Capítulo 4

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"Eres una tentación, sabes prohibido y adicción. Eres de esas personas que deja huella difícil de borrar"

Por fin ha llegado el día viernes, fue una semana dura y también he seguido con malestares de estómago. Pero al ser fin de semana, parece que todos los males se evaporan. Salgo de la sala de profesores y me dirijo hacia mi última clase, pero como casi todos los días, soy interceptada en el camino. Arsen se aparece de la nada y se frena frente a mí.

—Salgamos a beber una cerveza hoy —propone con esa impecable y perfecta sonrisa.

—Hola, Arsen, estoy bien, ¿y tú? —respondo graciosa por su notable falta de modales al ni siquiera saludar.

—Hola, Lizbeth, ¿cómo estás?, me alegro, sí yo también estoy genial —tuerce el gesto y sonríe—, ¿qué dices?

Se inclina un poco acercándose en demasía, con el paso de los días lo noto cada vez más suelto conmigo.

—No puedo, Arsen, debo ir a casa —respondo a desgano por tener que negarme a su petición.

—Te has negado en cada uno de los días que te invité —suelta y veo un atisbo de molestia en sus palabras.

—Porque no he podido —replico en el mismo tono.

—Sólo serán unos tragos, eres mi única amiga —responde.

—¿Soy tu amiga? —pregunto con gracia, sonríe y muerde su labio.

Creo que él no tiene noción de lo sensual que eso se ve, es como una pieza erótica de la mitología.

—Sí lo eres —responde—, me divierto mucho contigo. Vamos —insiste—, sabes que quieres...

—¿No hay otras chicas a las que impresionar?

—¿Te he impresionado, Liz? —pregunta doble intencionado.

Su sonrisa egocéntrica me advierte segundos después, lo que acabo de decir, es obvio que me ha impresionado ¿a quién no? pero no quería que lo sepa.

—No, no —balbuceo.

«Cachetada mental».

—Bueno, entonces paso por ti a las siete —afirma.

—¿Por dónde? —pregunto.

«Esperen un momento: ¿Cuándo acepté?».

—Por donde quieras... —Eleva sus cejas en una doble intención que dejo pasar por alto.

—Por mi casa estaría bien —acuerdo.

—Perfecto, hasta la noche —Deja un beso fugaz en mi mejilla y se aleja.

Quedo observándolo aun parada en medio del pasillo, caminando seguro y preguntándome si realmente me ve como una amiga.

Entro a mi salón y la verdad es que me siento nublada, bloqueada, siento algo revolverse dentro de mí, algo extraño y siempre me pasa al ver a Arsen o estar cerca de él.

—¿Se siente bien? —pregunta una alumna.

—No, no me siento bien. Lean cualquier cosa, por favor, tomaré asiento —comento.

Me acerco a mi escritorio y tomo asiento, los alumnos me observan y se ponen a hablar entre ellos. Soy una estúpida, me hago una película en mi mente, sólo quiere hacer una amiga y yo lo estoy viendo de forma errónea.

Llego lo más temprano que puedo a casa para poder arreglarme. Samuel no se encuentra, mejor, las cosas con él estuvieron algo tirantes en estos días por pequeñas discusiones que no fueron solucionadas a tiempo y, una repentina salida como ésta, solo empeoraría las cosas. Es claro que no le diré a donde voy.
Salgo de la ducha con una toalla enroscada al cuerpo y comienzo a secar mi cabello, se amolda bastante bien, suele ser lacio y algo ondulado en los largos, pero el secador lo deja suave y liso, el color que me dieron en el salón se ve brillante aunque ya haya pasado tiempo. Pronto volveré a arreglarlo. Una vez terminado de secar, comienzo a vestirme, me decidí por unos leggings negros, zapatos de tacón altos y una blusa de tirantes también negra acompañada de una chaqueta. Aplico un poco de maquillaje, delineador, rímel, brillo de labios y rubor, nada especial. No me gusta maquillarme demasiado. Me miro en el espejo y soy otra, doy gracias a los chicos que me ayudaron, bah, en realidad me eligieron la ropa, sino, no sabría que ponerme esta noche como para estar a la altura de Arsen, que suele vestirse impecable.
Bajo a la cocina por un vaso de agua y escucho la puerta de entrada. Demonios, pensaba irme antes de que llegara y luego lo arreglaría con un mensaje. Samuel se aparece por el umbral de la cocina.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora