Capítulo №24

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“Trabas y más trabas,
cuándo saldremos a la luz,
se supone que hacemos lo correcto,
¿verdad?”.

Sospechaba del parecido, pero me sorprende que pueda ser su padre, se ve demasiado joven. Me da una pequeña idea de cómo se verá Arsen cuando sea mayor. Sus ojos me escrutan y se detienen en mi mejilla.

«¿Qué pensará de mí?».

-¿En qué puedo ayudarlo, señor Caristeas? -pregunto iniciando la conversación y cortando este incómodo momento de miradas furtivas. 

-Disculpe el atrevimiento de presentarme aquí -responde con suma elegancia-, pero las circunstancias lo ameritan -concluye. Asiento y acomodo mi cabello, seguro aún revuelto por el tirón. 

-No es un buen momento... Pero puede pasar -Me hago a un lado y lo dejo entrar, su forma de caminar y observar todo me da la impresión de cuánto le desagrada estar aquí. 

-¿Puede hablar? ¿Está sola? -pregunta girándose sobre sus pies en un movimiento muy sutil. 

-Sí -respondo y afirmo con un asentimiento. Me cruzo de brazos y pienso que no voy a explicarle lo que ha ocurrido. 

-¿Qué le sucedió? -Se acerca y con sus dedos en mi mentón, me levanta el rostro para observarlo con curiosidad.

-Nada -Miento. 

-¿La golpearon? -inquiere horrorizado, suspiro sintiendo que voy a llorar y asiento-. ¿Dónde se encuentra la cocina? 

-Está destrozada, si quiere use el baño -ofrezco pero niega con la cabeza y chasquea la lengua. 

-Es para usted, no para mí, necesitamos hielo. 

-Tengo la compresa -explico y la señalo. 

Él se acerca, la toma y señalo en dirección al baño. Tras entrar y sentarme en el váter, lo observo tomar una toalla y mojarla, sus movimientos son delicados y elegantes, me recuerda mucho a Arsen. 

Limpia la comisura de mis labios y luego apoya la fría compresa en la zona afectada. Mis lágrimas ante el dolor, la vergüenza y miedo, se hacen presentes. 

Dorián se cruza de brazos y me observa. Cuando por fin me tranquilizo un poco, vienen a mí las preguntas que tendría que haber hecho ni bien abrí la puerta de entrada. 

-¿Por qué está aquí? -Se encoge de hombros y suspira. 

-El motivo es claro: mi hijo -responde con obviedad.

-Entonces... ¿Qué es lo que viene a hacer por su hijo aquí? -Tuerce el gesto como si mi pregunta no le hubiese gustado. 

-A eso voy... -Su forma de hablar es más difícil de comprender, habla de forma pausada como si le costara, no fluida como Arsen-. El día de ayer, su madre me notificó de las actividades que realiza mi hijo, entre ellas, el acostarse con una profesora que es casada. 

Muerdo mi otra mejilla para no decir nada de lo que me arrepienta. Jamás me sentí tan humillada en toda mi vida. Siento que en cualquier momento me van a apedrear en la plaza del pueblo. 

-No estoy aquí para juzgarla -prosigue-, no soy un apartado tampoco, pero esto no es lo que quiero para mi hijo... 

-Acabo de separarme... -Interrumpo y clavo mis ojos en los suyos. 

-Déjeme hablar, por favor -pide y hago silencio-. Podría hacer una lista, pero lo resumiré: dejaré los años de diferencia a un lado, pero no que sea una mujer casada o que acaba de separarse, por su falta de responsabilidad echaron a mi hijo de la universidad, también a usted, está desempleada, y sin techo por lo que sé... 

-¿Cómo es que sabe tanto de mí? -cuestiono enfadada, pero me ignora. 

-No voy a prohibir la relación, sería tonto de mi parte, Arsen tampoco me lo permitiría, pero le diré que no voy a abalarla. No quiero el futuro de mi hijo arruinado, y usted debe comprender que de esta manera, es en lo que terminará. 

-¿Qué me está pidiendo? ¿Que deje a Arsen? -Mi voz ya no me pertenece, se oye como un ronquido. 

-Sepa que si Arsen continúa con usted aquí, no contará con mi apoyo o el de su madre, se las verá solo -suspira-. Quiero que vuelva a Grecia y continúe con el futuro que estaba forjando antes de conocerla. 

-No quiero arruinar su vida... -murmuro. 

-No va a creer que la ama, sólo se divierte, Arsen nunca fue un muchacho con cabeza, no es la primer mujer con la que se mete. 

-Arsen me ama -murmuro para mí misma. 

-Cuando se canse la dejará y sólo tendrá su vida arruinada. Sepa que usted es responsable de la decisión que él tome, y no voy a soportar sus caprichos, así que... si tiene algo de decencia, sabrá qué hacer y cómo manejar la situación. 

Estoy totalmente confundida de tantas palabras dolorosas que acabo de oír. Y aún no creyendo en todo esto, ni su palabra. 

-Me retiro. Ah... y lamento que su esposo la haya golpeado, ninguna mujer merece ese trato. Buenos días. 

Escucho sus pasos alejarse. Respiro con dificultad, me seco las lágrimas y mis ojos arden. No sé cuánto tiempo paso sentada, observando a la nada, hasta que los golpes en la puerta de entrada me hacen salir de esta pesadilla. Camino con pesadez temiendo con lo que pueda encontrarme al otro lado. Pero al abrir y ver a Pat frente a mí, no hago más que tirarme a sus brazos, abrazarla con fuerza y romper a llorar con angustia. 

-¿Qué sucede, preciosa? -Niego con la cabeza, no puedo articular palabra. 

Tras cerrar la puerta, vamos a tomar asiento al sofá y me recuesto con Pat acariciando mi espalda en un intento de aliviarme. 

Cuando logro tranquilizarme comienzo a explicarle absolutamente todo, no escatimo en detalles, desde lo que había decidido con Arsen, lo de la universidad, el embarazo, Samuel y su comportamiento, y sin ser menos, Dorián y sus declaraciones. 

-¿Qué harás? -Su pregunta desesperada hace que yo también me lo cuestione. 

-No pienso eso de Arsen, pero sí me preocupa que vaya a quedarse aquí a la deriva. 

-¿Realmente piensas que sus padres lo dejarán en la calle? ¿Y el bebé qué? 

-No quiero que carguen conmigo sólo por el bebé, tienen razón, ¿qué haría Arsen aquí? No ha terminado de estudiar... 

-No puedo creer que seas tan estúpida en cuestionarte esto, que te valga, vivan su vida, críen al bebé... 

-Siento que no puedo hacerle eso... -confieso. 

Si ya me preocupa mi vida como está, ¿qué haré con Arsen a la deriva? Porque a pesar de todo, aún tiene diecinueve años y no sabe nada de cómo es el mundo.

-No puedes dejar a Arsen después de toda la mierda que acabas de pasar -comenta exasperada.

Pienso, pienso y tomo una decisión, espero sea la correcta. Espero no equivocarme y arrepentirme luego. 

«Esto es más difícil de lo que pensaba, las cosas salen de adentro de la galera, de debajo de la cama, de las pesadillas y, parece que los sueños están lejos».

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora