The Heir to the House of Prince | Traducción

xxxiv. No Slytherin.

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

"¿El sombrero? ¿El sombrero está tratando de matarte?"

Bill Weasley mira fijamente entre Harry y el sombrero, que parece jodidamente encantado consigo mismo.

"Quiere clasificarlo en Slytherin", explica Fred detrás de él.

"Lo cual sería suicida", añade George.

"¡SLYTHERIN!" El Sombrero vuelve a gritar como si pensara que no se le ha prestado suficiente atención. Harry lo mira fijamente, odiando cada uno de sus parches.

Un día te arrancaré por tus puntos y haré que Hermione cosa tu tela en pequeños sombreros para Dobby.

"¿Qué está haciendo aquí, señor Weasley?" McGonagall mira fijamente a Bill. "¿Cómo es que...?"

Es la primera vez en la vida de Harry que ve tartamudear a su jefa de casa. Sería divertido si no le asaltara la desagradable idea de que ella podría dejar de ser su jefa de casa.

"Soy el Anzar de Silver Hall asignado para Harry, ya que está bajo la protección de la Nación de los Duendes y de Silver Hall, y fui alertado de su necesidad por una extraña especie de elfo de Hogwarts llamado Dobby". Bill sonríe. "Es un placer verte, Minerva".

"¡Oh, Anzar Weasley, qué delicia!" Flitwick se balancea como un globo de helio. "¡Albus nunca mencionó que el Sr. Potter estaba bajo la protección de la Nación Soberana!"

"Porque mientras Harry está en Hogwarts, no lo está", dice Dumbledore en voz baja. "Hogwarts está en la Tierra Sagrada de los Magos. Está bajo la protección del Wizengamot".

Hay tensión en el aire. Las fosas nasales de Harry se llenan del aroma de los fuegos artificiales y los limones. Es la magia de Dumbledore. Harry tiene la vaga sensación de que se ha metido en aguas políticas demasiado profundas para él, pero no le importa. No será un Slytherin. Así que se lo dice a Bill.

"No iré a Slytherin".

"¡Lo harás!" El sombrero grita.

"¡No lo haré!"

Harry aprieta los puños y presiona subrepticiamente su anillo de Slytherin en el costado del muslo. Ha estado siseando constante y furiosamente desde que entró en la habitación y está empezando a alcanzar un tono que Harry no puede ignorar. Empieza a oír palabras en él. Legado. Herencia. Destino. El anillo Potter, por otra parte, empieza a calentarse con tal intensidad que Harry tiene la impresión de que se disputan su atención. Harry intenta ignorarlos y hace un gesto a Bill.

"No me dejará. Tienes que protegerme. No sé si los sombreros homicidas están en la letra pequeña de mi acuerdo con Silver Hall, pero puedes apostar tu sombrero de ala caída a que lo voy a comprobar".

"Me sorprende tu arrogancia, Potter", se burla Snape. "¿Presumes que porque la Nación de los Duendes te ampara van a intervenir en asuntos en los que no consigues lo que quieres? No creo que al Rey Ragnok le guste estar a disposición de los caprichos de un adolescente".

"El Soberano no está a disposición de nadie". Es el turno del profesor Flitwick para sonar con frialdad.

"Y aunque Hogwarts no está sujeto a las leyes de la Nación de los Duendes, los asuntos relacionados con la seguridad de nuestros protegidos están bajo nuestra jurisdicción", añade Bill.