Capítulo №19

71 12 0
                                    

“¿Esto se llama felicidad?”

—¿Así te gusta? —pregunta Arsen en mi oído. 

—Sí, ahí —gimoteo. 

Me exigió que me desnude y relaje, está masajeando mi espalda, me encuentro boca abajo, abrazando su almohada y sintiendo su fresco perfume. Está sentado sobre mi trasero —obvio sin apoyar su peso—, y me hace el masaje más delicioso en las nalgas y cintura. Amo esta habitación, esta cama, y estar aquí con él sin tener la preocupación de ir o no a casa. Me encanta la idea de dormir con él. 

—¿Qué pensará de mí tú madre con que pase la noche aquí? —pregunto preocupada. 

—La verdad no me importa, soy mayor para eso —determina—, además, mi madre es más suelta en ese sentido —explica. 

—¿Cómo es eso? —inquiero confundida. 

—Que ella es más moderna, por así decirlo, al ser de aquí es más liberal, mi padre a pesar de ser tan joven como ella, es más... ¿Cómo le dicen ustedes? —pregunta confundido. 

—¿Chapado a la antigua? 

—Sí, eso. Toda la familia que tengo en Grecia es así, se meten y opinan en todo, es algo exasperante. 

—Entonces aquí estás cómo quieres... —afirmo. 

—Sí, mi madre es muy diferente a ellos, nunca encajó allá, pero esperó a separarse para volver a Inglaterra. 

Mucha información, así que Crista sería como la inglesa liberal. Me imagino a la familia de Arsen muy unida. 

—No voy a querer irme nunca jamás de aquí —advierto aún con mis ojos cerrados. 

—Esa es la idea. 

—¿Qué persona cuerda querría irse de aquí, con semejante hombre semi desnudo y haciendo masajes? —pregunto graciosa—. Yo no lo haría. 

—Shh —pide silencio y comienza a hacer presión en mi columna vertebral. 

Es seguro que me quede dormida, quisiese desvelarme toda la noche, pero a pesar de haber dormido tanto tengo sueño. 

—Acuéstate —pido para que pare y venga conmigo a la cama. 

—¿Te sientes mejor? —pregunta en mi oído mientras besa mi hombro. 

—Sí —afirmo y siento un escalofrío recorrer mi cuerpo y ponerme la piel de gallina. 

Sale de encima y siento el lado de la cama hundirse, seguido la suave manta que nos cubre y quiero girarme para abrazarlo y acurrucarme en su pecho, pero estoy tan cómoda aquí. Igualmente es resuelto cuando siento su cuerpo pegarse al mío y abrazarme, entrelaza nuestras piernas y acaricia mi espalda. 

—Te amo —digo a la par que mis ojos se cierran, sus caricias son como somníferos. 

—Yo también te amo, Liz. —Besa mi cabeza y todo se apaga.



Tomo asiento en la cama, me cubro un poco con las sábanas por el frío y observo a Arsen vestirse. Es una gran manera de despertar. 

—Buenos días —saludo, se gira y sonríe. 

—Buenos días —Se acerca y deja un beso—. Si vas a quedarte en la cama me avisas y vuelvo a entrar... —bromea, río negando con la cabeza y me preparo para levantarme. 

—Debo ir a casa —aviso mientras busco mis bragas en el suelo y me las coloco aún sentada en la cama. 

—Por un momento creí que dirías que sí —Se queja. 

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora