrima.

Se aguantaba el dolor de ver que la cabeza de su amado yacía en manos de Muzan, tomada por su cabello.

-¿Acaso se enamoraron? ¡Ja! Qué patético. Aunque... debo admitir que era fuerte -Muzan lanzó la cabeza hacia los pies de Tamayo-, pero no lo suficiente.

Tamayo rugió, sus ojos brillaron de un púrpura intenso y se preparó para pelear. Se acercó rápidamente para que pareciera que quisiera golpear al malvado demonio, pero su objetivo era otro.

Sabía que Muzan la quería a ella, así que esquivó el golpe que Muzan le dirigía como respuesta y lo guió hasta un lugar más abierto, lejano al río que descendía la montaña, donde había dejado una canasta liviana con su pequeña hija dormida dentro.

Horas después de una ardua lucha que Tamayo apenas pudo resistir, el sol comenzó a salir y los demonios se vieron en la obligación de huir por distintos caminos. La demonio volvió al río muy lastimada, avanzando por debajo de los árboles y quemando algunas partes de su cuerpo, pero aquello no importaba, quería recuperar a su hija.

El Sol Es Una Estrella [KNY x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora