Capítulo №45

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"Fuiste tú quien selló nuestro destino, tomaste todas las decisiones dejándome a un lado; Y ahora... Temo que sea demasiado tarde para retomarlo"

Tomamos asiento en el sofá, observo a Crista acomodarse y también prender un delgado y delicado cigarro. Ella es así, elegante para todo, en lo poco que la conozco, la admiro por eso.

-¿De qué quiere hablar? -pregunto amable y paciente. Hace un asentimiento con la cabeza en respuesta.

-De Evan -responde.

Sonrío para mí misma, tiempo atrás planteaba la charla de la misma manera para su hijo y hoy, para su nieto.

-Adelante -respondo sin temor, expulsa el humo y me mira amable, demasiada diría yo.

-Quiero a ese pequeñín en mi vida, Lizbeth -pide de buena manera, me da algo en el estómago, es como si en el fondo siempre hubiese anhelado esto.

-Estará -afirmo.

-También, sin entrar en detalles de todo aquello, quiero pedirle disculpas por lo que ha pasado -habla y su vista cae con pena al suelo-. Sólo quería el bienestar de mi hijo, tampoco voy a reprocharle el haber ocultado esto -«No le corresponde», pienso, pero decido asentir y no entrar en batalla-. Sigo queriendo lo mejor para Arsen y ahora para Evan.

-Me alegra -comento.

-Sé que no es ninguna trepadora -prosigue sin escatimar palabras-, y es por eso que quiero hacerle una propuesta -me observa, se siente muy extraño, es la misma mirada de Arsen.

-¿Cuál? -cuestiono con un poco de temor.

-Quiero ofrecerle un apartamento, para usted y Evan -Mis ojos se abren más de la cuenta en respuesta y niego rotundamente-. Déjeme terminar por favor -pide ante mi reacción.

-No quiero nada, fue justamente por eso que me separé de Arsen, por esto.

-Sé que vive con su pareja, pero quiero que él apartamento esté a nombre de Evan y a su disposición.

-Tengo mi propia casa -miento.

Nuestra casa, aquella que compramos con el dinero de nuestra casa de Oxford, está en venta. Sus condiciones son deplorables y Mitch quiere comprar un apartamento para vivir con su novia. No me opuse, hizo todo por mí y le prohibí que me dé mi parte. Él la merece y además, ya tengo mi hogar con Liam.

-No voy a mentir, es hermosa la oferta, pero no puedo aceptar.

-Piense en Evan, usted no tiene un lugar, no sea necia, ya probó su punto y buena moral, ya no hace falta que siga en su papel de luchadora de la vida -culmina un poco molesta.

-Antes era trepadora y ahora luchadora -digo con sarcasmo.

Suspira, pone sus ojos en blanco y llama a la paz, se le nota cuanto la exaspero.

-Si acepto, ¿hay alguna regla? -inquiero, demasiada amabilidad me resulta sospechosa.

-Siempre hacer el bien para Evan -determina.

-¿Qué madre no haría eso? -replico no creyendo lo que escucho.

-En su vida muchas de sus decisiones serán cuestionadas, aunque trate de hacer el bien para su hijo -explica y casi siento el golpe en la nuca.

Ese es el claro ejemplo de Arsen y yo, lo pone a prueba. Por un momento me llego a preguntar si Evan estuviese en la misma situación ¿qué haría al respecto? Pero nunca me metería en su vida.

-Está bien, puede hacerlo, pero no viviré en él, tengo hogar -aclaro, una sonrisa de victoria idéntica a la de Arsen aparece en su rostro y asiente satisfecha.

-Comprendo, sólo quedaré tranquila de que el pequeño tenga un respaldo.

Unos pequeños golpes en la puerta de la sala nos quitan de la concentración. Ésta se abre y la imagen de Arsen se materializa.

-Permiso -se dirige a su madre.

-¿Qué sucede? -responde ella.

