Capítulo №43

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"Esto que comenzó como un juego de seducción, está tomando otro color; peligro y dolor".

-¿Te sientes bien? -pregunta Arsen, chasquea los dedos frente a mí y me hace espabilar. Paso saliva y asiento, ¿será que sus últimas palabras las imaginé?

-Sí, claro que estoy bien -respondo recobrando la postura.

Me mira con su ceño fruncido y se aleja, va hacia donde está Evan, lo toma en brazos y salimos de la habitación. Bajamos a la sala, deja a Evan en la mullida alfombra y se sienta en el suelo junto a él, yo tomo asiento en el sofá. El resto de la tarde se pasa en eso, observar a Arsen y Evan jugar. Por momentos río y por otro me asombro, no puede negarse que son padre e hijo. La desenvoltura con la que uno se comporta con el otro es como si estuviesen juntos desde siempre. Me da un poco de sorpresa también ver a Arsen como un papá, mis ojos aún no se acostumbran a verlo como el hombre que es, sino como aquel muchacho. Sólo tiene veintiún años y sigue siendo joven, aunque solo en comparación con mis casi veintiocho.

-¿Quieres beber café griego? -pregunta cuando llega y toma asiento a mi lado en el sofá.

-Me encantaría probarlo -respondo sin quitar los ojos de Evan.

De reojo veo a Arsen también observando a Evan, se lo ve concentrado como si pensara en algo.

-¿Ya has arreglado tu trabajo aquí? -pregunto poniendo un tema de conversación, asiente y muerde su mejilla nervioso.

-Trabajaré con mi madre, ella quiere desligarse un poco de todo.

-¿Y tu padre? -Suspira, se lleva las manos al mentón y la mirada cae al piso.

-Tuve una fuerte discusión con él, por un lado se alegró por Evan y quiere conocerlo -Me mira expectante y no sé cuál debe ser mi cara, pero aseguro nada bueno.

-¿Y por el otro? -inquiero y muerde su labio inferior no pudiendo hablar -. Me habrá echado la culpa, ¿verdad? -Me adelanto.

-No, sólo se enojó conmigo -Se apresura a responder-. No quería que dejara de trabajar allá y venga aquí, se opone rotundamente a que deje Grecia.

-Lo siento -digo sin saber qué más agregar.

-No lo sientas, ya no importa. De hecho mi madre me ayudó con la casa y todo, sino estaría viviendo con ella, mi padre sólo enviará el dinero de mi auto.

-Arsen -Me quejo por lo que ha dicho sintiéndome culpable.

-No iba a dejarme todo tan fácil, nunca quiso esto -confiesa resignado

Y es verdad, todo es resultado del capricho de su padre, eso y algo más. Me sorprende que por lo menos se haya alegrado por Evan.

-Qué bueno que tu madre te ha ayudado -comento, asiente y sonríe.

-Sí, ella siempre me ha apoyado más. Y sabes... quiere ver a Evan -pide amable.

Me lo esperaba, era obvio. Me agrada que quiera hacerlo, es su única abuela, pero todo esto es tan repentino que me agobia, demasiada gente a la que acostumbrarse en muy poco tiempo.

-Está bien -accedo, no tengo más remedio.

-Ella pretende dejar todo de lado -comenta mientras observa mis reacciones.

-¿Fingiremos que nada ha pasado? -pregunto sarcásticamente.

-Supongo -contesta en el mismo tono-. ¿Te parece bien el sábado en la tarde?

Reprocho con la mirada, Arsen está abusando de mi buena disposición, pero tampoco está pidiendo algo que no corresponde. Y la realidad es que si quiere recuperar tiempo con Evan, todos estos pasos son necesarios, por más que muchos de ellos no me agraden.

-Me parece bien -accedo.

Arsen pone la televisión y deja sentado a Evan frente a ésta. Nos dirigimos a la cocina, es pequeña pero hermosa, se nota que le falta terminar de acomodar, hay cajas por los costados y veo a Arsen perdido buscando las cosas.

-¿Has mejorado en la cocina? -pregunto mientras tomo asiento en el taburete y lo observo. De espaldas a mí se encoge de hombros y escucho una pequeña risa-. Eso es un no -respondo con gracia.

-De hecho, es un sí. Me he convertido en un gran cocinero, en mi apartamento en Grecia no tenía cocinera.

Mientras él prepara el café, me acerco a la sala para verificar cómo está Evan, y sonrío cuando lo encuentro dormido en la alfombra.

-Se parece mucho a ti -susurra Arsen en mi oído y me giro sorprendida, no sabía que estaba atrás.

-De hecho lo veo igual a ti -respondo, chasquea la lengua y niega sonriendo.

-El cabello y los ojos, después es idéntico a ti -comenta y me escruta con la mirada-. Hasta dormido se ve igual.

Asiento y bajo mi mirada, no quiero recordar las veces en las que me habrá visto dormir. Luego de darle otra mirada a Evan, paso por el costado de Arsen y me dirijo nuevamente a la cocina tratando de cortar el tema. Vuelvo a sentarme y juego con mis pulseras evitando el contacto visual.

-Aquí tienes -levanto mi vista y tomo la pequeña taza de cerámica blanca en mis manos.

-Gracias -El aroma que desprende este café es delicioso. Bebo y, definitivamente no es como otro que haya probado antes-. Es exquisito -confieso.

-Es diferente. La próxima traeré más cosas -dice y se apoya en la isla.

-¿Viajarás con frecuencia? -pregunto disimuladamente.

-Sí -contesta y me mira a los ojos-, Iona no puede instalarse aquí aun -termina.

Un nudo se forma en mi garganta, intento que no lo note, pero al estar mirando fijo a mis ojos, verá que están cargados de bronca ¿Acaba de nombrar a la perra? Qué poco tacto.

-Me parece bien -contesto y mi voz se oye lúgubre.

-Ella no quiere, ama Grecia pero mi decisión está tomada...-No lo dejo terminar, pongo mi mano en alto y me levanto del taburete.

-No me interesa lo que ella ame o no, no quiero saberlo -espeto mientras me pongo de pie y salgo de la cocina en busca de Evan.

-Liz, discúlpame -dice mientras viene tras de mí-, sólo estaba comentando, no quería que te molestaras, en serio.

Me toma del brazo haciéndome frenar antes de llegar a la sala, me giro y lo encuentro con su ceño fruncido, seguro debe pensar que soy una loca. Me llevo las manos al rostro exasperada por mi propio comportamiento y reacción, no estoy usando la razón.

-¿Qué sucede? -pregunta preocupado.

Lo observo y pienso, ¿será que realmente no sabe lo que me sucede o lo evade? Una persona astuta como Arsen debería notarlo.

-Me dañas -confieso, por su expresión es obvio que no se esperaba esta respuesta.

-¿Qué? Es decir, ¿por qué? No hago nada, sigo tus reglas, sólo te comenté... -Niego con la cabeza haciendo que deje de hablar.

-Me dañas con tu sola presencia, Arsen -digo sin mirarlo a la cara.

-¿Quieres que me vaya de tu vida? ¿Que haga de cuenta que Evan no existe? -inquiere molesto-, eso no va a pasar -determina.

No puedo articular palabra, estoy demasiado angustiada. Con una mano en mi mentón me levanta el rostro y hace que lo mire a los ojos, está demasiado cerca y no es una distancia prudencial.

-¿Qué quieres? -inquiere cansado.

«Quiero tantas cosas», pienso.

-Nada, sólo no me hables de ella, no quiero saber nada referido a ella.

Me mira y analiza, me he convertido en un experimento personal del laboratorio de Arsen. Yo también lo hago, y siento pena de mí misma al verlo tan hermoso y perfecto, lejos de encontrarle los defectos que él debe ver en mí.

-No diré nada más al respecto -promete-. ¿Quieres decirme algo tú? -pregunta curioso y evidentemente esperando que diga algo.

-¿Podrías llevarme a casa? -pido.

Veo como sus hombros se caen de manera casi imperceptible y asiente frustrado.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora