"Estás tentándome, poniéndote frente a mí, nublando mi juicio, inundando mis sentidos, cegándome y no viendo más allá de ti"
Llegamos al restaurante que sí vale la pena, nos acomodamos y tras esperar unos momentos, ordenamos.
-Cuéntame algo -pido mientras acomodo unas cosas en mi cartera.
-Lo que quieras -responde.
Apoyo mis codos sobre la mesa y entrelazo mis manos apoyando sobre éstas mi mentón, pensando en qué le puedo preguntar.
-¿Tienes más familia que tus padres? -asiente y el brillo en sus ojos es notorio.
-Mi abuela, es la única familiar de mi padre, después tengo parientes de parte de mi madre pero están en Reino Unido.
-Se nota que extrañas Grecia -comento.
-Demasiado -responde acompañado de un asentimiento de cabeza-, mi abuela es como mi madre, la adoro, dentro de unas semanas es su cumpleaños y quiero viajar.
-Qué lindo detalle.
-Tengo muchas personas que aprecio en Grecia, pero... -Sonríe y entre cierra sus ojos-... Este lugar me está gustando más de lo que debería.
Seguimos conversando de diversas cosas, el mozo llega con la cena y todo marcha con tanta tranquilidad y naturalidad que da hasta impresión.
La comida está exquisita, ahora que lo pienso de haber comido en aquel lugar asqueroso habría muerto de vergüenza. Lo único bueno que rescato de eso, es la predisposición de Arsen, no mostró desagrado ni nada de eso. Sólo lo aceptó porque es donde quise ir.
-No me has contado nada de tu hermano -comenta mientras bebe de la copa de agua.
-Trabaja en un taller automotriz, lo hace desde los diecinueve, cuando mis padres murieron y tuvimos que arreglarnos solos.
-¿Fue difícil?
-Muy -Asiento y revuelvo el resto de comida en mi plato-. Él tuvo que hacerse cargo de mí y dejar su vida y estudio de lado para dármelo.
-Es una gran persona -afirma.
-La mejor persona -remarco-. Él vive en un apartamento en Londres, tiene una novia hace muchos años y bueno, siempre está para mí.
-Mis padres no pudieron tener más hijos, fui el primero y el último... -continua contándome de su vida, su familia y sus costumbres. Es algo muy relajante de oír, no me canso.
Pero como todo lo bueno, esto llega a su fin. Luego de decirle a Arsen que ya debía irme, pide la cuenta y tras pelear por quien la paga (y que gane él), nos retiramos del lugar y caminamos las calles hasta el estacionamiento. Nuevamente me cruzo de brazos y Arsen me abraza por la cintura.
-¿Unas cervezas? -ofrece ni bien llegamos al estacionamiento y nos paramos frente al auto.
-No, Arsen -Niego mientras me apoyo en la puerta del copiloto.
-Es temprano -insiste y se apoya a mi lado, sobre su costado y queda mirando hacia mí.
-Dijiste solo una cena -reprocho mirándolo.
-De acuerdo -responde con un suspiro de frustración, me ayuda a entrar y luego lo hace él.
No pone en marcha el auto, se queda viendo a la nada y me preguntó qué sucede. El ambiente se siente tenso y comienzo a ponerme nerviosa, la anterior tranquilidad que transcurrió durante la noche se evapora.
-¿Sucede algo? -pregunto tímida.
-Me gustas demasiado, eso me sucede -suelta y gira su cabeza para mirarme.
Paso saliva y la respiración se me acelera, quedo perpleja ante la declaración, y es ahora, donde su mirada choca con la mía, que noto cuánto deseo que me bese. Sin decir nada, yo me acerco lentamente bajo su atenta y penetrante mirada. Doy un leve beso, me alejo un poco y lo observo.
-El problema es que también me gustas demasiado -confieso.
-No debería serlo -contesta.
-Pero lo es -replico.
Acaricia mi mejilla y dirige sus dedos a mis labios, los acaricia e intercala con pequeños besos. Besa mis mejillas, la comisura de mis labios y nuevamente se apodera de mi boca. Me sujeta de la cintura y hace que tome asiento a horcajadas en su regazo, comienzo a besarlo con más intensidad, una que cada día me sorprende más.
Es tan placentero como doloroso, y lo último lo es porque es prohibido, Arsen es prohibido para mí. Sus manos acarician mi cintura y me aferran a su cuerpo sintiendo cada centímetro de él, incluida su notable erección. Me aparto cuando la siento y lo miro molesta.
-Lo deseas tanto como yo a ti -confiesa y sus manos vuelven a aferrarse a mi cintura.
Sin negarlo vuelvo a besarlo, tomo su cuello entre mis manos y me apodero de su boca, este nuevo lado salvaje en mí me resulta de lo más curioso, no sabía que existiese y mucho menos que un hombre podría despertarlo.
Comienza a subir mi falda y a acariciarme en toda mi totalidad, llevándome a un estado de excitación extremo, tanto que llego a desabotonar sus jeans, bajar su bóxer y tomar su miembro en mi mano, masajeándolo, disfrutando de los gestos y jadeos que Arsen deja escapar.Corre mi braga a un lado y se hunde en mí de un solo movimiento, sujeta mis hombros abrazándome y estando dentro por completo. Me aferro con mis brazos a su cuello y con su ayuda comienzo a moverme, no abandono su boca y cada movimiento duele y llena de placer mi feminidad. Cuando noto que se cansa, me tiro hacia atrás, apoyando mi espalda en el volante y vuelvo a hacer movimientos circulares sobre él, sus manos me guían y sus ojos no se quitan de nuestra unión. Veo sus gestos, sus ojos se cierran y esos jadeos que deja escapar me confirman que se vino. Me acerco y vuelvo a abrazarlo descansando sobre él.
-Lo siento -dice en mi oído momentos después-. Fue demasiado rápido -explica con pena.
Sonrío sin que me vea, pero lo nota.
-¿Te ríes de mí? -cuestiona con gracia y vuelve a besarme-. No puedo soportar demasiado contigo haciendo eso sobre mí -confiesa y, a pesar de lo que he hecho recién, me apena.
Vuelvo a abrazarlo, apoyo mi mejilla en su hombro y huelo su delicioso aroma.
-Debo ir a casa -declaro a la par que me salgo de encima suyo y acomodo mi ropa.
-Está bien -acepta a desgano.
El camino a casa se hace en silencio, sólo me limito a observar por la ventanilla y llorar. «Sí, son lágrimas de cocodrilo», hace un rato eso no me importaba, pero ahora salgo de esta película y vuelvo a la realidad, una donde soy consciente de lo que estoy haciendo.
Esto se llama «culpa».
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Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...