"Los monstruos salen de debajo de la cama, las mentiras de la confianza y las cartas de la manga".
Luego de ese momento en el auto, llegamos a la casa, creo que Arsen ha comprendido bien cómo debe actuar y lo que debe o no decir, porque ahora está como si nada hubiese pasado, los dos estamos más calmados y relajados. Al entrar a la hermosa casa, encuentro tres enormes cajas muy embaladas junto a los muebles del living. Las miro mientras me acerco y trato de pensar lo que puedan ser. Levanto mi vista y encuentro a Arsen mirándome emocionado.
-¿Qué es esto? -pregunto curiosa.
-Son cosas para la casa, para la cocina, ropa de cama y eso, no había nada y tampoco quería que gastes -responde con una gran sonrisa.
Mis hombros se caen, es una extraña mezcla de gratitud y vergüenza. También de esas sensación de no querer que nadie me regale nada.
-Tenía pensado ir a un bazar esta misma tarde -contesto-. También debo ir a comprar leche y cosas para Evan, ¿cuándo llegó todo esto?
-Hace varios días, cuando dijiste que vendrías a vivir aquí, mi madre me ayudó.
En el mismo lugar donde estoy parada, tomo asiento en el suelo. Contemplo las cajas y siento remordimiento de siempre estar maltratando a aquellos que me ayudan, debería dejarme ayudar.
-¿Qué sucede? -pregunta él cuando llega y toma asiento a mi lado.
Le doy una mirada cansada y niego con la cabeza levemente.
-Cuando mis padres murieron todo fue muy duro y difícil -comienzo-, la vida nos dio contra la pared, ya te lo he contado -Arsen asiente en respuesta y presta toda su atención-. Mitch había comenzado su carrera de medicina, quería ser cirujano, y ya sabes que abandonó todo por mí...
-Sí, lo sé, ¿pero qué sucede? -pregunta acercándose más y con notable intriga en su rostro.
-Sucede que el ver sus manos manchadas de grasa todos los días, con cayos, lastimado y cansado de trabajar en ese taller es como un recordatorio de lo que hizo, de lo que sacrificó, y es por eso que no me gusta que me ayuden, me siento pésima y no logro disfrutar de las cosas que me brindan...
Arsen no deja que continúe y me abraza, es un gran abrazo, fuerte y cálido.
-Gracias -agradezco cuando me aparto y limpio mis ojos.
-No tienes nada que agradecer -responde y acomoda mi cabello con suaves caricias.
Decido dejar de lado el tema, no quiero amargar el momento, prefiero ver el lado bueno. Nos ponemos de pie y comenzamos a bajar todas las cosas del auto, las bolsas las puse en cada lugar y todos los accesorios de Evan los dejé en el living. También abrimos las cajas y me sorprendo con todo lo que veo, es obvio que las elecciones las hizo Crista. La vajilla, las cosas de la casa, ropa de cama, toallas, cortinas, etc. Miles de cosas hermosas y listas para armar el hogar. Yo sola tardaría años en poder comprar todo esto.
Estuvimos horas guardando todo en su lugar, tratando de que quede acogedor para por lo menos pasar la primer noche en este hogar.-Ya es hora de buscar a Evan -avisa Arsen entrando a la cocina.
Bajo de la pequeña escalera que me ayuda a llegar a los muebles más altos, y lavo mis manos para salir. Arsen me llevará y además iré a comprar víveres. Esta noche vendrá a cenar Mitch a penas le conté lo sucedido, se preocupó. Si bien él ya sabía que me mudaría le sorprendió que fuese tan rápido y, ya me pesa el tener que contarle con detalles del altercado con la madre de Liam.
Retiramos a Evan del kínder y nos dirigimos a un gran mercado. Evan se ve muy contento y me pregunto cómo se adaptará a la nueva casa. En lo que va de su año y meses de vida ha vivido en tres lugares distintos. No me agrada la inestabilidad, pero sé que este hogar será definitivo. Sentamos a Evan en el asiento del carro de compras y recorremos cada una de las góndolas viendo todo lo que me hace falta, obviamente que de todo, ni Shampoo tengo. Traje mis ahorros y le prohibí a Arsen que intentara pagarlo.
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Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...