34. Cumpleaños.

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Cuando Tanjiro despertó, Hoshi ya no se encontraba en su futón al lado contrario de Nezuko, pero lo entendía. La noche anterior, cuando volvían de ver a las luciérnagas, dijo que se iría temprano para terminar sus labores lo antes posible y en la tarde, después de lo que correspondería al descanso para el almuerzo, celebrar el tan esperado cumpleaños de los infantes del hospital.

Al levantarse, removió a Nezuko para que ella despertara y así llevarla a casa de Hiyori para que no se quedara sola mientras él ayudaba a Kotetsu y su madre con los últimos preparativos.

Nezuko se quedó durmiendo en el futón de Hiyori mientras Tanjiro traía los regalos que resultaron estar en casa de los Haganezuka. Los llevó con Kotetsu y comenzaron a envolver en papel los pequeños carros y muñecas para los doce niños, a la vez que Hiyori preparaba el enorme pastel.

Por otra parte, Mitsuri también se despertó temprano para preparar bocadillos en la residencia de cazadores para llevar a la fiesta, como mochis, dangos, dorayakis, etc., pues ella realmente disfrutaba cocinar y desde que conoció a Hoshi y a los pequeños del hospital, quiso participar de esas fiestas. Esta era la segunda vez que lo hacía.

Por su lado, Hoshi avanzaba con sus labores del día a velocidad sobrehumana, igual que el resto de las enfermeras, para cumplir con su turno y tener la tarde relativamente libre. Habían informado a los aldeanos que atenderían en la mañana para entregar remedios, por lo que se hicieron 2 filas para acelerar el proceso.

Llegado el momento del almuerzo, decidieron destinarlo para la decoración de la sala de los pequeños. Apilaron los futones juntos en un lugar y trajeron mesas y sillas para que todos pudieran sentarse. Colgaron cintas en el techo e inflaron globos, cosas que Hoshi había traído del viaje junto con los regalos.

Mitsuri fue de las primeras en llegar, vistiendo un bonito kimono de flores, y trayendo las preparaciones. Ayudó poniéndolas sobre las mesas con manteles y luego con la decoración.

Más tarde llegaron Kotetsu, Nezuko y Tanjiro, vestido igual que aquella noche con las luciérnagas, con los regalos. Nezuko entró en ambiente enseguida para jugar con los niños, ya que aparentaba unos seis años, y los demás siguieron arreglando la sala y ayudando a algunos ancianos que querían sumarse a la celebración.

-¿Cómo se encuentra, Goro-sama? -preguntó Hoshi cuando llegó junto al anciano. Un ex cazador con una cicatriz que le cruzaba ambos ojos, dejándolo ciego-.

-He estado mejor, Hoshi -dijo algo cascarrabias-.

Y es que él lo era. Aparentaba un mal carácter y amargura, pero las enfermeras sabían que no muy en el fondo tenía un gran corazón y disfrutaba de la felicidad ajena.

-Ahora ven, ayúdame a llegar con los niños esos -sacudió su mano izquierda para que Hoshi se la tomara y la pasara en el hueco que se hacía con su brazo a la altura de su codo, mientras él caminaba con un bastón en su mano izquierda-.

Ambos comenzaron a caminar despacio hacia la habitación grande, donde ya se escuchaban los gritos y risas de los demás. Nyoko, Ayaka y Nana ayudaron a algunos ancianos más, algunos a los que les faltaban extremidades o tenían ciertas deficiencias, pero que igualmente querían disfrutar de la fiesta.

Los sentaron en una gran mesa a todos juntos, les trajeron algunos de sus juegos de mesa y les sirvieron bebestibles y bocadillos.

-Tráiganme mi koto -pidió Goro-.

-Sí, Goro-sama-asintió Nyoko-. Mi hermana iba a traérselo para que tocara cuando soplara las velas.

-¿Eh?, ¿cuando dije que lo haría?

-Uhm... -se quedó pensando unos segundos la pecosa-.

-Está bien, está bien. Si tanto insisten, los acompañaré con la melodía.

El Sol Es Una Estrella [KNY x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora