“Adormecidos y cegados, nos maneja a su antojo y aunque lo sabemos, nos dejamos gobernar por el amor”.
Coloco la cadena de plata en mi cuello y vuelvo a mirarme al espejo. Me siento conforme con mi aspecto: tengo una blusa sencilla, jeans y All Stars blancas. No me he maquillado ni arreglado el cabello. Se puede decir que estoy lo menos arreglada posible.
-¿Estás segura de ir así? -Pat aparece por detrás-, cerrará la puerta en tu cara -habla mirando por el reflejo del espejo.
Me encojo de hombros. La verdad es que es lo que busco, que Arsen pierda ese extraño interés en mí. Por lo poco que lo conozco, salta a la vista que no es una persona que da el brazo a torcer.
-Es lo que quiero -confieso por fin.
-¿Y por qué no lo mandas a la mierda de una vez? -Su pregunta es sumamente válida, pero la respuesta es obvia, y ella parece darse cuenta-. No puedes... -responde para sí misma y no me molesto en negarlo tampoco.
Tomo mi bolso y meto mis pertenencias dentro, al ver la hora ya estoy atrasada, Arsen me advirtió que si no iba, vendría a buscarme, aunque no creo que sea capaz. Escucho la puerta de entrada azotarse, avisando la llegada de Samuel. Miro de reojo a Pat, avisándole lo que tiene que hacer.
Bajamos las escaleras, Sam me recibe con una sonrisa, una que me parte el alma -lo sé, soy una maldita rastrera, merezco el infierno y ser azotada-, pero no puedo evitarlo, hay algo que me atrae hacia Arsen, es como la imantación.
-¿Ya se van? -pregunta mientras se acerca y me saluda.
-Sí, se hace tarde -contesto.
-Adiós, Samuel -Se despide Pat y se dirige a la puerta.
Sam devuelve el saludo y se acomoda las gafas, me mira por encima de ellas, no está enfadado pero sí serio, y seguro es por lo que pasó la última vez que salí y me «embriagué».
-Si no te sientes bien, me avisas o paso a buscarte, Liz -Pone sus manos en mis hombros y me regala una tranquilizadora sonrisa.
-Vendré a dormir, tranquilo -Beso su mejilla y salgo.
Al salir caminé deprisa hacia el auto de Pat. Decidí que Arsen no pase por mí, prefiero hacerlo así por Samuel, además de que me parece demasiado mierda de mi parte que me pase a buscar por mi hogar, «¿a quién engaño?, soy mierda por hacer lo que hago y punto».
En el camino reviso mi teléfono encontrando un mensaje de Arsen, y sí, al final cometí el grave error de darle mi número.
«Estoy saliendo hacia tu casa»
No mentía con su advertencia, me pregunto de qué más sería capaz. Me apresuro a contestarle antes de que haga algo.
«Estoy en camino»
Espero su respuesta nerviosa porque aun no ha visto el mensaje.
«Está bien, te espero»
Vuelvo a prestar atención a Pat y me tranquilizo, no se presentará en casa.
-Cualquier cosa, avísame, no tomes taxis tan tarde, Liz -ofrece mi amiga amablemente.
-No te preocupes, yo me arreglo -contesto y le dedico una sonrisa.
Miro por la ventanilla, hay una bruma espantosa y seguro lloverá, no he traído paraguas pero esta vez si me mojo, prefiero pescar neumonía.
Al llegar a la casa, los cosquilleos que siento en mi cuerpo no sé dónde comienzan o terminan. Me paro frente a la gran puerta de rejas negras y medito si tocar o no el portero unas cuantas veces, hasta que mi dedo se decide y lo presiono.
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Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...