Arsen se acerca a paso firme, sus manos vienen agarradas en la espalda y su expresión es de furia, su mandíbula me lo dice, en ningún momento me mira y me resulta raro.

-Quería hablar un momento a solas con Liz -Le explica él, ella duda un segundo y luego asiente. Se pone de pie y antes de irse vuelve a mirarme.

-Por favor quédense a cenar -pide.

-Debo consultarle a Liam -aclaro.

-Yo me encargo de él -afirma y me regala una mueca simulando sonrisa-. Los dejo solos -termina.

Giro mi cabeza buscando con la vista a Arsen y lo encuentro frente al ventanal viendo hacia afuera al inmenso y basto jardín. Su postura sigue recta y rígida. Cuando se oye el ruido de la puerta cerrarse, se gira hacia a mí como un robot.

-¿Qué sucede? -pregunto confundida.

-La pregunta sería: «¿qué no sucede?» -responde seco.

Camina hacia donde estoy, por nerviosismo decido ponerme de pie y enfrentarlo.

-¿De qué hablas? -inquiero, llega frente a mí y se ve demasiado imponente.

-¿Tenías que venir con él? -cuestiona.

-Es mi pareja -titubeo.

-¿No te parece demasiado que me hayas arrebatado un año de vida de Evan y ahora me quitas hasta el pequeño momento con mi madre?

Quedo sin saber qué decir, quiero articular palabra pero me cuesta horrores. Él se mantiene firme y noto que cada vez está más cerca.

-No lo hice por eso, es decir, yo, yo no quería que, que Liam quedase fuera.

-Yo soy su padre -espeta-, y no estuve en su vida por tu decisión, no por la mía.

-No hace falta que me lo recuerdes -pido con mi voz en un hilo, mis malditos débiles ojos ya están con lágrimas acumuladas.

-Tampoco hace falta que me recuerdes lo que hice -contesta.

-No lo hago -replico.

-Trayendo al hombre que ocupa mi lugar lo haces.

Ahora sí no controlo de ninguna manera mis emociones, mi pecho tiembla de angustia y aguanta el llanto.

-¿Cómo crees que me siento al ver que el niño lo ama? -pregunta y sus ojos se ponen más brillantes de lo normal.

Niego sin saber que acotar.

-Me estás haciendo pagar duro, Liz. Y yo sólo quiero acercarme a él -termina y su rostro se desfigura de amargura-, yo solo quiero ser un buen papá.

-Lo siento -digo sincera.

-Yo respeto lo que pides, pero no respetas lo que yo quiero -se queja.

-Yo... -Trato de decir algo pero no se me ocurre qué.

-Tú -dice y asiente mirándome-, tú no ves bien que siquiera nombre a mi novia, pero sí lo traes a él aquí para demostrarme cuál es mi lugar -termina lo último furioso.

No puedo creer que Arsen esté hablándome de esta manera.

-No eres nadie -determino y veo como su mandíbula se desencaja-, no eres nadie para hablarme así -finalizo.

Me aparto y camino a la puerta, salgo de la sala y voy por el largo pasillo sintiendo como mi respiración se corta, esto es demasiado, no tendría que estar pasando por todo esto luego de lo que viví. Mi condena será eterna, ¿cómo podré con esto por el resto de mi vida?

-Esta vez no huiras de mí -Escucho a Arsen hablar desde atrás.

Freno, me giro sorprendida y lo veo caminar con decisión hacia mí. Por inercia me hago hacia atrás chocando mi espalda con la pared. Siento como mis manos tiemblan y la suyas se posan en la pared a cada lado de mi cabeza acorralándome.

-¿Qué haces? -cuestiono sintiéndome vulnerable.
Me observa y ya siento su respiración sobre mi rostro, lo oscuro del pasillo solamente permite ver el brillo de sus ojos.

-Sabes lo que estoy haciendo -susurra y su mano va a mi mejilla acariciando con suavidad mi labio inferior.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora