5. Tanjiro Kamado.

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Era el cuarto día en el monte Fujikasane y faltaban al menos dos horas para que el sol se ocultase.

Estaba durmiendo sobre una de las ramas más altas de un árbol ubicado a las orillas de un pequeño lago pero, aunque tuviera sus ojos cerrados, había aprendido a mantenerse alerta aún dormida.

De pronto, escuchó algunas ramas crujir bajo el árbol y se sentó de inmediato tomando el mango de su espada, pero resultó ser sólo un joven que caminaba o, más bien, se arrastraba al lago.

Llegó a la orilla y cayó de rodillas. Metió sus manos al agua y las lavó un poco antes de ponerse a beber y limpiar su rostro.

Hoshi brincó de la rama al suelo y avanzó con sigilo hasta estar detrás de él. Lo miró bien y se fijó en que sus ropas estaban muy sucias e, incluso, rotas. También tenía varias manchas de sangre y en su cabeza podía ver una venda que seguramente la envolvía, pues tampoco tenía su máscara de zorro.

-¿Tanjiro? -preguntó con cautela-.

El chico escupió el agua de la boca, tomó su espada en un segundo y giró sobre sus rodillas dispuesto a atacar lo que sea que estuviera detrás.

Hoshi se espantó un poco por la reacción del chico y se dio cuenta de que él ni si quiera había notado su presencia.

-L-Lo siento, debí avisarte que estaba... -frotaba sus manos-.

-¡N-No te preocupes! -Tanjiro había soltado su espada y agitaba sus manos nerviosamente, demostrando que no tenía importancia el asunto-.

Él la miró bien a ella y notó que no tenía ni una sola mancha de tierra ni ninguna herida. Estaba igual de impecable que el primer día que la vio. Bajó la vista a su regazo y se dio cuenta de que él era todo lo contrario, lo que lo hizo fruncir sus labios en un pequeño gesto de vergüenza.

-¿Estás bien? -Tanjiro levantó la mirada y se encontró con que Hoshi se había sentado frente a él-.

-Sí, sí. Estoy bien.

-No lo parece. ¿Me permites ver? -preguntó con voz suave-.

-Uhm, claro -dijo con algo de duda-.

La niña se paró sobre sus rodillas y llevó sus manos a la frente de Tanjiro. Levantó el cabello y luego deshizo el vendaje.

-¿Cuándo te hiciste esa herida?

-A-Anoche -Tanjiro miraba al suelo con sus mejillas levemente rosadas por aquel tacto-.

-¿Y ya la limpiaste?

-Uhm, me puse una pomada que el señor Urokodaki me regaló.

Hoshi volvió a sentarse en el suelo.

-Ya veo. Esa es una buena pomada -dijo con seguridad-, pero deberías limpiar esa herida.

-Entiendo -asintió él-.

Hoshi lo miró bien y notó que en sus manos también habían algunas vendas no muy bien puestas y algo sucias.

«Quizá Urokodaki-sama no le enseñó muy bien sobre vendaje».

Desde que Hoshi trabaja en el hospital, ha florecido en ella un sentido de responsabilidad y cuidado por todas las personas heridas que ella ve, donde no puede evitar prestarle ayuda hasta que mejoren. Además, como ha tratado con niños y ancianos, le es inevitable ser atenta y amable con los demás, sobretodo con las personas que ayuda.

-¿Me dejarías ayudarte? -preguntó ella con suavidad en su voz-.

Tanjiro la miró a los ojos y sólo vio amabilidad en ellos. Ante su olfato, ella emanaba un aroma lleno de gentileza, bondad y, además, uno que se le asemejaba un poco al señor Urokodaki y que Tanjiro relacionó con la habilidad que ella tenía como cazadora.

El Sol Es Una Estrella [KNY x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora