"Decir que los sentimientos han muerto es fácil, pero enfrentar a sus fantasmas es la verdadera prueba de superación"
Quedo estupefacta ante la situación, no soy consciente de qué hacer, solo veo lo que sucede frente a mí sin poder tomar control de mi propio cuerpo. Liam está igual que yo, solo observamos la situación, pero en un momento, por mero impulso decido hacer lo que creo correcto.
-Debemos irnos -declaro asustada. Liam asiente, dejo el carro a un lado y comienzo a caminar.
-Lizbeth -El llamado de Crista me hace frenar, pero aun sigo de espaldas a ella, con Liam a mi lado y contemplando la puerta de salida a unos pocos metros.
Espero, siento el ruido de sus tacones en el porcelanato y la ansiedad me carcome, ¿cómo puedo salir de esta? Se para frente a mí, con una expresión de sorpresa y su boca se abre y cierra varias veces sin poder formular palabra.
-¿Qué quiere? -cuestiono.
-¿Es hijo de Arsen? -pregunta en un susurro, señalando a Evan.
Se le corta la voz y sus ojos se llenan de lágrimas al igual que los míos, creo que tengo la misma reacción que ella. Liam solo observa y decido que es mejor hablar a solas, por lo que le entrego en brazos a Evan.
-Sólo déjanos a solas un momento -pido amable.
Se limita a asentir y sale con mi bebé hacia la salida. Crista espera mi respuesta, resoplo quitando las ganas de llorar, revivir esto me trae muchos recuerdos. Malos recuerdos, humillaciones y sufrimientos que no quiero volver a pasar.
-¿Lo es? -presiona.
-No, es hijo de Liam.
-¿Su esposo? -cuestiona y veo la ironía en su tono de voz. No creo que sepa que me separé y debe suponer que Liam, es uno de todos mis amantes, así como lo era su hijo.
-No es de su incumbencia, es mi vida, mi hijo y no tengo porqué darle explicaciones -asevero.
-Ese niño es completamente idéntico a Arsen, ¡no me mienta! -comienzo a ponerme nerviosa, todo lo que he construido se desmoronará.
-Si es hijo o no de Arsen, eso ya no importa -espeto-, después de todo esto es resultado de sus caprichos, suyos y de su esposo.
Me observa con los ojos entrecerrados mientras niega con la cabeza.
-No puede hacer algo así, Arsen merece saberlo, es su padre -espeta en el mismo tono.
-¿Ahora le interesa? Cuando tuvo que separarnos no le importó.
-Yo no los separé, solo le dije la verdad respecto a Arsen, pero usted debió decirla también, por lo menos a mí que soy su abuela.
-Usted no es nada, Arsen no es nada para Evan, y los quiero lejos de mi vida -espeto y me corro hacia un costado para ir a la salida-. Esto se terminó -finalizo.
Comienzo a caminar, no escucho sus pasos por lo que seguro me dejó escapar en paz. Al pasar la puerta de salida, el frío aire me alivia el ardor en la garganta, Liam me observa desde el auto y le hago una seña de que todo está bien. Cuando compongo la postura, me encamino al auto para entrar e irnos a casa, a mi nuevo hogar, mi refugio y donde nada ni nadie me atormenta.
-Liam, sabía que Evan no tenía que venir -me quejo mientras observo por la ventanilla.
-Tranquila -responde, sujeta mi mano sobre mi regazo y se la lleva a la boca para besarla-, todo saldrá bien.
En el resto del día no hice más que estar nerviosa, todo lo de la fiesta lo terminé con pesar y ahora solamente quiero tocar la cama, cerrar los ojos y descansar. Apoyo mi cabeza en la almohada y pienso sobre lo sucedido en la mañana, decidí no contárselo a nadie, ni a Mitch ni a Pat, no quiero que se alteren, conmigo alcanza.
Me giro y observo a Liam dormir, su rostro está totalmente en paz, en cierta forma lo envidio, quiero un poco de esa paz.-Liam -lo llamo en un susurro, se remueve en su lugar y abre sus ojos aún con sueño.
-¿Qué sucede, bebé? -acaricia mi rostro y cierro mis ojos ante su contacto, me relaja.
-No puedo dormir, me siento nerviosa -comento.
-Ven aquí -pide estirando sus brazos.
Me recuesto un poco más y me acurruco de espalda a su pecho, su abrazo de oso y los besos en mi cabeza me dan la paz que necesito para conciliar el sueño.
*
Luego de buscar a Evan por la guardería y comprar el almuerzo, nos dirigimos a casa. Por suerte el día está soleado y eso hace que no haga tanto frío, es mucho más cómodo para manejarme con Evan, ya que no tengo coche, de hecho pienso comprarme uno, pero debo juntar dinero, no quiero que Liam me lo pague y las malas lenguas hablen.
Al llegar a casa, mientras busco las llaves en mi bolso y veo que Evan no se baje del carrito, de reojo observo un auto aparcado en nuestra entrada. Es algo raro, ni mencionar que la calle está vacía de autos y es extraño que esté justo aquí. Es negro y de alta gama, por lo que no me preocupa que sean ladrones, pero sí decido apresurarme a entrar.
Cuando cierro la puerta a mis espaldas, me apresuro a sacar a Evan del carro y dejarlo en el corral, prendo la televisión y como está su programa favorito no pide salir. Aun no camina sólo, por lo que todavía puedo controlarlo. Pongo a cocinar el almuerzo, ambos estamos hambrientos, Liam llegará pronto y por suerte, Evan no irá de tarde a la guardería... Golpean la puerta, dejo todo a medio hacer y me fijo quien es, al asomarme por la ventana no logro ver, está muy pegado hacia la puerta, y esta no tiene mirilla.
Cuando abro, el trapo con el que secaba mis manos cae al suelo y con una mano tapo mi boca no creyendo lo que veo ante mí. Sus ojos se ven intensos, curiosos y también enfadados. Puedo jurar que todo ha quedado en silencio, sólo puedo oír a mi corazón bombear más fuerte. Su postura es recta como la recordaba, puedo notar cuanto ha cambiado y crecido, es un completo hombre. Su cabello es más largo pero siempre perfectamente acomodado, se ha dejado la barba y puedo afirmar que es tan o más hermoso que antes.
-Arsen -susurro su nombre no reconociendo mi propia voz al nombrarlo.
-Lizbeth -responde, su voz suena más ruda, no parece relajarse, sólo me inspecciona con su mirada.
-¿Qué haces aquí? -pregunto con un hilo de voz, siento ganas de llorar y no sé a qué viene esa necesidad.
-Sabes muy bien a qué vengo -responde firme y seguro-. ¿Cómo has podido ocultarme que tuvimos un hijo?
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Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...