Capítulo №31

55 10 2
                                    

"De las malas decisiones siempre algo bueno nos queda, así como de las buenas también cosas malas..."

Acomodo el último libro polvoriento en su estante correspondiente, estos ejemplares han salido del desván de abandono, fueron llevados ahí por estar en mal estado, pero se me ha ocurrido hacer una sección de libros usados, después de todo no dejan de ser libros, y nunca deben ser desechados -a menos que sean libros de youtubers, eso lo usaría para prender la estufa-.

El día se hizo demasiado largo, el clima está como siempre, nublado y frío, la bruma es cada vez más espesa, algo típico en esta época del año, el otoño. Lo único que quiero hacer -como todos los días-, es llegar a casa, tomar un baño caliente y estar con Evan. Aún no me acostumbro a estar alejada de él y lo extraño en demasía.

Recorro las estanterías colocando los libros nuevos y faltantes, cuando paso al sector donde está la mitología, más bien la griega, siempre me sucede lo mismo, freno ante los altos estantes y los observo, puede sonar tonto pero además de Evan, esta es mi única conexión con él. Al tocar los lomos de éstos, el cosquilleo en mi estómago se hace presente, y no es por un hecho mágico, sino por recordar nuestras charlas acerca de mitología, Dioses, Grecia y todos los temas que teníamos en común.

«Es solo un recuerdo».

Espero a que salga el último cliente y comienzo a cerrar las ventanas de la librería. Es un negocio antiguo y vienen pasándolo de generación en generación. La tía de Liam, Helen, no tiene hijos y más familiares que él, Lía (hermana de Liam) y Steph (madre de Liam), por ese motivo le pidió que cuidase de ésta, y gracias a Dios tengo un trabajo. Está en malas condiciones, pero de a poco voy arreglándola y haciendo que luzca como lo que es, una gran librería de Londres.

Los días aquí dentro se pasan rápido -aunque hay excepciones como hoy- me gusta el contacto con la gente, también el poder estar entre libros y letras, apreciando a aquellos que vienen a buscar algo que leer, «oh, esa fue mi parte docente», creo que nunca la dejaré de lado, de hecho extraño enseñar, de igual forma esto es muy bueno.

Es un salario como cualquier otro, pero me permite vivir bien, junto con Mitch nos las arreglamos bastante, a Evan no le hacemos faltar de nada, y bueno, no puedo negar que Liam siempre está presente en mi vida al igual que todos mis amigos. Es de esas personas que se ha vuelto necesaria, y no por lo económico o material, sino por el hecho de hacerte sentir parte de algo y también que sientas necesidad de él.
Me hace pensar la famosa frase: "¿Cómo vivía antes de él?".

-Buenas noches -Me giro ante el repentino saludo, hasta me he asustado. Pensaba que estaba sola.

-Hola, Mitch -Me acerco a saludarlo y a arrebatar de sus brazos a la luz de mis días, Evan.

Lo tomo en mis brazos y como siempre lo lleno de besos. A veces siento culpa de que no tenga una vida como cualquier otra, con su padre al lado. Pero intento convencerme de que es lo mejor, que así debe ser.

-¿Estás lista? -pregunta Mitch, a lo que asiento, tomo mi abrigo, bolso en mano y salimos.
Siempre viene a buscarme él o Liam, depende quien pase a buscar a Evan por la guardería. Cuando cumplió los seis meses decidí comenzar a trabajar y era necesario enviarlo. En unos meses cumplirá un año y no dejo de sorprenderme de cuán rápido pasa el tiempo.

Al llegar a casa hago lo de siempre, alisto todo el desorden, preparo la cena mientras Mitch descansa y juega con Evan, cenamos y así finaliza otro día más. No me quejo de la rutina, estoy tranquila, me valgo por mí misma y también me di cuenta de cuán presionada estaba por Samuel en cuanto a dinero. También lo mucho que me gusta y me divierte vivir con mi hermano, la tranquilidad y serenidad de este lugar es única.

Pero como todas las noches, hago lo que acostumbro, aún no abandono ese lado masoquista en mí y termino por dañarme siempre un poco más; voy al mueble y busco sus fotos, esas que mandé a imprimir en papel fotográfico, las únicas que pude tomarle en esos encuentros que teníamos. Me veía tan feliz, en sus brazos, en la cama de la posada, en Londres, etc. A veces creo que si Evan no existiese, juraría que fue una fantasía, un sueño con resultados de pesadillas, pero que al fin y al cabo, fueron hermosos.
Muchas veces en todo este tiempo me pregunté qué es de la vida de Arsen, nunca tuve noticias suyas -tampoco las esperaba-, pero mentiría si no dijera que siempre pensé que volvería y me buscaría. Lo he buscado en las redes sociales -ya que no tengo su número y él tampoco el mío-, pero no lo encontré, ni quise insistir tanto. «¿Qué le diría? "Hola, Arsen, ¿me recuerdas? Soy tu profesora, tiempo atrás tuvimos un idilio y de ahí nació un bebé"». No, no quiero, aun guardo mi dignidad, ese poco que logré rescatar en aquellos tiempos.

Me acerco a la cuna de mi pequeño y lo observo dormir, su parecido a Arsen es extraordinario, su cabello negro, sus ojos, su rostro, y aunque eso me recuerde constantemente a él, me agrada. Es una parte de mi vida que nunca mandaría a borrar.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora