Capítulo №70

44 10 2
                                    

"Los hechos hablaron por sí solos, las pruebas estaban frente a mí, pero no supe discernir".

Aplico un poco brillo labial y tomo mi bolso; he tenido que maquillarme bastante para tapar mis ojeras. Cuando salgo camino dos calles y tomo un taxi hasta el hospital. Por suerte Mitch se encargará hoy y mañana de Evan.
Por más que aún no he dormido, no me siento cansada, o por lo menos no físicamente. El miedo y la preocupación que siento por Arsen se me transforman en adrenalina para el cuerpo. Hubo un cambio de planes, ya que cuando Crista me avisó que Dorián había llegado, no pude evitar asustarme y querer huir de la escena. Porque sé lo que me espera.

Así que ella me cedió el turno de bañarme y arreglarme, y cuando llegue Dorián, lo hará ella. No queríamos que Arsen quedase solo, más que nada por el hecho de las novedades. En la primera ronda del doctor, nos informaron que Arsen seguía igual, pero estable y eso es bueno.
Otra noticia que me cayó como un balde de agua helada, además de la llegada de Dorián, es que viene acompañado de Iona. Era obvio, también lo haría. Cuando Crista me lo comentó para que me preparase, no supe cómo sentirme, si tener miedo, celos o simplemente estar fuera de lugar -Porque Arsen aún no ha hablado con ella, técnicamente siguen juntos-.

Al dar con el edificio, me registro e ingreso sin más. Aunque la sensación de ahogo que siento me tire hacia atrás, decido continuar, camino firme y erguida. Cuando salgo del ascensor, antes de dar la vuelta al pasillo, camino lenta y silenciosa para poder echar un vistazo. Mi pulso se acelera cuando veo a Dorián de brazos cruzados y apoyado en la pared junto a la puerta del pabellón, trae unos jeans y camiseta blanca que lo hace ver más joven de lo que es. Pero cuando sigo inspeccionando el pasillo, veo a una chica caminar hasta él para abrazarlo y llorar; tiene el cabello rubio oscuro y las puntas blancas, largo y algo ondulado en las puntas. Es alta, más que yo, delgada y parece una modelo. Cuando se aparta la veo con mayor precisión, su piel es bronceada y su rostro parece sacado de una revista. Desde aquí veo que sus ojos son color agua, es completamente hermosa.
Por eso Arsen nunca quiso dejarla.

-Aisthánomai énochos. -Habla ella.

-Tha prépei.

Comienzo a pensar que esto es demasiado para mí sola, ¿qué debo hacer? No puedo así nada más acercarme y saludar o presentarme.

-Lizbeth. -Me giro ante el susto del llamado y encuentro a Crista parada detrás observándome curiosa.

-Me asustaste -confieso y mi pecho se siente presionado. Pero creo que no es por el susto.

-¿Qué haces?

-Tengo miedo, Crista -confieso y frunce sus labios con pena.

-Yo no puedo meterme en el problema de Arsen, Iona y tú -explica amable-, pero si puedo apoyar a mi hijo, y mi hijo te ama, tienes derecho de estar aquí, eres la madre de su hijo y deben respetarte. Lo de su relación lamentablemente deberán esclarecerlo cuando él se encuentre consciente.

-Exacto -confirmo-. Pero siento temor de Dorián.

-No puede hacer nada.

Y así es como la sigo hacia ellos. Dorián al verme pone una expresión de pánico como si fuese el mismísimo Diablo. Ella por el contrario me mira de arriba a abajo, inspeccionando cada centímetro de mí como yo de ella.

-Buenos días -saludo y siento mi garganta cerrarse.

-Buenos días -saluda Dorián.

-Kalimera -saluda ella y no sé definir su expresión, se ve triste y dolida, no tiene rastros de enfado hacia mí.

-Ella es Iona -presenta Crista-, Iona, ella es Lizbeth, es la madre de Evan. -Iona asiente en respuesta-. Ella entiende inglés a la perfección pero le cuesta hablarlo -aclara Crista y cuando termina llega ese silencio incómodo.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora