67. Un mundo sin demonios.

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Sentado en una roca, escuchaba el sonido del agua chocando contra las piedras del río, mientras una suave y cálida brisa mecía su largo cabello que llevaba atado en una coleta. Sus pies estaban dentro del agua, aunque esta sólo le llegaba hasta la mitad de las pantorrillas y, por ende, llevaba sus pantalones recogidos hasta por sobre las rodillas.

-¡PAPÁAA!, ¡Tamayo perdió mi carrito de juguete! -llegó un niño de ojos azules corriendo a su lado, salpicando todo de agua-.

-¡No es cierto!, ¡Rokuta está mintiendo! -una niña más pequeña que usaba un kimono de cuadros blancos y lilas llegó junto a su hermano-.

Ambos pelinegros comenzaron a discutir mientras Tanjiro se ponía lentamente de pie y se acercaba con cuidado hacia ellos.

-¡LO TENEMOS!

Una tercera y cuarta voz se escuchó desde donde venían corriendo los dos pequeños anteriores. Los tres se voltearon hacia donde esas voces provenían y notaron a dos siluetas acercándose a ellos. Una pertenecía a un niño de idéntico a Tanjiro, pero con el cabello corto y usaba un haori de cuadros rojos y negros. La otra silueta era de una mujer de cabello negro hasta la cintura que vestía un kimono de cuadros celestes y blancos.

-Ronin se zambulló en el agua y nadó hasta donde el carrito se cayó -explicó Hoshi cuando él y su hijo mayor llegaron-.

-Ajá -comentó sonriente el mencionado, mientras que por su cabello escurrían algunas gotas de agua-. Se había atorado entre unos arbustos. Por lo menos no se lo llevó el río.

-¡MUCHAS GRACIAS ONI-CHAN! -Rokuta se lanzó a los brazos de su hermano mayor y luego Tamayo hizo lo mismo-.

Tanjiro y Hoshi reían mientras se acercaban y se abrazaban de lado, contemplando la adorable vista de sus tres hijos de ocho, seis y cinco años. Los adultos consideraban a los tres un milagro, ya que desde un principio sabían que Hoshi podría no ser madre, pero finalmente sí lo logró, aunque tuvo algunas complicaciones en sus embarazos; como su lenta recuperación o el hecho de que los últimos meses de cada embarazo los pasó prácticamente en cama, pero los tres habían nacido y crecido muy sanamente. Sin ninguna marca del pasado.

Al cabo de unos segundos, se miraron entre ellos y se dieron un pequeño beso, pero Hoshi percibió algo extraño al separarse y sólo sonrió con tranquilidad.

-Pequeños -los miró y habló con ternura-. Creo que ya es momento de volver a casa.

Rokuta y Tamayo se quejaron e hicieron un puchero.

-No se preocupen -dijo su madre inclinándose para quedar a su altura-. Aún queda verano y podremos volver otro día.

Los pequeños sonrieron de lado y al momento empezaron a recoger sus juguetes, al igual que Ronin. Hoshi se giró para ver a Tanjiro y este, aunque sonreía tiernamente, ocultaba cierta tristeza.

Hoshi sólo se acercó a él y puso sus manos en sus mejillas, mirándolo comprensivamente.

-Cariño, ellos lo entienden. No te preocupes.

-Lo sé, lo sé -dijo suspirando y abrazando a la ojiceleste-. Es sólo que quiero dar lo máximo de mi por ellos...

-Y lo haces. Por favor, no pienses que no -se separó y lo miró a los ojos-. Te esfuerzas mucho cada día y todos lo apreciamos, pero también necesitas descansar.

Tanjiro volvió a abrazarla para intentar transmitirle lo agradecido que estaba con ella y lo amado que lo hacía sentir, aunque no se iba el sentimiento de culpabilidad; pues Hoshi sólo había podido recuperar una parte de su fuerza con ayuda de entrenamiento y él se había propuesto ayudarla siempre, pero ahora le era algo realmente agotador. Al cabo de un momento se separaron para recoger las cosas que habían llevado, pues habían decidido almorzar en el río que quedaba no muy lejos de su hogar.

El Sol Es Una Estrella [KNY x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora