"Palabras que ayudan, miradas que sanan y abrazos que curan"
Al terminar la fiesta y que todos los invitados se hayan retirado: enfrento el terrible momento de decirle a Liam sobre la charla que tendré con Arsen. Quien se retiró y dijo que pasaría por mí en un rato. Quedamos en que iríamos a una cafetería de la avenida principal, a unas pocas calles de distancia. Mi idea era que sea aquí, pero luego recapacité y no estaría tranquila, aunque la tensión que siento ahora no es menor.
-Liam -llamo su atención, está guardando unas cosas en la nevera.
-¿Sí? -pregunta curioso.
-Voy a... Voy a hablar con Arsen más tarde -Su rostro se desfigura.
-¿Por qué? ¿Qué hablarán? -inquiere, se acerca y me mira con su ceño fruncido.
-No pienses mal, sólo hablaremos de Evan por sobre todo, él debe volver a Grecia y quiere hacerlo antes -explico-. Esto es muy reciente y deben aclararse unas cuantas cosas.
Asiente no muy seguro, deja las cosas sobre la mesa y se retira sin decir más. Sé que está enojado y no le agrada, de hecho hasta me desagrada a mí misma hacerlo. Luego de ducharme y abrigarme, me seco el cabello y arreglo para salir. Arsen envió un mensaje que estaba por llegar. Evan duerme y por la hora no creo que despierte así que me voy tranquila. Me acerco a la cama, donde Liam está sentado fingiendo que lee, lo he visto mirarme a través del reflejo del espejo. Quito el libro de sus manos y me recuesto en su pecho.
-No quiero que te enfades conmigo -pido.
-Está en ti que me enfade o no -responde y levanto mi rostro para observarlo.
-No haré nada para que te enfades -aviso-, te quiero, Liam, pero no puedo huir de lo que hice -explico, asiente y se acerca a besarme. Es un beso dulce, uno de los que me encantan.
-Suerte -dice cuando nos separamos.
-No me tardo.
Camino como león enjaulado en la entrada esperando que Arsen llegue, estoy nerviosa, muy nerviosa. Realmente no sé que vaya a salir de todo esto. Por fin escucho la bocina y salgo, bajo la escalinata y me apresuro a llegar al auto, no dándole tiempo de bajar y escoltarme.
-Hola -saludo y me acomodo en el asiento, el auto es grande pero es un espacio demasiado pequeño para estar junto a él, el aroma cítrico que flota en el aire es una completa tortura.
-Hola -corresponde al saludo-, tú me dirás dónde es el lugar -asiento aún mirando al frente, aunque sé que él está viéndome.
Pone el auto en marcha, me cruzo de brazos y hago pequeña en mi asiento, obvio que vamos en silencio, solo se oye la música del reproductor y las pocas indicaciones que le doy.
Al llegar, Arsen como siempre abrió la puerta dándome el paso y nos acomodamos en una pequeña mesa quedando uno frente al otro, la iluminación del lugar es muy baja por lo que me relaja. Apoyo mis manos en la mesa y observo el pequeño florero en el centro, todo para no toparme con esas gemas, que aseguro están viéndome, estudiando o analizando. No lo sé.
-¿Qué van a ordenar? -pregunta el mesero a nuestro lado.
-Té, por favor -pido y le sonrío.
-Lo mismo -ordena Arsen.
Cuando el mesero se retira se hace un silencio horrible, Arsen se cruza de brazos sobre la mesa y me mira sin ningún reparo, esta vez le sostengo la mirada, no voy a dejarme intimidar.
-¿Qué quieres hablar? -pregunto.
-Dejando de lado lo que yo hice -comienza y hace énfasis en el "hice"-, ¿por qué me dijiste que no te separarías, que no querías dejar a tu esposo? Porque eso fue antes de... -duda al hablar, recordando-, de la última vez que te vi.
ESTÁS LEYENDO
Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...